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jueves, 15 de diciembre de 2016

Los Dioses Aztecas

Huitzilopochtli: Colibrí de mano izquierda, dios del sol y la guerra. Su madre era Coaticue, la diosa de la tierra devoradora de cadáveres, quien había dado a luz a la luna y las estrellas.

Tlaloc: Dios de la lluvia y la fertilidad. Era el dios al que le eran sacrificados la mayoría de enemigos y niños. Este dios permitía a sus sacerdotes particulares que al volver a casa tomaran posesión de quien se cruzara en su camino. Si se resistían, los sacerdotes tenían permiso para azotarlos hasta arrancarles la piel a tiras.

Quetzalcoatl: Dios de la sabiduría sacerdotal y de la naturaleza, quien se convertía en las noches en un monstruo con cabeza de perro. Este dios creo a la humanidad de una forma muy curiosa: Un día, cuando se paseaba por el reino del Señor de los Muertos, empezó a recoger los huesos de mujeres y hombres de viejas civilizaciones ya extinguidas manteniéndoles separados cuidadosamente). Por desgracia, mientras huía del Señor de los Muertos, tropezó y se le cayeron los huesos, que se rompieron al instante. Recogió todos los pedazos, los metió a toda prisa en una bolsa y se los llevó a una diosa llamada Chuacoatl (mujer-serpiente) quién los desmenuzó en una mezcla. Entonces, Quetzalcoatl y sus compañeras diosas se extrajeron la sangre de sus partes privadas para humedecer con ella los huesos molidos y hacer así una masa. De esta masa fueron moldeados un hombre y una mujer.

Tezcatlipoca: Señor del aquí y ahora. Junto con Quetzalcoatl, sujetaban los muslos del gran monstruo de la tierra, cuando nadaban en las aguas primigenias y, de manera bastante brusca la partieron por la mitad, formando así la tierra y los cielos. En el día de su festival, todos los esclavos tenían su día libre, se quitaban el yugo de madera y todos los demás tenían que tratarles bien.

Xipe Totec: El dios desollador de la fertilidad, la primavera y la vegetación. Xipe Totec gozaba ordenando que desollaran (quitarle la piel a una persona estando viva) a las víctimas que eran sacrificadas en su honor.

En la religión azteca, había tantos dioses secundarios por todas las tierras aztecas, que los campesinos los llamaban con un nombre de grupo: los cuatrocientos conejos.

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jueves, 11 de septiembre de 2014

EL DIOS QUE SE HIZO A SI MISMO.


La deidad primordial que de la nada misma se gestó, el que por haber sido inventor de sí mismo no precisa justificación ontológica alguna, se llama Moyocoyani, “el que se creó a sí mismo”.
 Esta entidad se pensó y se inventó para constituir el principio y generar todo lo que a la postre llegó a existir.
Queda denominado y definido por la profunda noción in nelli teotl, “dios verdadero” que se refiere a aquel fundado, cimentado en sí mismo.
 Es el verbo de la creación y está constituido por el ollin, “movimiento” y las sustancias cósmicas.
Conformado por el todo, se reúnen con él los opuestos, lo antagónico y por lo tanto es genitor del caos, pero como principio de la inteligencia es también el armonizador, el ordenador.
Si bien es espíritu y materia (energía), fuego y agua, blanco y negro, estatismo y movimiento, caos y orden, vida y muerte, creador y destrucción, consecuentemente al
acoplar en sí mismo las fuerzas contrarias de lo positivo y de lo negativo, es dual. Por eso se llama Ometeotl, “Dios de la dualidad” y vive en el Omeyocan, donde convergen los opuestos, el todo.
Por su naturaleza misma, Ometeotl es masculino y femenino y así se manifiesta simultáneamente como Ometecuhtli
“Señor de la dualidad” y Omecihuatl “Señora de la dualidad”, y son la Pareja Creadora, dioses de la creación y de lavida.

También recibía el nombre de Tloque Nahuaque “dueño del cerca y del lejos”. Era la divinidad suprema y el principio de todo lo que existe.
 No intervenía directamente en los asuntos humanos. Se dedicaba a reposar y meditar en el
Omeyocan, su morada divina, mismo sitio que estaba situado en la parte superior de los trece cielos. Allí se creaban también a los niños que nacerían posteriormente en la tierra.


Bibliografía
Yolotl Gonzalez Torres, Diccionario de Mitología y Religión de Mesoamérica, Larousse, México, 1995
Alfonso Caso, El Pueblo Sol, FCE, México, 1953

la sonrisa de tepoztecatl

En el corazón de la provincia central mexicana, en el estado de Morelos, se yergue la imponente silueta del místico cerro del Tepozteco. El pintoresco pueblo de Tepoztlán se resguarda bajo sus graves sombras. Este lugar es un sitio suigéneris, en donde intelectuales, esoteristas, ufólogos , pintores, escritores, intelectuales, indigenistas, turistas mexicanos y de otras varias naciones, encuentran una atmósfera multifacética y rica, en donde la influencia prehispánica, los riqueza arquitectónica colonial, y el ambiente cosmopolita y altamente cultural que impregna el pueblecillo, lo tornan irresistible y mágico en grado sumo.




Y el cerro del Tepozteco, que corona el cinturón de formaciones rocosas de la zona, guarda muchas historias,anécdotas y leyendas desde los tiempos de silvestre sortilegio de los antiguos mexicanos.
Uno de esos relatos cuenta acerca de una doncella que acostumbraba bañarse en una barranca del lugar. En aquel sitio se decía que a las doncellas “les llegaban aires”, y tal fue el caso de esta joven de la leyenda que comentamos: pronto quedó encinta. La familia avergonzada y furiosa, hizo varios intentos por deshacerse del recién nacido.
 En una ocasión lo arrojaron desde una las alturas contra unas rocas, sin embargo los vientos lo hicieron levitar suavemente hasta una llanura cercana; en otra oportunidad, fue abandonado en una zona de magueyes, pero en un instante las pencas se inclinaron hasta llegar a sus labios demandantes de niño, para dejarle beber el dulce aguamiel. En otra tentativa por acabar con la vida del niño, fue puesto al alcance de las hormigas gigantes, mas éstas bestias, lejos de picarlo, se dedicaron a alimentarlo solícitamente…
Pero un matrimonio de ancianos, que descubrió al bebé, lo adoptó. Este infante milagroso se trataba de Tepoztécatl, el gran patrono del pueblo de Tepoztlán. Próxima a la casa de Tepoztécatl habitaba Mazacuatl, una temida serpiente de Xochicalco, a la que la gente del lugar daba de comer por medio de la ofrenda humana de ancianos.


En cierta infausta ocasión, los señores del pueblo anunciaron al viejo que adoptó a Tepoztécatl que debía ser
sacrificado a esta monstruosa serpiente. Tepoztécatl decidió aventurarse sacrificio en lugar de su anciano padre a fin de salvarle la vida. Se dirigió a Xochicalco, y en su ruta fue juntando aiztli, es decir fragmentos filosos de obsidiana, que iba depositando en su mochila. Al arribar a Xochicalco se expuso ante Mazacuatl, el ofidio coloso, que lo engulló sin demora.
 Poco después, en el interior del estómago de Mazacuatl, el gran Tepoztécatl usó todos los aiztli, para
desgarrar las entrañas de la horrida bestia.
Mientras volvía al hogar, se encontró con una fiesta en la que hacían sonar el teponaxtli, tambores prehispánicos, y chirimías, flautas folklóricas. Tepoztécatl anheló tocar estos instrumentos y, al serle vedado, diseminó una tormenta que arrojó arena y guijarros a los ojos de todos. En el momento en el que pudieron reaccionar los celebrantes, el niño se había esfumado con los instrumentos:se oía a los lejos elsonido de ambos.
El niño divino arribó por fin a Tepoztlán y se hizo de los cerros más altos. Se colocó sobre el cerro Ehecatépetl.
Tepoztécatl gozó de amplia consideración en su pueblo natal y fue designado Señor de Tepoztlán y sacerdote del
ídolo Ometochtli (Dos Conejo). Pero años después desapareció, no se sabe si murió o se fue a otra parte, pero hay
quienes dicen que se fue a vivir junto a la pirámide, para siempre.


Y allí sigue la pirámide, en la cima del cerro Tepozteco y sólo los más tenaces y resistentes viajeros logran subir allí,
para ver el milagro absoluto del mundo en el espectáculo grandioso de la lejanía y el horizonte jubiloso ondulando al
compás de teponaxtles y chirimías con acordes de silencios y enigmas.

Y entonces el dios, oculto en el corazón del mundo, sonríe.

fuente: http://sobreleyendas.com/

martes, 9 de septiembre de 2014

Leyenda de huitzilopochtli




La leyenda de Huitzilopochtli cuenta que él era un dios que nació como todo un guerrero, preparado para la guerra desde el momento de su nacimiento, junto con su armadura y armas.
La madre de Huitzilopochtli era Coatlicue, quien había tenido también otros 400 hijos, quienes eran llamados surianos, ellos al enterarse que su madre estaba esperando otro hijo se enfurecieron y se llenaron de celos, debido a esto decidieron matar a su propia madre.

Los surianos comenzaron a prepararse para matar a su madre, ellos sabían que no eran igual de poderosos que ella, pero contaban que debido a que ellos eran más, entonces podrían ganar la batalla, poco a poco se comenzaron a preparar para lo que sería la batalla donde matarían a su madre.
Uno de los surianos se arrepintió de esto, y le confesó esto a su madre, Huitzilopochtli también escucho esto desde el vientre de su madre.
Coyolxauhqui 

Cuando los surianos comenzaron su ataque, fue en el momento donde Huitzilopochtli nació, como sabia de los planes de su madre él nació preparado para defenderla a toda costa. La primera en intentar matar a Coatlicue fue Coyolxauhqui pero Huitzilopochtli le corto la cabeza y la arrojo al cielo, esta se convirtió en la luna, al ver esto, los surianos escaparon pero Huitzilopochtli comenzó a cazarlos y a convertirlos en estrellas.
leyenda popular mexicana