Aproximadamente las once de la mañana del 18
de abril de 1961. Joe Simonton se vio atraído al exterior por un
curioso ruido, parecido al que harían «unos neumáticos de cubierta
rugosa sobre un pavimento húmedo». Al salir al patio de su
casa, se dio de manos a boca con un objeto discoidal, plateado,
«que brillaba más que si estuviese cromado», y que parecía cernerse
muy cerca del suelo, pero sin tocarlo. El objeto tenía casi
cuatro metros de alto por unos nueve de diámetro. Se abrió una
portezuela a metro y medio del suelo, y Simonton vio a tres hombres
dentro del aparato. Uno de ellos vestía un traje negro de dos
piezas. Los ocupantes tenían una talla aproximada de 1.50 metros.
Muy bien afeitados, en opinión de Simonton «parecían italianos
», pues eran de tez morena, pelo negro y vestían trajes ajustados
con cuello de cisne y gorros de punto.
Uno de los hombres levantó una jarra hecha, al parecer, del
mismo material que el platillo. Joe Simonton interpretó este gesto
como indicación de que necesitaban agua. Tomó el jarro, entró en
su casa y lo llenó. A su regreso, vio que uno de los hombres del
interior del platillo estaba «friendo algo en una parrilla que no
despedía llamas». El interior de la nave era negro; «tenía el color
del hierro forjado».
Simonton pudo ver varios tableros de instrumentos
y oyó un suave zumbido, semejante al que produciría
un generador. Cuando señaló la parrilla, demostrando su interés
por lo que estaban tostando, uno de los hombres, que vestía también
de negro pero lucía una tirita roja a lo largo de los pantalones,
le ofreció tres tortas, de unos 8 cm. de diámetro y que
presentaba pequeños orificios.
Toda esta curiosa escena no duró más de cinco minutos.
Por último, el individuo más próximo al testigo aseguró una especie
de cinturón a un gancho que llevaba en su traje y cerró tan perfectamente
la escotilla que a Simonton le costó trabajo distinguir
su contorno. Entonces el objeto se elevó a unos seis metros de
altura antes de salir disparado como una flecha hacia el Sur,
ocasionando una ráfaga de aire que hizo inclinarse a algunos pinos
próximos.
El testigo recuerda que el borde del disco mostraba una especie
de tubos de escape de quince a diecisiete centímetros de
diámetro. La puerta medía casi dos metros de altura por unos
setenta centímetros de ancho, y aunque el objeto fue descrito
siempre como un platillo o un disco, en realidad era como dos
bolos encarados.
Los dos ayudantes enviados por el sheriff Schroeder al lugar
del hecho, no consiguieron encontrar ninguna prueba que corroborase
la historia de Simonton, al que ellos conocían hacía catorce
años. El sheriff afirmó que evidentemente el testigo creía
en la verdad de lo que había relatado, y hablaba con gran sensatez
del incidente.
El caso de Eagle River aún está calificado como insoluble.
extracto del libro "pasaporte a magonia" de JACQUES VALLEE
extracto del libro "pasaporte a magonia" de JACQUES VALLEE