El lado oscuro del metro de Moscú
Lo primero que le llamará la atención del metropolitano moscovita será el lujo, una gran idea del comunismo que se llevó a la práctica con indiscutible éxito: los palacios debían ser para el pueblo y no para una élite elegida por nadie. Cantidades ingentes de mármol lo revisten, mosaicos de vivos colores, andenes iluminados por fastuosas lámparas irrepetibles en cada estación, originales y únicas, todo un regalo para la vista en el camino rutinario al trabajo.
Detrás de tanta belleza y pomposidad, también se ocultan misteriosas voces y sonidos, fenómenos sobrenaturales, desapariciones de personas, suicidios incontrolados y otros sucesos inexplicables.
Para los exploradores de túneles subterráneos representan un especial interés las famosas estaciones fantasma, que son cuatro: una de ellas es Sovétskaya, en la línea verde, que en un proyecto inicial estaría entre las estaciones de Teatrálnaya y Mayakóvskaya.
Según diferentes fuentes, se utilizaron elementos del proyecto inicial para construir (y puede que aún se encuentre) un búnker gubernamental. Seguramente sea una leyenda más, pero la estación se encuentra cerrada. (Sobre el búnker de Stalin vea el artículo Las fuerzas del mal de Chístie Prudí).
Las estaciones de Pervomáiskaya y Kalúzhkaya funcionaron temporalmente hasta que las trasladaron, por lo que las originarias quedaron cerradas. Lo que queda de ellas ahora son restos de su existencia.
Hay muchas leyendas sobre la estación fantasma de Bolokolámskaya. La estación estaba prevista para los residentes de un complejo de viviendas masivo que se erigiría en lugar del aeródromo de Túshinskoye, pero no se llegó a construir por la desmesurada inversión que suponían las obras.
La estación carece de salidas al exterior y el revestimiento exterior apenas lo componen algunas bombillas que iluminan el andén vacío y dos filas de columnas de apoyo.
Según otra versión durante los trabajos de construcción, los trabajadores y transeúntes tropezaban continuamente con fenómenos paranormales. Así fue como el aeródromo de Túshinskoye se consideró por la voz popular un lugar maldito.
La fuerza del subsuelo
Extrañas voces y sonidos, místicos fuegos y enigmáticas apariciones molestaban tan a menudo a los constructores del metro que estos se negaron a trabajar. Y al cabo de un cierto tiempo, la construcción se detuvo por completo.
Estación fantasma Volokolámskaya. Fuente: Stalker
Los investigadores de la vida subterránea aseguran que en las capas profundas de la tierra se concentra continuamente la energía negativa, la irritación, el odio, los miedos, las fantasías de cada uno.
Asimismo afirman que no solo las personas proyectan sus cargas negativas en el subsuelo, sino que a su vez, el subsuelo influye en las personas. Muchos pasajeros sienten a menudo una incomprensible incomodidad.
Especialistas en bioenergética afirman que hay personas que pueden sentir una inquietud incomprensible con más facilidad en el metro debido a un nivel de intuición más desarrollado.
No olvidemos que el metro se construyó sin poner atención a lo que había anteriormente en aquellos lugares, entre otras cosas, cementerios.
Existe un extraño interrogante de por qué el metro de Moscú llama al suicidio. No solo personas desequilibradas lo eligen como medio para acabar con su vida, sino también personas en perfecto estado de salud mental.
Se dice que una cierta fuerza desconocida provoca en ellas el deseo de acabar con todos los problemas y desaparecer. En las estaciones de Krásnie Vorota y Púshkinskaya es donde más a menudo se lanzan a las vías los suicidas. Pareciera como si la longitud del interminable túnel atrajera de una forma misteriosa hacia él.
La casa del tejado rojo
El 14 de mayo de 1954 la gran línea circular del metro de Moscú se convirtió en una línea cerrada continua. Desde entonces, existe la leyenda de que una vez al mes dicha línea la controla un misterioso maquinista vestido con el antiguo uniforme.
Dicen que el propio tren y su maquinista despiertan un inefable miedo y hay rumores de que subir al tren fantasma, de todas formas, es posible, pero luego nadie vuelve a ver a los que subieron.
Durante la construcción de la estación Borovítskaya en 1986, en el centro de Moscú, las condiciones de trabajo fueron complicadas y los plazos de conclusión de las obras apremiaban, cuando de repente apareció un inesperado hallazgo.
A una profundidad de unos cinco o seis metros se encontró una casita con el tejado rojo, de grueso ladrillo y cuyas ventanas y paredes permanecían intactas. Las obras inmediatamente se pararon y acudió al lugar toda una comisión de científicos, constructores, arquitectos, etc.
Había que decidir inmediatamente cómo actuar ante tan inusitado hallazgo. Los arqueólogos aclararon que el misterioso edificio seguramente fue víctima de un cataclismo natural y que al parecer a mediados del siglo XIX, los cimientos de la casa se asentaron y abismaron el edificio hacia las profundidades.
Pero lo más extraño es que la casa permanecía casi en un intachable estado. Y dentro del edificio se encontraron muebles y utensilios caseros en perfectas condiciones. Precisamente estas circunstancias dieron lugar a la leyenda de que aquí habitaban fuerzas malignas.
Las personas que trabajaron cerca del extraño hallazgo del subsuelo, comenzaron a experimentar malestar, dolores de cabeza y mareos. Se tuvo que desmontar la casa y sus pedazos se sacaron de la ciudad.
No se acaban aquí las historias raras, pues a menudo durante la construcción del metro los obreros se tropezaban con restos humanos, justo donde precisamente ocurren fenómenos paranormales.
FUENTE/http://es.rbth.com/