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martes, 17 de junio de 2014

EL FRAUDE DE LAS CALAVERAS DE CRISTAL

TODAVIA EXISTE GENTE QUE SE SIGUE CREYENDO ESTE INVENTO Y SOSTENIENDO A PIE-JUNTILLAS QUE LA TALLARON LOS AZTECAS,LOS MAYAS O LOS TOLTECAS.

El fraude de la calavera de cristal

Curioso objeto. Sabemos que no fue encontrado ni donde, ni como, ni cuando se dice. Sabemos que no tiene más propiedades paranormales que un cenicero de cristal. Hemos trazado cráneos muy similares hasta un falsificador de antigüedades del siglo XIX ... Y sin embargo sigue habiendo gente que cree a pies juntillas que es de origen extraterrestre. Contaremos, otra vez, lo que se sabe realmente de esta historia.

El Hallazgo de la Calavera


¡Qué bonita historia la del descubrimiento! El intrépido aventurero (similar a Indiana Jones, al parecer), que en una arriesgadísima expedición buscando restos de la Atlántida (ésta era la finalidad de su expedición) descubre una ciudad maya perdida en la que encuentra una calavera de cristal que desafía todos los conocimientos establecidos ... ¡Qué aventura! Para mayor emoción, y esto también os lo cuento yo, va acompañado de su bella hija adoptiva adolescente (es ella quien encuentra la calavera) y tras encontrar la calavera (en dos trozos, mandíbula y el resto) la ofrece como regalo a un sacerdote maya que, inexplicablemente, la rechaza; ¿Qué oscuro secreto esconde la calavera del fín del mundo? ...

Bueno, hasta aquí el marketing de la futura película. Pasemos a la realidad. Este señor, Mitchell-Hedges, se parece más a Harrison Ford (por lo de actor) que a Indiana Jones. En casi todas las versiones de la historia se nos cuenta que descubrió una ciudad maya perdida a la que denominó Lubaantún, que traducido significa algo así como Ciudad de las Piedras CaidasMerece la pena comentar que ya este primer punto es falso. Ni siquiera tenemos que acudir a fuentes especializadas para comprobarlo, porque incluso wikipedia nos informa (en su entrada en inglés para Lubaantún) que tenemos noticias de esta ciudad desde 1903, cuando Thomas Gann, un oficial médico británico en Belize, accedió a sus ruinas por primera vez. En 1915, una expedición dirigida por R.E. Merwin para el Museo Peabody de la Universidad de Harvard también llegó a la ciudad, limpió parte de la vegetación y descubrió algunos de sus edificios. Así que conocemos sobre Lubaantún desde bastante antes de 1924, primera fecha en la que Mitchell-Hedges se acerca por allí.

Derecha: Frederick Mitchell-Hedges

Hedges se autoproclamará "descubridor" del sitio en un artículo para el Illustrated London News, y en 1925 volverá a lugar como corresponsal de este periódico. Sabemos que fue acompañado por su compañera Lady Richmond Brown y supuestamente también fue acompañado por su hija adoptiva, Anna, quien sería la responsable  de hallar el cráneo de cristal.
Ya es extraño llevarse a una adolescente de dieciséis años a este tipo de expediciones, pero resulta aún más extraño que Anna no aparezca en ninguna de las fotografías que tenemos de estos viajes. Siempre hay que tener en cuenta que la ausencia de prueba no es prueba de ausencia, pero es, cuando menos, extraño. Y lo que resulta aún más extraño es que ninguno de los miembros de la expedición nombre, ni siquiera de pasada, el hallazgo de una pieza tan excepcional como la calavera. Ni Gann, ni Richmond Brown, que documentaron estas expediciones, nombra nada ni sobre la calavera de cristal, ni sobre la hija adoptiva de Mitchell-Hedges. Pero es que ¡ni siquiera Hedges hace referencia alguna a la pieza hasta los años 40! (aunque luego veremos que sí hay referencias a la calavera pero cuando esta aparece en Londres a mediados de los treinta y en manos de alguien que no es Hedges).

No deja de ser extraño que el hallazgo de una pieza como esa no se documente de ninguna manera. Los "adeptos" de lo paranormal dicen que se hizo así para que la propiedad de la calavera siguiera en manos de Hedges y no se la quedaran los que financiaban la expedición, como hubiera sido preceptivo, pero esta versión no se sostiene de ninguna manera. En primer lugar Mitchell-Hedges nunca hubiera olvidado hacer alguna foto como prueba de su hallazgo para el día en que pudiera sacarlo a la luz. En segundo lugar, no explica la razón de que el resto de los miembros de la expedición se callara. Hedges se quedaba con la calavera, pero los demás no sacaban nada con callar. En realidad lo lógico para todos hubiera sido lo contrario: la publicidad de un hallazgo como este les hubiera garantizado un lugar permanente en la historia de la arqueología. Es como si Howard Carter se hubiera quedado la máscara funeraria de Tutanjamón con la colaboración de todo su equipo, sin hacer ninguna foto, y la hubiera mostrado veinte años después. Inconcebible.

Pero entonces, ¿sabemos cómo llegó la calavera a manos de Hedges? Pues lo cierto es que sí lo sabemos, y la historia tiene mucho menos glamour. Sabemos que Hedges compró la calavera en una subasta, en 1943. La subasta tuvo lugar en la acreditada casa Sotheby's, de Londres; Hedges pagó por ella 400£ a su anterior dueño, el marchante de arte Sidney Burney. La documentación del British Museum indica que se intentó pujar por la calavera en la misma subasta, pero el presupuesto no les alcanzó para comprarla (no disponían más que de 340£).

Los Análisis de las Piezas (y otras calaveras parecidas)

En realidad la calavera de Hedges no era, ni mucho menos, una pieza única. El Museo Británico intentó comprar la pieza cuando ya disponía de otra similar:

Izquierda: Calaveras de Cristal
A la izquierda podemos ver ambas calaveras. La superior es la calavera de Mitchell-Hedges, que en ese momento estaba en posesión de Sidney Burney, y la inferior es la calavera del Museo Británica

Ambas son relamente similares. Tanto que en la decada de los treinta del pasado siglo XX se efectuaron diversos análisis comparándolos. En una famosa serie de artículos, Adrian Digby (conservador del Museo Británico) y el antropólogo físico G.M. Morant debatieron sobre el posible origen común de ambos cráneos.

Los artículos de ambos se publicaron en la revista Man, en julio de 1936, y constituyen la primera referencia al cráneo de cristal de Mitchell-Hedges que pueden encontrarse, indicando como dueño a Burney. La conclusión del debate es que ambos cráneos son tan similares que es muy posible que ambos fueran hechos utilizando el mismo modelo y tuvieran procedencias similares.

Otro cráneo parecido a estos fue ofrecido al Smithsonian hacia 1992, indicando que era de procedencia azteca. Y tenemos otros cráneos, como el que se encuentra en París, en el Museo del Muelle Branly. Este sabemos que fue vendido por un tal Eugène Boban (recuerden este nombre) a Alphonse Pinart, un etnólogo que lo donó alMuseo del Hombre parisino, de dónde llegó a su actual ubicación.

Por supuesto, se han realizado múltiples análisis sobre los cráneos. Siempre que se habla de estos cráneos se nombran los famosos análisis realizados en los laboratorios de Hewwlett Packard. En realidad lo único que se obtuvo de esos análisis es un resultado: que el cráneo de Hedges proviene de una única pieza de cristal de roca, pero nada más. No se han realizado otros análisis sobre este cráneo, pero sí muchos sobre todos los demás.

Los científicos en el British Museum han analizado repetidas veces su calavera. En 1996 se puso en marcha un proyecto de investigación conjunto entre el British Museum, la Smithsonian Institution y la Universidad de Kingston, en Surrey. Los objetos de estudio eran tanto el cráneo de cristal del British como el del Smithsonian, y las preguntas que específicamente querían responderse eran tres:

  1. ¿Cómo se tallaron las calaveras?
  2. ¿De dónde procede el material original utilizado?
  3. ¿Cuál es la historia de las calaveras antes de su llegada a los museos?
Un artículo con detalles puede consultarse en esta URL,  pero las conclusiones pueden resumirse de forma sencilla: en primer lugar, bajo el microscopio electrónico de barrido las calaveras muestran señales de haber sido talladas con herramientas de joyero modernas; en segundo lugar, mediante técnicas como la espectroscopia Raman se puede determinar que el material base de la calavera es típico de yacimientos en Brasil o Madagascar.

Pero el indicio definitivo nos lo da la historia original de la calavera. La investigación documental prueba que un anticuario francés la tenía  en París en el último cuarto del siglo XIX, y que tras intentar venderla en París y en México, donde el Museo Nacional la rechazó por considerarla una pieza moderna, la vendió a Tiffany & Co que, a su vez, la vendería al British Museum una década después. Lo curioso del asunto es el nombre del anticuario francés ... Sí, el que están pensando: ¡Eugène Boban!

Pero no quedan aquí las cosas. Las investigaciones sobre la calavera del Smithsonian arrojaron resultados similares. Además ane McLaren Walsh, una de las participantes en el proyecto indicado anteriormente pudo trazar el origen de la calavera de cristal del Smithsonian de nuevo hasta ... Por supuesto, Boban. Tenéis algún detalle en este artículo: “Legends of the crystal skull. Why Indiana Jones might want to rethink his latest quest”.

Izquierda: Eugène Boban, el nexo de unión de todas las calaveras

 


Recapitulando ...

Hagamos un pequeño resumen de la situación:

  • Sabemos que Hedges compró su calavera en una subasta en 1943 por 400£.
  • Sabemos que una calavera casi idéntica (tanto que los antropólogos físicos piensan que el modelo para tallarlas era el mismo)  fue hecha con herramientas modernas.
  • Ninguna calavera aparece antes del finales del siglo XIX. Curiosamente, ninguna aparece antes de que comiencen las importaciones francesas de cristal de roca de Madagascar. En particular, sabemos que la calavera idéntica a la de Mitchell-Hedges proviene de Madagascar o de Brasil.
  • Todas las calaveras estudiadas exhaustivamente se han podido trazar hasta Eugène Boban, arqueólogo en el séquito de Maximiliano de México y conocido por su afición a falsificar piezas.
  • Ni que decir tiene, el estilo de la calavera no tiene nada que ver con nada precolombino que podamos conocer (ni azteca, ni maya, ni ...)

Por supuesto, la calavera jamás ha mostrado ninguna de sus propiedades paranormales en presencia de "no creyentes", aunque, en honor a la verdad, hay que decir que esta es una curiosa propiedad de todos los objetos paranormales. Podemos seguir pensando que es una reliquia de una civilización desaparecida de la que nunca se ha encontrado el menor rastro, pero parece más razonable suponer que es una obra europea de finales del XIX que, como sus hermanas, fue distribuida entre finales del XIX y principios del XX. Un bonito pisapapeles (muy bonito, eso sí).

Si quieres alguna referencia adicional ...

Autor: Marfvader


Bibliografía

CARROLL, R.T. "Crystal Skulls". Artículo en The Skeptic´s Dictionaryhttp://skepdic.com
JONES, M. Fake?: the art of deception. Catálogo de la exposición. London. British Museum Press, 1.990.
NICKELL, J. y FISCHER, J.F.Secrets of the Supernatural: Investigating the World´s Occult Mysteries. Amherst (N.Y.). Prometheus Books. 1.988
WALSH, J.M. "Crystal skulls and other problems" en Exhibiting dilemmas: issues of representation at the Smithsonian. Washington y London. Smithsonian Institution Press. 1.997.