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domingo, 15 de diciembre de 2019

LA ZONA 72

La denominada Zona 72 está comprendida por un rango de tan solo diez cuadras, sobre avenida 72, entre las calles 10 y 20, en la parte sur de La Plata, bordeando uno de los cuatro lados que marcan los límites del casco urbano con la periferia. Allí, exactamente desde el año 1954 hasta la fecha, cientos de personas han manifestado ser testigos de casos que a simple vista no tienen una explicación lógica.

Todos estos reportes destacan a este punto de la ciudad como uno de los diez más importantes de todo el país, en lo que se refiere a casuística ufológica. O sea, La Plata cuenta con una zona en la que más ovnis y huellas circulares se han registrado, en comparación con otros lugares del territorio nacional.

En Argentina hay otros puntos claves en donde se repiten con regularidad este tipo de acontecimientos: Capilla del Monte -Córdoba-, Cachi -Salta-, Bariloche -Río Negro- y Victoria -Entre Ríos-, solo por nombrar algunos. La "Zona 72" de La Plata forma parte de este peculiar listado.

El misterio aumenta a partir de la década del noventa, cuando además de los avistajes en el cielo, comienzan a aparecer tenebrosas marcas circulares sobre el pasto, directamente asociadas al fenómeno de aterrizaje. Así como periódicamente aparecen enormes huellas que dejan la vegetación quemada en campos de distintos pueblos de la provincia, sobre avenida 72 hay registros históricos de estos sucesos, que pueden estar ligados directamente a descensos de naves del espacio exterior.

La Zona 72 comprende una estrecha franja de tan solo 1 kilómetro de largo por unos 100 metros de ancho, y esto para Burgos es algo impresionante, porque es una porción de terreno muy pequeña para tamaña cantidad de casos. Esta rambla parquizada de gran extensión que sigue las vías del viejo tren provincial fue mutando con el paso del tiempo: antes circulaba el ferrocarril y había malezas que cubrían gran parte de la geografía; ahora los alrededores se poblaron y el gran caudal de gente se congrega puntualmente en la esquina de 17, con un sinfín de actividades culturales, semana tras semana.

Lo que no cambió fueron los fenómenos que estudia Burgos concretamente en esta zona, porque desde hace más de medio siglo se registran año tras año y en esta zona en particular.

Los casos
"Promediando los años cincuenta, el testigo Juan N -quien fuera durante años conserje del prestigioso Club Español local-, contó que cierto día entre las 14 y las 14.30, se hallaban jugando unos quince jóvenes a la altura de las calles 10 y 72, cuando observan posado un extrañísimo objeto color blanco, como de hielo, similar a una ensaladera y de muy reducido tamaño. Al cabo de varios segundos, algunos amigos de Juan se acercaron y el diminuto artefacto, al que hoy llamaríamos sonda, levantó vuelo alejándose a gran velocidad hacia el oeste", rememoró el presidente de la FAO. Aquel fue el puntapié inicial de una sucesión de casos apasionantes en La Plata.
"Tres años después, durante el invierno de 1957, ocurre un suceso prácticamente igual al descripto, en las calles 9 y 74, a muy corta distancia del caso anterior. Según el vecino Juan Maldonado, a las 8 horas de una fría mañana, este contempló posado próximo a un cañaveral un muy pequeño y curioso objeto de aproximadamente unos 40 centímetros de diámetro. Parecía un típico centro de mesa, pero de escarcha. Al acercarse lentamente, el insólito aparato tomó rápidamente altura y se alejó", agregó.

La lista se completa, entre otros casos, con un vuelo lento vertical de un objeto luminoso y metalizado en 1985; el paso de un silencioso objeto piramidal de color gris en 1988 -en donde a los cuatro días se encontró una huella anular reverdecida de 4 metros de diámetro-; la aparición de una una presencia extraña "como una sombra sin definición de rostro alguno", según dos niños testigos, que se retorcía en el pasto; y la veintena de huellas sobre el pasto en enero de 1999. Un párrafo aparte merece el reporte de varios vecinos de la zona, que en la histórica nevada del 9 de julio de 2007 reportaron la aparición de extraños flashes de color verde, siempre sobre la rambla de avenida 72.

¿Y cuál fue el último reporte? Hay dos. "Hace dos años nos llamaron por la aparición de una huella de unos 3 metros de diámetro y con el pasto totalmente deshidratado, a la inversa de como son generalmente de color verde. Este fue el último reporte en cuanto a huellas en la Zona 72; y por otra parte, en julio del año pasado tuvimos el testimonio de una mujer que vio chisporroteos a la medianoche, como si fueran flashes que aparecían y desparecían; y nosotros los relacionamos con lo que sucedió en la nevada de julio de 2007, que varios vecinos vieron los mismos flashes".

"Nosotros siempre buscamos un por qué, y la explicación que encontramos está en las vías del tren: es lo único que se mantuvo en el tiempo sobre la rambla de 72. Es lo que está a la vista. La zona fue cambiando pero las vías siempre estuvieron", concluyó Burgos, quien lleva casi medio siglo dedicado a la investigación del fenómeno ovni y aún se sorprende con el misterio de esta zona puntual de La Plata, que continúa siendo indescifrable.
Fuente: artículo de 
http//:0221.com.ar

miércoles, 5 de noviembre de 2014

EL MOUNSTRO DEL BREALITO (Argentina)




         Brealito y su extraña bestia que horroriza.

Hay cientos de testimonios sobre su presencia, que se remonta a muchísimos años atrás.

"Algo gigante nadaba en el lago. Era grande y pesado. El ya había escuchado de nuestros antepasados y contemporáneos sobre la existencia de un monstruo en la laguna. Y por ello, un temblor le recorrió el cuerpo y un escalofrío le bajó por la espina dorsal", contaba a El Tribuno en su edición de febrero de 2001, un poblador quien conoció al protagonista de esa historia, un policía seclanteño apodado el gringo Guzman, fallecido en 1994.


En su testimonio, el amigo del Gringo, lo definía como un escéptico, aunque, sin embargo, repitió la historia de su visión hasta el último de sus días de manera detallada y precisa.
Un sitio especial
En la zona que se extiende desde El Cajoncillo hasta la laguna de Brealito en los departamentos de Cachi y Molinos ocurren sucesos muy particulares como avistamientos de objetos voladores no identificados (ovni), apariciones y presencias inexplicables.
La laguna de Brealito, a 12 kilómetros de Seclantás y a 157 de la capital provincial merece una atención particular, no solo por el paisaje fabuloso de sus montañas y su vegetación donde destacan pitas de aspecto Jurásico, sino por la de los recurrentes relatos de visitantes y pobladores. Todas tienen un mínimo común denominador: se refieren a un extraño animal, un pez gigantesco o un virtual plesiosaurio, que aparece y desaparece, agitando las aguas salobres de la laguna. 

Si bien la historia del Gringo Guzmán es la más conocida y con más detalles, no es la única. Son varios los testimonios que confirman haber visto "algo" de dimensiones enormes en el mítico espejo de caprichosas formas y con roqueríos similares a los que se observan en los océanos.
Una noche de pesca y terror
"Como tantas veces en su vida, el Gringo, se dispuso un día cualquiera pasar la noche a la orilla del lago que tiene una forma muy particular, de color verde intenso y rodeado de montañas y cardones que se estrecha en el sector sur en medio de un paisaje de rocas azules.
Cuando llegó al lugar que le pareció más adecuado para acampar, bajo un enorme algarrobo, encendió su vieja lámpara, acomodó su bicicleta y su equipo de pesca. Acto seguido, lanzó el sedal hacia las profundidades, desconocidas hasta ahora, por lo cual muchos creen que la laguna de Brealito no es sino un ojo de mar. En ese momento, en el silencio majestuoso de la noche, escuchó una especie de chapoteo. Parecía que algo pesado había emergido. Agudizó la vista puesto que el movimiento que el Gringo percibía se daba justo donde se extinguía la luz del farol. Guzmán retrocedió unos pasos, levantó la lámpara a la altura de la cabeza extendiendo el brazo hacia adelante. El extraño ruido continuaba. En ese momento se le pasaron por la cabeza todas esas historias de hechos fantásticos y terroríficos que ocurrían en esas aparentes mansas aguas. Allí se dio cuenta que algo nadaba en el lago, muy cerca suyo. Por el oleaje producido por aquello no tuvo dudas de que se trataba de un ser vivo de dimensiones portentosas. Pero solo podía escucharlo, aunque tenía la sensación de ser observado por lo que fuera aquello que se movía a pocos metros de su presencia. Sacó coraje y decidió quedarse allí hasta ver de qué se trataba... en un momento creyó ver una figura de grandes dimensiones, pero la imagen fue fugaz. En ese momento los ruidos cesaron, pero por unos instantes se mantuvo el oleaje que confirmaba que un ente había producido el fenómeno. 
El policía se quedó más de una hora parado en el lugar hasta que la luz de la lámpara comenzó a extinguirse. Después de meditar qué era lo que había ocurrido volvió a su improvisado campamento y comenzó a prepararse un rico pan amasado con picadillo. Mientras comía tranquilo con la mirada perdida en la oscuridad, trataba de deshilvanar lo que acababa de suceder. Después de tomarse un trago de vino, volvió hacia la vera del lago en búsqueda de unos buenos pejerreyes, especies que le han dado fama a la laguna misteriosa. Ni bien había enganchado la unca en el anzuelo para lanzarla a la profundidad, las aguas comenzaron, nuevamente, a agitarse con gran violencia. 
El Gringo decidió esta vez, no quedarse para ver el desarrollo de los acontecimientos. Dio media vuelta y enfiló para el lado del algarrobo, pero en ese instante un gigantesco monstruo emergió muy cerca de la orilla. De acuerdo a su descripción, tenía aspecto de un reptil o un gigantesco pejerrey con ojos brillantes y lomo escamado y resplandeciente. Sin pensarlo partió corriendo a refugiarse en la arboleda y en su escape, cayó varias veces debido a los accidentes del terreno. Una vez alejado de la costa, se detuvo para escuchar lo que ocurría. Después de un largo rato y cuando el susto ya había dado paso a la tranquilidad, volvió a su campamento a recoger lo que allí había dejado, su bagayera, su bicicleta, sus cañas y su lámpara. Pero, cuando llegó allí encontró todo empapado, como si una gran ola hubiese caído sobre el lugar, que se encontraba a unos cuatro metros de la orilla.
El policía regresó a Seclantás y contó la historia a sus allegados. Algunos le creyeron e incluso también fueron testigos de hechos extraños, otros no. Lo que es real es que nunca
más regresó a la laguna de Brealito y definitivamente dejó la pesca.
fuente: Carmen Petrini diario http://www.eltribuno.info/

jueves, 30 de octubre de 2014

EL ENANO VAMPIRO DE BUENOS AIRES(ARGENTINA)

Dicen los que saben que es en la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, en donde tuvieron lugar los siguientes hechos. Un circo arribó a un vecindario humilde de esa gran urbe y pronto los pobladores se divirtieron con las gracias de acróbatas y payasos. No obstante, un pequeño sujeto llamaba la atención de cuantos lo veían. Se trataba de un hombre que padecía enanismo, pero a la vez también poseía extraños hábitos nocturnos: jamás era visto durante el día, su piel era muy blanca, casi del color de un cadáver, nunca se lo veía comer ni beber y desaparecía misteriosamente durante algunas noches. Pronto en las calles del vecindario se notó la ausencia de perros y gatos, que hasta entonces recorrían el lugar a voluntad. Comprensiblemente, las personas se preguntaron si este hombre, cuyo nombre era Belek, no tendría algo que ver en el asunto. Consecuentemente, se dispusieron a esperar su regreso una noche en la que había partido, pero Belek nunca retornó al circo. Finalmente los dueños decidieron no esperarlo más y partieron. Poco a poco el recuerdo de Belek, al que la imaginación popular había apodado el enano vampiro, empezó a esfumarse.



Fue entonces que comenzaron a aparecer, en el mismo barrio en el que anteriormente se había notado la ausencia de perros y gatos, gran cantidad de palomas muertas. La novedad, que aterró a muchos vecinos, es todas estaban completamente desangradas. Todos se preguntaron, sin embargo, qué había pasado entonces con los perros y gatos, cuyos cadáveres no habían sido hallados por nadie. Por esos días llegó la respuesta. Unos albañiles, que estaban demoliendo paredes de una antigua casa sobre la que se construirían reformas, dieron la alarma: una vez derribado un muro que daba a los fondos de una casa, asomó un viejo sótano y en él, secos cadáveres de perros y gatos junto a ropa y pertenencias que muchos reconocieron como del enano Belek. Habían dado con la guarida del enano vampiro. Esperaron durante varios días su regreso para interrogarlo, pero nunca volvió. Los vecinos, nerviosos, se preguntaron si Belek, una vez descubierto su escondite, no habría huido para siempre.

Si bien las gentes del lugar atrancaron bien puertas y ventanas antes de irse a dormir, nadie había visto o escuchado a Belek atacar a un ser humano. Ese modesto reaseguro cambiaría muy pronto. A los pocos días un anciano salió a la calle pidiendo ayuda. Sus gritos alarmaron a la quietud del vecindario nocturno. Los vecinos, armados con palos y cuchillos, acudieron en ayuda del anciano. Cuando irrumpieron en su casa vieron a Belek emprendiendo la huida, y a la esposa del anciano, echada en el suelo, con una herida sangrante en el brazo en la que era posible distinguir dos colmillos. Belek había cruzado el límite. A partir de entonces, los vecinos no descansarían hasta capturarlo o matarlo.
Durante varios meses nada más se supo de Belek. Cada tanto podían verse palomas o gorriones muertos, algún perro o gato desangrado en la calle. Un experto en las ciencias ocultas y en especial en vampirismo aconsejó estar alertas: aseguró, correctamente, que si Belek era verdaderamente un vampiro no podría mantenerse con el consumo de sangre animal durante mucho tiempo. Y así fue: pocas noches después, Belek cayó en una trampa que el ingenioso experto le había tendido: un maniquí que semejaba una hermosa mujer que dormía sobre una cama y que había olvidado cerrar su ventana fue demasiada tentación para Belek. Cuando sus colmillos se cerraron sobre la dura superficie del maniquí, varios hombres se abalanzaron sobre él y lo prendieron.
El experto examinó al resignado Belek y comprobó que sufría de todos los síntomas del vampirismo, incluyendo el rechazo por los símbolos religiosos cristianos, el ajo y la luz solar, a la que temía mortalmente. Aseguró tener unos seiscientos años de edad y haber sido víctima de un vampiro en la actual Hungría. También afirmó que trataba de no atacar a seres humanos pero que en ocasiones el hambre de sangre era una tortura atroz.


Lo que sigue es materia de debate: algunos vecinos, aseverando que se trataba de una criatura diabólica y maldita, propusieron librarlo de la maldición con el método tradicional: estaca y decapitación. Otros dijeron que Belek era un monumento vivo de historia y fuente de conocimientos, que podía ser utilizado por la ciencia (esa fue la opinión del experto). Finalmente, hubo quienes propusieron ofrecerle un empleo en el cercano y enorme cementerio de la Chacarita como guardia nocturno. Si algún día concurres a ese cementerio, ubicado en un populoso barrio de Buenos Aires, no dejes de observar si por las noches el sereno es un hombre de baja estatura…

leyenda argentina