miércoles, 26 de junio de 2019

Auxilio




Victor Armando, era el nuevo velador diurno de la colonia, un hombre de unos veintiseis años, moreno, cabello oscuro, complexión media y actitud carismatica. Salía a dar sus rondas en una motocicleta de color negro, con su uniforme azul, un tolete del lado derecho y una lampara del otro, junto a una radio. Durante un mes no reportó nada mas que un chamaco pintando paredes. A los dos meses le comentaron que podía ganar mucho mas, en el turno nocturno y que podía cambiarse si así lo deseaba. Armando no dudo en aceptar el cambio, contento de la amplia remuneración, se presentó a las nueve de la noche para dar sus rondas.

Tres días despues, como a las once de la noche oyo la radio sonar, no entendió bien, pero alguien necesitaba apoyo del lado norte de la colonia por donde se levanta la colina, escuchó de una mujer en problemas. No lo dudó, avisó a su central que iba inmediatamente, se persigno y cambió su rumbo en dirección a la zona.

Cuando llegó al lugar señalado, vio a varios habitantes platicando afuera de sus casas, los rostros expresaban confusión y miedo. A la lejanía por el camino de terraceria vio a un compañero, se acercó a él, para que lo pusiera al tanto de la situación.

-Hey, Jaime ¿qué esta pasando?- Preguntó el velador, mientras se estacionaba.
-No se muy bien Victor, pero me alegra verte. Apenas acabo de llegar, comentan que una mujer estaba pidiendo ayuda, pero desde que vine no e escuchado nada, dicen que es por alla- Y señalo una quebrada.

-Si era en la quebrada, ¿qué chingado hacías en este camino?

-Pues como esta todo accidentado, pense en bordear, por eso baje por aca, pero los vecinos no estan seguros de donde venía el grito.

Otros dos veladores llegaron y Jaime les dio la misma explicación, en ese momento un grito desgarrador se escucho, una mujer joven pedía auxilio, probablemente por la emoción, pero el aire se puso mas frio en ese instante. Los veladores no lo pensaron mas, eligieron bajar por la quebrada otros tres vecinos, sacaron lamparas y para apoyar bordearon por el camino, armados con machete y porras.

-Auxilio- El grito desgarro nuevamente el aire y un llanto corto le acompaño. Mas personas salieron para intentar apoyar con lamparas, a los veladores que ya descendían por la accidentada quebrada.


-Ayudenme- Se escuchó nuevamente y otro lamento preocupó a los presentes, "pobre mujer", "la han de estar lastimando" murmuraban.


Los veladores terminaron el accidentado descenso, con no mas que manchas de lodo y uno que otro raspón, el grupo de civiles, con dos personas más, apenas e iban rumbo al punto de reunión, así que por lo urgente del asunto los veladores se metieron a la zona de arboles.
Victor Armando, caminaba entre los arboles junto a sus compañeros, el miedo y la incertidumbre, le habían llenado de sudor las manos y le habían erizado los bellos del cuerpo. Gritaban a la nada esperando respuesta, ¿esta bien? , ¡siga gritando!, ¡donde esta!, pero nadie respondía. Victor miró hacia atras y vio las luces de los civiles, corriendo en dirección a ellos, despues de un rato los alcanzaron y se internaron todavía mas en aquel mar de arboles.

Nuevamente los gritos se escucharon y el grupo siguió adelante, caminando por un buen rato. Llegaron hasta un amplio espacio y despues de discutirlo, decidieron que aquello parecía una broma, algo no estaba bien, aquella voz parecía alejarse mas, lo mejor era regresar, por que terminarían perdidos. En ese instante, el llanto se escucho mas fuerte, pero no sabian de donde venía con exactitud, miraban a todos lados, pero veían sombras fugaces, que se movían de un lado a otro, escondiendose entre los arboles, parecía que estaban rodeados.

Los hombres inundados de miedo alumbraban de un lado a otro, intentando enfocar a aquellos que les rodeaban, pero sin exito. El ambiente era tenso y el llanto de aquella mujer lo hacía peor. "Vayanse a la verga" grito un civil y avanzo de regreso, los demas le siguieron, hasta que un viento fuerte y helado los golpeo de frente, las luces de las lamparas se apagaron y una risa resono en aquel claro.

Despavoridos corrieron en completo desorden, se gritaban para no perderse, pero no era suficiente, aquellos hombres corrian sin importarles nada, no tardaron mucho en dispersarse. Victor Armando sentía que le seguían, ya no sabía si aquello que veía eran sus compañeros o las sombras extrañas. En su desesperación, tropezo con algún obstaculo y cayo directo al suelo.
 
Al levantarse Armando quedó paralizado, una extraña silueta se encontraba de frente, como si lo observara. Fueron unos segundos de silencio, los gritos se oían lejanos, algunas luces de las linternas, se habían encendido nuevamente y se movian formando mas sombras. Armando le dio dos vueltas a su linterna, se oyo un "click" y la luz salio nuevamente. Apuntó con la mano temblorosa a aquel ser de sombras y solo encontro la oscuridad.

La constante risa se escuchaba en la oscuridad, un aroma fuerte penetro en los pulmones de Armando y lo devolvio a la vida, era alcohol. Desconcertado miro a todos lados, sus compañeros veladores estaban alrededor y se encontraba fuera del oscuro mar de arboles.


-¿Que paso?- Preguntó.


-Te desmayaste- Contestó Jaime -Escuchamos tu grito y no te podiamos dejarte tirado, así que nos amarramos los huevos y fuimos por ti, te encontramos inconsciente y como pudimos, te trajimos hasta aca.
 
Armando no preguntó mas, simplemente no quería saber, todavía veía imagenes que no comprendía y escuchaba aquella risa seca rondandole la cabeza. Vio a una camioneta de policias a lo lejos, la cual bordeo por la terraceria, no encontraron nada.

La descripición del lugar donde estuvieron los hombres no concordaba, el espacio no era tan amplio, como para caminar tanto tiempo. La mayoría de personas opina que fue un ataque de pánico, que confudieron las sombras, que el ruido era el viento que movia los arboles.

Armando renuncio a los pocos días "la paga no es suficiente" dijo. En la colonia es comun que el grito se siga escuchando, pidiendo auxilio y ayuda, lamentandose, desgarrando el aire. Este no ha sido el único grupo que ha ido buscando a aquella misteriosa mujer, son varios los que se han internado, pero con consecuencias leves. Por eso a cada velador nuevo le advierten, que no siga los gritos de aquella mujer, que al parecer busca perderlos.
Fuente:                        bauldeleyendas.blogspot.com

Autor: Luis C. Pérez

La malora




Cuenta la leyenda que La Malora era representada por una mujer bella que aparecía únicamente a determinadas horas del día, anochecer, media noche o mediodía. Su belleza y encanto atraía a su víctima, principalmente hombres, a quienes hacía seguirle en son de burla; si éste se resistía se transformaba en un ser querido de la víctima como la madre, hermana, novia o esposa hasta conseguir su objetivo.

La malora solía aparecer en lugares apartados o por los caminos y sobre todo a persona en estado de ebriedad para hacerse seguir. Si una persona queire asirla, se escabulle y reparece más adelante, llevando así a su víctima por lugares intrincados, llenos de zarza y maleza.

Para deshacerse de este ser se utiliza un cinto o faja preparada o curada con un rito que muy pocas personas conocen y la próxima vez que aparezca se debe atrapar con el cinto y al instante se convierte en un manojo de hojas secas.


Leyenda de la costa Chiapaneca

martes, 25 de junio de 2019

La mujer herrada



Dicho suceso aconteció entre los años de 1670 y 1680, en el número 3 de la Calle de la Puerta Falsa de Santo Domingo, hoy llamada Perú, en el centro histórico de la ciudad de México. La casa aún existe, y es la número 100.
En ese lugar vivía un clérigo, quien, pese a sus votos eclesiásticos, se había amancebado con una “mala mujer”.
Cerca de ahí, en la entonces Calle de las Rejas de Balbanera, un herrero había levantado su casa y su taller. El herrero resultaba ser gran amigo del clérigo. Gracias a este lazo espiritual, se creía con el deber de aconsejarlo que dejara a aquella mujer, pues sus tratos carnales con ella constituían un gran pecado. Por supuesto, el clérigo jamás escuchó razones.
En cierta ocasión, avanzada ya la noche, el herrero escuchó fuertes golpes en su puerta. Temiendo que pudieran ser ladrones, se levantó de la cama temeroso y preguntó quien tocaba la puerta. Resultó que eran dos personas de color, quienes aseguraron que llevaban un encargo de su patrón, aquel clérigo amigo suyo.
Le rogaba que le herrara la mula, pues muy temprano debía hacer un viaje al santuario de la virgen de Guadalupe. El herrero reconoció la mula de su compadre, y aunque de mala gana, por lo avanzado de la hora, le clavó las cuatro herraduras de rigor. Al finalizar la tarea, las dos personas se llevaron al animal, pero dándole fuertes golpes, que el buen herrero los reprendió.
En la mañana el herrero salió a ver a su amigo, pues quería saber el motivo de la urgencia. Grande fue su sorpresa al hallar al clérigo aún en cama. Le recriminó que lo hubiera despertado a media noche, y quería saber por qué tenía tanta prisa de herrar a la mula. El clérigo escuchó atento la historia, y le explicó que él no había enviado a ningún criado, que seguramente se trataba de una broma que alguien quiso jugarle al herrero.
Al llegar a esta conclusión, ambos comenzaron a reír, y trataron de despertar a la mujer del clérigo para contarle la travesura que habían sufrido.
Primero le hablaron con voz baja, después el tono comenzó a subir e incluso la movieron. Pero la mujer estaba quieta, perfectamente muerta. Al destaparla, ambos miraron con horror: los pies y las manos de la mujer tenían clavadas las cuatro herraduras que el herrero había colocado en las pezuñas del animal. Su cuerpo mostraba golpes por todos lados: los golpes que los dos negros habían propinado tan cruelmente a la mula la noche anterior.

By Erik el Godo

lunes, 24 de junio de 2019

La promesa cumplida



El día era hermoso mis hijos habían sido invitados a la fiesta de cumpleaños de un amiguito y estaban ansiosos por ir, sin embargo, yo estaba muy engripada, me dolía la cabeza y mi nariz no dejaba de moquear, les estaba diciendo a mis pequeños que no iríamos al cumpleaños cuando llegó mi esposo del trabajo mis pequeños no perdieron el tiempo y corrieron a suplicarle que los llevará a la fiesta por un rato aunque fuera. Mi esposo sonrió, yo sabía él no se negaría pues eran sus pequeños consentidos, mis hijos viendo su victoria lo abrazaron y corrieron a alistarse a su recamara. Mi esposo se me acercó y me preguntó: " ¿Cómo sigues?" Él era un gran esposo, el mejor, nos consentía y amaba así como nosotros a él, le contesté que me seguía sintiendo mal y qué lo mejor sería no ir a la fiesta, él me sonrió y dijo: "amor, que te parece si yo los llevo un rato y tú aprovechas para descansar un poco, prometo estar aquí a las 8:00 pm y traerte pastel ¿Qué te parece?" Sonreí mientras él me daba un beso en la frente y le dije: "de acuerdo, pero cuídalos y que no coman muchos dulces". Ayude a mis hijos a terminar de alistarse y los despedí en la puerta de la casa, como la casa de la fiesta estaba cerca mi esposo decidió ir caminando y yo los ví alejarse felices y entusiasmados  y mientras me despedían con la mano mi esposo sonriente me dijo: "te traeré tu pastel" solté una carcajada y cerré la puerta. 
Me tome unas pastillas antigripales, me preparé un té, me puse una frazada y me acomode en la sala para ver el televisor, al poco rato me quedé totalmente dormida, desperté a las 8:30 pm y me sobresalté al ver que mi esposo aún no llegaba pero no quise alterarme ya que solo eran 30 minutos de retraso, tome el celular y le mandé un mensaje para saber si se estaban divirtiendo pero no hubo respuesta, seguí viendo la televisión mientras esperaba su llegada, pero pasaron los minutos que se convertían lentamente en horas y al ver que eran 10:30 pm llame a la casa del amigo de mis hijos pero nadie me contestó, llame al celular de mi esposo y tampoco hubo respuesta, mandé mil mensajes y nada, cuando el reloj dió las 12:00 AM decidí salir a buscarlos y cuando me dirigía hacia la puerta está se abrió y corrí hacia ahí y con un enorme alivio ví entrar a mi esposo con mis hijos me sentí tan tranquila y aunque también estaba algo molesta corrí y los abrace, mi esposo estaba muy frío pero supuse que era porque no llevaba chaqueta, me sonrió y me entrego un gran plato de pastel mientras decía: "lo siento amor, perdí la noción del tiempo, pero prometí que regresaría y te traería un trozo de pastel" sonreí y fui a guardar el pastel a la cocina. Cuando regrese a la sala ví a mis hijos serios y algo ausentes así que pensé que estaban cansados por la fiesta y ordene que fueran a la cama, ellos obedecieron y fueron a su recamara cuando ya estaban listos, entre a arroparlos, ellos me abrazaron y me besaron diciéndo: "gracias mamita, gracias te amamos" muy conmovida les devolví el abrazo y los bese diciéndoles: "yo también los amo con todo el corazón" sonrieron tranquilos y yo salí de su habitación y me fui a la mía cuando entre mi esposo ya estaba en su lugar acostado, me puse la bata y me fui a acostar a su lado, me tocó la frente y me dijo: ¿Cómo te sientes?" Le dije que mejor y él sonrió y me dijo: "te amo y siempre lo voy hacer" lo bese, me abrazo y nos dormimos.
Me despertaron unos golpes en la puerta al ver el reloj ví que eran las 7:00 AM me gire para levantar a mi esposo pero su lado estaba vacío, así que me levanté, ya que los golpes no cesaban, me cambie la bata y corrí escaleras abajo para abrir la puerta, al abrir me encontré de frente con un oficial de policía que me dijo: "buenos días señora" recuerdo que le dije: "buenos días oficial, ¿Puedo ayudarlo? ¿Algún problema?". Él me miró con compasión y me respondió: " necesito que me acompañe", salí sin hacer ningúna pregunta y al salir sentí un gran frío y un vacío en mi corazón aunque nunca imaginé el porqué, el oficial me llevo a su patrulla arrancó y condujo a un par de calles más adelante, paro y volteando hacia mí me dijo en voz baja y calmada: "señora, necesito que sea muy fuerte en este momento y antes de que baje debo decirle que..." No escuché más baje de la patrulla y corrí a donde estaban unas sábanas blancas que ocultaban unos cuerpos, los destape y casi me desmayo cuando ví la escena más trágica de mi vida, caí al suelo no me sentía dentro de mi cuerpo, bajo esas sábanas estaban los cuerpos sin vida de mis hijos y mi esposo, él cual sostenía un gran plato de pastel totalmente aplastado. No daba crédito a lo que veía y en mi cabeza repetía una y otra vez que la noche anterior los había visto, mi cabeza murmuraba: "los ví ayer, los ví ayer" volteaba para todos lados queriendo encontrar una explicación pero no había nada, el oficial que fue por mí se acercó lentamente tapo nuevamente los cuerpos y me explicó: "ayer como a las 8:30 pm un joven ebrio que iba manejando a muy alta velocidad se subió a la acera su carro se descontroló, su esposo e hijos no lo vieron venir, y desgraciadamente no pudieron evitarlo paso sobre ellos ocasionando su muerte instantánea" lo escuché como si me hablara desde muy lejos mi cabeza seguía en blanco, me levanté torpemente y salí corriendo hacia mí casa lo más rápido que pude, llegue abrí la puerta apresuradamente fui a la cocina revisé el refrigerador el pastel que mi esposo me dió en la noche no estaba, subí corriendo las escaleras fui al cuarto de mis hijos y estaba completamente vacío todo estaba en su lugar, salí de ahí a prisa esperando verlos con su padre en mi recamara pero al igual que todo lo demás ese cuarto estaba vacío, mis hijos y mi esposo no estaban en esa casa ya, mis ojos se llenaron de lágrimas estaba por salir cuando en la almohada que era de mi esposo note que había una hoja de papel cuando lo tome leí en el "te prometí que volvería y te traería pastel, te amamos". Lloré y seguí llorando mientras abrazaba ese trozo de papel él cumplió su promesa pero ya no estaría a mi lado nunca más.

lunes, 17 de junio de 2019

El demonio de la catedral de México

La Catedral de la Ciudad de México cuenta con amplios sótanos en los que al parecer se albergan algunos misterios, como el del "Demonio de la Catedral", que espantó a muchas personas en el año 1629.

Los escritos de esta interesante narración fueron localizados por el investigador norteamericano Robert Freeman, colaborador de la revista FATE. De acuerdo a sus informes, los hechos tuvieron lugar durante las últimas etapas de la construcción del templo, agregándose que por su importancia existen numerosos testimonios de ello en los archivos eclesiásticos. El manuscrito original donde se relatan estos hechos fueron proporcionados por un profesor mexicano cuya familia lo guardaba desde hacía mucho tiempo.

Todo comenzó con la inundación ocurrida en 1625 "Por este tiempo los superiores de la orden de los monjes Franciscanos, que hasta entonces habían celebrado sus ceremonias religiosas en la casa de Hernán Cortés, decidieron usar para tal fin una capilla inconclusa ubicada dentro de la Catedral, en aquel lugar, y para su comodidad, instalaron sus claustros.
En el año 1629 las aguas del lago que rodeaba a la Ciudad de México se elevaron a un nivel sin precedentes inundando gran parte de la urbe. Entre los sitios invadidos se encontraba la Catedral, cuya base desapareció bajo el pantanoso líquido. Esto tuvo por resultado que se interrumpieran los trabajos de construcción que se realizaban en la Catedral.

Un día dos monjes descubrieron, con sorpresa y alarma, un sarcófago de mármol ubicado dentro de un pasillo de la Catedral, que antes había estado vacío. El objeto medía más de dos metros de largo por uno de ancho y estaba medio sumergido en el agua lodosa".

La "cosa" dentro del Sarcófago "Los monjes corrieron a contarle a su superior acerca del asombroso descubrimiento y él decidió investigar por sí mismo, por lo que tomando un candelabro se dirigió al sarcófago. Lo primero que notó fué que había en la tapa un hoyo de unos ocho por diez centímetros cuyas orillas se encontraban sucias y viejas. Alumbró con el candelabro el agujero para tratar de ver lo que estaba adentro y, entonces, emitió un espantoso grito y tapándose los ojos huyó del lugar a toda carrera. Más tarde y ya tranquilo explico que había gritado al ver que algo se movía dentro de la caja; agregó que había notado más detalles que conferían al asunto un halo horrible; adentro había algo que no era ni humano ni animal, algo horripilante que le heló la sangre en las venas por la mirada de maldad e intenso odio que tenía. "Aquello" no hizo ningun ruido, pero inmediatamente se apartó del hoyo bajo la mirada atónita del monje. Los acompañantes del superior agregaron que al mismo tiempo que esto ocurría se escuchó dentro de la caja el ruido de algo que se escurria y la estancia se lleno de un olor blasfemo".

Un Demonio Prisionero "Nadie pudo explicar cuál era la finalidad de guardar semejante objeto profano en una Catedral sangrada, salvo que de esta manera se tratara de cuidar al mundo de los terribles poderes del ser que contenía el Sarcofago. En este caso, la iglesia le servía de prisión al demonio, evitando que pudiera hacer daño; sin embargo, nadie supo cómo había llegado ahí ni cuál era su origen. Los monjes estaban seguros que los restos no eran de un cristiano, ya que no había ninguna cruz grabada en el sarcófago; por otra parte, tampoco era posible apreciar algún tipo de nombre, fecha o indicio de su origen. Una mañana, poco días después de que la inundación había cedido, un grupo de monjes se reunió alrededor del sarcófago y uno de ellos se sentó sobre la tapa, cubriendo con su hábito el agujero de la misma. Poco después, al levantarse el monje, sus compañeros notaron que su ropa estaba rota y no encontraron el pedazo faltante. Nadie le dio mucha importancia al incidente y todos consideraron que el hábito se había roto antes, atorándose en algún clavo.
Paso el tiempo y fue inútil la búsqueda del nicho donde se suponía había estado antes el sarcófago; ni siquiera las reiteradas exigencias de que se buscara, realizadas por el jefe de los arquitectos, dieron resultado".

La partitura inexplicablemente quemada "Varias semanas después, un joven organista llamado Fermín de Huesca fue a la Catedral a fin de probar el gran órgano español que los trabajadores acababan de montar. No habiendo estado ahí durante la inundación, se sorprendió al ver el sarcófago en el pasillo. Vencido por la curiosidad se acercó y se inclinó sobre el ataúd tratándo de ver qué contenía. Como no distinguiera nada, enrolló una partitura y la metió por el agujero de la tabla. De pronto, escuchó un crujido en el interior y algo se aferró al papel. El organista retiró bruscamente las hojas y lanzó un grito al ver que una buena parte había sido arrancada y que la orilla del pedazo que aún tenía en las manos estaba quemada.
El hombre echó a correr aterrorizado y se topó con uno de los sacerdotes, que lo tranquilizó con muchos trabajos. El monje dijo al organista que seguramente una rata le había arrebatado parte del papel, pero el músico siguió insistiendo una y otra vez en que el jalón había sido muy fuerte para tratarse de un roedor y que, por otra parte, era imposible explicar la razón de que las hojas se hubieran quemado".

Se intenta un Exorcismo "Alarmado por estas cosas, el padre superior de la orden decidió que era hora de abrir el sarcófago y conocer su contenido, y para este menester se hizo acompañar por miembros del Santo Oficio y otros clérigo. Ya reunidos decidieron no correr riesgos con el ser que pudiera estar dentro del ataúd, y se prepararon para efectuar el exorcismo. Los representantes de la iglesia ordenaron vaciar el recinto y pusieron a una persona cuidando la puerta con órdenes de no dejar pasar a nadie. Luego, se reunieron alrededor del sarcófago y trataron de levantar la tapa. Su primer intento falló lamentablemente pues el mármol no se movió ni un centimetro. Pero, de pronto, cuando uno de los padres murmuró unas palabras en latín, la tapa salió volando y quedo a un lado sin causar daño alguno. Fue como si las puertas del mismo infierno hubieran sido abiertas. La tierra tembló bajo sus pies, escucharon los candelabros de plata y bronce chocar entre sí, y acompañando todas estas horribles señales se percibía una combinación indescriptible de grito y rugido que heria despiadadmente sus oídos. Y, ante los espantados ojos de todos los ahí reunidos, del sarcófago se levantó una forma de horror puro que se remontó hacia el techo abovedado. En ese preciso instante, como al soplo de un viento ultraterreno, todos los cirios se apagaron. Pasada la primera impresión de terror, alguien reaccionó y encendió varias velas que alumbraron lo suficiente para ver que el señor Cervantes, uno de los miembros del Santo Oficio, y el padre Fray Antonio de Medina, yacían muertos en el suelo, con el rostro desfigurado por el terror".

Unas horribles huellas sobre el lodo "Pero no terminó ahí el horror, pues uno de los trabajadores señalo una huellas perfectamente marcadas en el lodo que cubría el piso desde la inundación. Eran unas pisadas, ¡pero los pies no pertenecían a ningún ser nacido de mujer! Eran más grandes, mucho más, que las de un humano y cada una de ellas tenía tres dedos largos y puntiagudos. Las huellas partían del ataúd y se alejaban hacia un lado, ¡desapareciendo súbitamente como si quien las marcó se hubiera lanzado a volar! De pronto, uno de los hombres gritó señalando el sarcófago; y todos pudieron ver en el fondo de éste, los restos de la partitura de Fermín de Huesca y el pedazo de paño del hábito sacerdotal desgarrado; Aquí terminaba abruptamente la narración". ¿Realmente terminaba esta terrible Historia? Para los investigadores el relato quedó incompleto, y coincidieron en que al manuscrito le faltaban varias páginas, pues un caso que tuvo lugar en 1935 indica que de alguna manera el demonio de la Catedral fue vuelto a aprisionar en el sarcófago.

Según Robert Freeman , al investigar los eclesiásticos halló abundante docementación sobre unos albañiles que, al estar cambiando de lugar un atril en el año mencionado, encontraron el sarcófago maldito detrás del Altar de los Reyes.
Cuando el ataúd fue retirado se encontraron sobre él diversas nota indicadoras de que se había llevado a cabo un exorcismo. Asimismo, el hoyo en la tapa estaba obturado y sobre ésta se había garbado una inscripción muy curiosa: IVA CUVABIT LAMIA , frase en latín que quiere decir: "Aquí encontrarán algo escondido".

El manuscrito fue devuelto a su dueño y Robert Freeman supo que aquél lo vendió en el año 1975 por la cantidad de 1,600 dólares, a un museo de Barcelona, España, donde actualmente se encuentra en exhibición.
Por lo que se refiere al ataúd. parece ser que fue llevado a los sótanos de la Catedral Metropolitana, donde hasta la fecha se encuentra, conteniendo en su interior al... HORROR DESCONOCIDO ó mejor dicho "EL DEMONIO DE LA CATEDRAL DE MEXICO".

La mujer azul de Kansas



En Topeka, Kansas (Estados Unidos), habitaba una mujer hacia 1960 cerca del cementerio de la ciudad. Era llamada albina por los pobladores, debido a que tenía una falta crónica de melanina que hacía que su piel, más que blanca, tomara un ligero color azulado. Solía salir en las noches, para evitar el sol (que lastimaba mucho su piel) y pasear a su perro en los prados aledaños al cementerio.

De acuerdo con la historia que se cuenta, los habitantes de la región no eran muy amables con ella. La despreciaban y rechazaban por su extraño aspecto, llegando incluso a maltratarla ocasionalmente. Sin embargo, un día una turba de jóvenes, por motivos desconocidos, decidió ensañarse con ella más de lo normal. Fueron hasta su casa, de donde la arrastraron al cementerio y allí, en una tumba improvisada, la enterraron viva.

Aunque esta es la versión oficial, nadie fue procesado por este crimen, por lo que a veces se afirma que la odiada mujer murió, en verdad, de causas naturales, y no fue hasta luego de su muerte que su tumba fue vandalizada y su cuerpo profanado. En cualquier caso, la mujer jamás abandonaría este lugar a partir de aquel horrible día: su espíritu, según dicen, ronda la ciudad y el cementerio y se asegura de que ningún visitante nocturno pueda, jamás, olvidar su visita. Los avistamientos, tanto de locales como de visitantes, se cuentan por los cientos.

Apariciones de la Mujer Azul de Kansas.

La más reciente de sus apariciones ocurrió en el año 2013, cuando un niño llamado James George se encontraba en una tienda con su mamá. El pequeño se dirigió hacia un grupo de maniquíes, sin pensar mucho en los hombres de plástico hasta que uno de ellos, particularmente horripilante, volteó su rostro hacia él. Corriendo y llorando fue a buscar a su madre y le señaló el lugar de donde había salido la persona… y allí estaba: brillando con una tenue luz azul, la mujer albina se encontraba mirándolos fijamente. De acuerdo con el relato de los dos, se dirigió hacia ellos, los atravesó y salió por la puerta (o mejor, a través de la puerta).

Otra de sus apariciones, en este mismo año, cuando una joven llamada Jessica Streeter fue al cementerio con su novio con la idea de poder descansar de las miradas de los vecinos y tener una velada romántica en paz. La joven, que no conocía la leyenda, no tenía idea del horror en el que se convertiría su velada.

Mientras se besaban junto a su picnic, sentados en el suelo, vieron surgir de la nada la cabeza de la mujer, que los atacó, los arañó y, según el relato de Jessica, incluso intentó asfixiarla. Los jóvenes abandonaron sus pertenencias y salieron a toda velocidad, aterrorizados, del campo sagrado.

Los relatos de las apariciones de la mujer comenzaron en 1964, cuando un joven que se estaba probando ropa la vio ingresar al vestidor. Fue solo la presencia amenazante de su abuela, quien se enfrentó al fantasma sin temor, lo que le permitió salir incólume de esta situación. Nuevas apariciones se darían en 1968, cuando la mujer comenzó a realizar una especie de circuito en las noches de la ciudad. Uno de los vecinos la veía pasar todas las noches hasta que ella se dio cuenta de que el hombre la observaba. En este momento comenzó a pausar sus caminatas y a acercarse más y más a la casa, hasta que al final se quedaba un rato mirando a su familia dormir. Sin embargo, afirma el vecino, la mujer jamás lastimó a sus hijos.

De acuerdo con varios miembros de la ciudad, el fantasma sigue asustando a quienes se encuentran cerca al cementerio, en las noches.