Reconstrucción del suceso de
Kelly-Hopskinville
Cae la tarde del 21
de agosto de 1955, la familia Sutton, compuesta por Elmer, Vera, John, Alene y
su hermano, eran huéspedes de la familia Langford.
Compuesta por Glenie y sus tres hijos, Lonnie, Charlton y
Mary, junto con su amigo Billy Ray Taylor y su mujer June.
A eso de las 7, Billy Ray Taylor salió de la casa para ir
a buscar agua a la fuente de la granja y beber un trago. Mientras estaba fuera,
vio un luz que despues reconocio como un ovni, «realmente muy brillante, con
todos los colores del arco iris».
Aparentemente, había aterrizado cerca de la granja, en el
lecho de un río seco.
Cuando volvió a la casa y contó a los demás lo que había
visto no le creyeron, pensaron que había visto una estrella fugaz. Nadie salió
a investigar. Una hora después los ocho adultos y los tres chicos padecerían un
prolongado y terrorífico sitio por parte de seres del más grotesco aspecto
imaginable.
Comenzó con el ladrar enloquecido del perro en el patio y Elmer, conocido como «Lucky» Sutton, salió con Billy Roy Taylor por la puerta de la cocina de la granja, para ver qué era lo que molestaba al animal.
Comenzó con el ladrar enloquecido del perro en el patio y Elmer, conocido como «Lucky» Sutton, salió con Billy Roy Taylor por la puerta de la cocina de la granja, para ver qué era lo que molestaba al animal.
Lo que vio debió de parecerle el producto de una
pesadilla:
Una criatura fosforescente,
parecida a un enano, con enormes ojos, que con los brazos extendidos hacia arriba
se aproximaba lentamente, pero con determinación, hacia la casa.
Esta gente de campo, de vida retirada, no estaba acostumbrada al trato diplomático y cortés y su costumbre era «disparar primero y preguntar después».
Esta gente de campo, de vida retirada, no estaba acostumbrada al trato diplomático y cortés y su costumbre era «disparar primero y preguntar después».
Lucky cogió una escopeta y Taylor un rifle 22 y ambos
dispararon a la criatura cuando ésta se hallaba a unos 6 m de la casa. La criatura
desapareció en la oscuridad.
Dentro de la casa, los demás habían oído ruidos en el
techo de la cocina; los hombres corrieron de nuevo al patio y vieron criaturas
similares en el techo de la casa. Cuando dispararon, una de las criaturas cayó
y flotó suavemente hasta el suelo adonde llegó sin daño aparente.
Las criaturas eran de un tipo único entre los que la ufología había popularizado. Aunque incorporaban algunas de las características de las criaturas «clásicas», es decir, figuras bajas y delgadas, cabezas grandes y calvas, etc, había otras llamativas diferencias.
Las criaturas eran de un tipo único entre los que la ufología había popularizado. Aunque incorporaban algunas de las características de las criaturas «clásicas», es decir, figuras bajas y delgadas, cabezas grandes y calvas, etc, había otras llamativas diferencias.
Éstos tenían enormes y brillantes ojos amarillos a los
lados de la cabeza y una boca enorme que como un tajo les atravesaba el rostro.
Las orejas eran enormes apéndices, como las de los elefantes, desproporcionadas
en relación con el cuerpo.
Las criaturas parecían temerosas de acercarse a las brillantes luces de la casa, pero las familias estaban muy preocupadas dada la ineficacia de sus armas y se atrincheraron en el interior. Durante unas tres horas observaron cómo las criaturas se movían alrededor de la casa, hasta que tomaron la decisión desesperada de huir. A las once de la noche, huyeron de la casa en dos coches y en un santiamén cubrieron las16
km que los separaba de la comisaría de policía en
Hopkinsville, llegando asustados y en estado de gran excitación.
Impresionaron a la policía hasta tal punto que el jefe, Russell Greenwell, su ayudante George Batts, el sargento Pritchett y otros tres oficiales, junto con un periodista local, volvieron con la familia a la granja, dispuestos a entablar la lucha. A3 km
de Hopkinsville y en el camino de regreso a la granja de Kelly, vieron sobre sus
cabezas dos rayos de luz y oyeron un ruido agudo y persistente.
No se halló rastro ni del ovni ni de las criaturas aunque sí se encontraron los cartuchos de algunas balas. El jefe de policía dijo: «Algo asustó a esta gente, algo que está más allá de su comprensión». La policía postergó la investigación hasta que se hiciera de día.
Pero a las 2.30 h. de la mañana, la pesadilla recomenzó. Glenie, que estaba en la cama, miró hacia la ventana y vio los enormes ojos brillantes de una de las criaturas que la observaba desde fuera. Llamó en voz baja a los restantes miembros de la familia y «Lucky» Sutton disparó hacia el intruso, que se perdió en la oscuridad. Eran sobre las 5 de la mañana del 22 de agosto, aproximadamente una hora antes de que saliera el sol, cuando vieron a las criaturas por última vez y la pesadilla terminó.
Las consecuencias de lo que sucedió esa noche fueron muy molestas para los testigos. Fueron acusados de histeria religiosa y acosados constantemente a raíz de la publicidad que se produjo alrededor del hecho. Pero durante todo ese tiempo, se atuvieron a la versión original y rehusaron protegerse de los excesos de los medios moderando sus declaraciones, pues aseguraban que el relato era absolutamente verídico.
No se ha dado ninguna explicación del encuentro que resista un examen razonable. Ese día había pasado por Hopkinsville un circo y se especuló que quizás algunos de los monos amaestrados que allí actuaban se hubieran perdido, pero la sugerencia es tan absurda que resulta casi risible. En primer lugar, no hubo ninguna denuncia de monos extraviados; en segundo lugar, los monos no se adaptan a la descripción física de las criaturas que brillaban en la oscuridad. Y finalmente, debería haberse encontrado algún mono herido o muerto después de una noche de intenso tiroteo, cosa que no sucedió.
Hay que admitir que no existen pruebas de que las criaturas tuvieran malas intenciones y se han hecho suposiciones de que esas criaturas, que se aproximaban a la casa con las manos en alto, quizá intentaban demostrar que estaban desarmadas y no eran peligrosas. Pero dada su apariencia, no parece que exista un modo de que criaturas así dejen de inspirar miedo.
Cualquiera que sea la verdad del encuentro Kelly-Hopkinsville, sigue siendo hoy, treinta y cinco años más tarde, uno de los más extraordinarios y terroríficos casos registrados de encuentros con testigos múltiples.
Las criaturas parecían temerosas de acercarse a las brillantes luces de la casa, pero las familias estaban muy preocupadas dada la ineficacia de sus armas y se atrincheraron en el interior. Durante unas tres horas observaron cómo las criaturas se movían alrededor de la casa, hasta que tomaron la decisión desesperada de huir. A las once de la noche, huyeron de la casa en dos coches y en un santiamén cubrieron las
Impresionaron a la policía hasta tal punto que el jefe, Russell Greenwell, su ayudante George Batts, el sargento Pritchett y otros tres oficiales, junto con un periodista local, volvieron con la familia a la granja, dispuestos a entablar la lucha. A
No se halló rastro ni del ovni ni de las criaturas aunque sí se encontraron los cartuchos de algunas balas. El jefe de policía dijo: «Algo asustó a esta gente, algo que está más allá de su comprensión». La policía postergó la investigación hasta que se hiciera de día.
Pero a las 2.30 h. de la mañana, la pesadilla recomenzó. Glenie, que estaba en la cama, miró hacia la ventana y vio los enormes ojos brillantes de una de las criaturas que la observaba desde fuera. Llamó en voz baja a los restantes miembros de la familia y «Lucky» Sutton disparó hacia el intruso, que se perdió en la oscuridad. Eran sobre las 5 de la mañana del 22 de agosto, aproximadamente una hora antes de que saliera el sol, cuando vieron a las criaturas por última vez y la pesadilla terminó.
Las consecuencias de lo que sucedió esa noche fueron muy molestas para los testigos. Fueron acusados de histeria religiosa y acosados constantemente a raíz de la publicidad que se produjo alrededor del hecho. Pero durante todo ese tiempo, se atuvieron a la versión original y rehusaron protegerse de los excesos de los medios moderando sus declaraciones, pues aseguraban que el relato era absolutamente verídico.
No se ha dado ninguna explicación del encuentro que resista un examen razonable. Ese día había pasado por Hopkinsville un circo y se especuló que quizás algunos de los monos amaestrados que allí actuaban se hubieran perdido, pero la sugerencia es tan absurda que resulta casi risible. En primer lugar, no hubo ninguna denuncia de monos extraviados; en segundo lugar, los monos no se adaptan a la descripción física de las criaturas que brillaban en la oscuridad. Y finalmente, debería haberse encontrado algún mono herido o muerto después de una noche de intenso tiroteo, cosa que no sucedió.
Hay que admitir que no existen pruebas de que las criaturas tuvieran malas intenciones y se han hecho suposiciones de que esas criaturas, que se aproximaban a la casa con las manos en alto, quizá intentaban demostrar que estaban desarmadas y no eran peligrosas. Pero dada su apariencia, no parece que exista un modo de que criaturas así dejen de inspirar miedo.
Cualquiera que sea la verdad del encuentro Kelly-Hopkinsville, sigue siendo hoy, treinta y cinco años más tarde, uno de los más extraordinarios y terroríficos casos registrados de encuentros con testigos múltiples.