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sábado, 16 de mayo de 2015

el soldado de Manila que apareció en México








Cuentan antiguas crónicas que en la mañana del 25 de Octubre de 1593 apareció en la Plaza Mayor de México un soldado paséandose con su arcabuz al hombro, y preguntando a todo cuanto pasaba el clásico “¿quien vive?”, como si estuviera de guardia en una fortaleza. Se le notaba algo inquieto, como si estuviese perdido o buscando algo. Muchos lo tomaron por loco o chiflado, pero hubo quien, más perspicaz, notó que su uniforme no era similar al de los soldados de la guarnición de la ciudad, sino que era a todas luces de un regimiento foráneo. Al momento la noticia del extraño soldado corrió como un reguero de pólvora por toda la ciudad y acosado por mucha gente que le inquiría su procedencia, el soldado contó una historia que en ese momento se tomó por increíble: aseguraba haber estado de guardia la noche anterior en una garita de la muralla de Manila (islas Filipinas, entonces bajo dominación española) y que de pronto, se encontró en esa Plaza, a la cual no reconocía, lo cual le parecía muy extraño, pues juraba que conocía toda la ciudad de Manila como la palma de su mano. Hasta ese momento el soldado pensaba que estaba aún en Manila pero debió quedar pasmado cuando se le informó que se hallaba en México, la capital del Virreinato de Nueva España ¡a 8,000 millas marinas de distancia (unos 15,000 kms)! Y teniendo en medio el turbulento océano Pacífico, nada menos.

El asunto en sí no habría tenido tanta resonancia y quizás hubiese sido tomado como una broma ridícula de un desertor, que pretendía así evadir su responsabilidad, si no fuera por el hecho que el soldado informó también del asesinato del gobernador de la Filipinas, Gómez Pérez Dasmariñas, durante su expedición a la conquista de las Molucas, suceso sangriento ocurrido el día anterior y que según el soldado, era la última noticia de importancia que supo durante la última noche en que estuvo de guardia en Manila. Resulta que no había forma que nadie en México conociese las noticias de Filipinas un día después de ocurridos, en una época en que aún no existía el telégrafo ni el cable submarino. Aún con los medios de transporte disponibles hoy día, sería también imposible que un hombre cubriese la ruta Filipinas-México en una sola noche. En esa época, siglo XVI, las noticias de Filipinas a México tardaban meses en llegar, debido a que la única vía de acceso a través del Pacífico era la ruta denominada el Galeón del Pacífico que demoraba un promedio de 4 a 6 meses en arribar a las costas mexicanas.
                                     


                        
Plaza de armas de México colonial. Al fondo la Catedral 




¿Era posible que un hombre pudiese trasladarse así, en un abrir y cerrar de ojos, al otro lado del mundo? Algunos recordaban que en la traducción griega del libro de Daniel (14:34-37), se cuenta un episodio similar, protagonizado por el profeta Habacuc, que por obra de un ángel fue “teletransportado” de un soplo desde Judea hasta Babilonia, en donde llevó comida a Daniel, quien se hallaba en el foso de los leones.

Por el momento, y hasta la llegada del Galeón de Manila, no era posible pues saber si el soldado decía la verdad; en todo caso, de ser cierto, tal prodigio no podría ser sino obra del demonio, por lo que la Inquisición tomó cartas en el asunto y el pobre militar fue a dar con su alma a la cárcel de México. Sin embargo, tras una serie de pesquisas, el tribunal decidió devolver al soldado de vuelta a las Filipinas, embarcándolo en Acapulco. Se ignora las razones de tal decisión, tan así que ni siquiera en los archivos del Santo Oficio se menciona este caso. Como si se hubiese decidido silenciar el asunto. Lo que si está claro es que debió comprobarse que en efecto, el soldado pertenecía a la guarnición de Manila; incluso el cronista español que relata este hecho, Gaspar de San Agustín, asegura que conoció a muchos en Filipinas que le certificaron la veracidad de este suceso.





                               


Y cuando el Galeón de Manila llegó meses después a las costa de México, se comprobó que todo lo contado por aquel soldado era cierto: el Gobernador Pérez Dasmariñas, había sido asesinado de un hachazo en la cabeza, cuando se hallaba a bordo de su navío frente a Punta Azufre (Mar de Célebes); el incidente ocurrió durante un motín de remeros chinos, quienes se habían cansado de los maltratos sufridos, y a la vez fueron tentados de codicia por las riquezas que transportaba la nave; el cadáver del gobernador, así como del resto de los tripulantes españoles asesinados fueron arrojados al mar.

A propósito de este suceso cuenta Gaspar de San Agustín que ocurrió también otro episodio en Manila que podríamos catalogarlo de “paranormal”: en el mismo día de aquel asesinato, amaneció cuarteada la pared en que estaba pintado el retrato del gobernador (ubicado en la portería del convento de San Agustín), precisamente en la la cabeza, donde el asesino le hundió el hacha. En 1640, el Padre Diego de Aduarte refirió también que: “Catalina Díaz había tenido una visión del gobernador Dasmariñas con cabeza abierta (por un golpe) y bañado en sangre”. Otro portento fue relatado por el P. Juan de la Concepción quien refiere que: “Una imagen religiosa colgada en la pared del convento de San Agustín en Intramuros de Manila cayó al suelo esa misma noche”.

Según la mayoría de historiadores, la muerte del gobernador Pérez Dasmariñas ocurrió el día 25 de octubre de 1593, y dicha noticia debió ser conocida en Manila, cuanto menos, en la noche de ese mismo día. Lo que aparentemente contradice el relato del soldado “teletransportado”, quien apareció en la Plaza de México en la mañana de ese mismo 25 de octubre, y afirmó que la muerte del gobernador había ocurrido un día antes, lo que los habitantes de México interpretaron, lógicamente, como el día 24 de octubre. Pero… ocurre que existe un detalle que ni los mismos cronistas antiguos tomaron en cuenta: la diferencia de horario entre Manila y México, que es de 15 horas: cuando en México son las 6 a.m. en Filipinas son las 9 p.m. de ese mismo día. De modo que la versión del soldado, que afirmaba haberse enterado en Manila del asesinato del gobernador en la noche del 25 y que inmediatamente apareció en México, cuando ya era de mañana, se ajusta perfectamente a los cambios de horario: el soldado creía que era la mañana del día 26, pero en realidad seguía siendo el día 25, según el horario de esta parte del mundo.



Simón Chara G.


 (1) La versión completa sobre este episodio transmitido por fray Gaspar de San Agustín es la siguiente: “Es digno de ponderación que el mismo día que sucedió la tragedia de Gómez Pérez, se supo en México por arte de Satanás; de quien valiéndose algunas mujeres inclinadas a semejantes agilidades, transplantaron a la plaza de México a un soldado que estaba haziendo posta vna noche en vna Garita de la Muralla de Manila, y fue executado tan sin sentirlo el soldado, que por la mañana lo hallaron paseándose con sus armas en la plaza de México, preguntando el nombre de cuantos pasaban. Pero el Santo Oficio de la Inquisición de aquella ciudad le mando bolber a estas islas, donde lo conocieron muchos, que me aseguraron la certeza de este suceso…”. (Conquista de las Islas Filipinas, Madrid, 1698. Parte primera). El relato sería posteriormente novelado y popularizado por el escritor mexicano Luis González Obregón (1865-1938) en su conocida obra “Las Calles de México”, una colección de relatos o tradiciones al estilo del creador de dicho género, el peruano Ricardo Palma. Otro escritor mexicano, Artemio del Valle Arizpe, también la cuenta en Historia, tradiciones y leyendas de las calles de México (1959). Y de estas obras saltó después a los libros y páginas esotéricas; es mencionado por ejemplo, en “Grandes temas de lo oculto e insólito”, de Tomás Doreste y otras de nivel más ínfimo, que lo relacionan con los ovnis y alienígenas. Pero a diferencia de otros “casos insólitos”, este es uno de los pocos que si está documentado. El hecho que el relato del cronista San Agustín sea más de 100 años posterior al suceso y que a la vez sea el único que lo certifique (pues los escritores posteriores lo único que hacen es seguir su relato) es razón para que muchos no lo tomen en serio, en especial para los escépticos que no admiten nada que tenga que ver con portentos o fenómenos paranormales.

fuente
 http://singularidadesscg.blogspot.mx