La Cueva de la Chepa se ubica al norte de Tuxtla, Gutiérrez, heredera de una leyenda que ah pasado de generación en generación, aunque no todos pudieron conocerla, todavía existen algunas personas que cuentan la leyenda y hablan de la cueva, lo que antes era un lugar común donde cualquier visitante podía ir ahora solo se puede acceder con un permiso con ciertos días de anticipación a la empresa “Industrias Caleras Maciel”. creditos de la imagen:http://radiopozol.blogspot.mx/2011/03/las-consecuencias-de-la-caleras.html |
blog dedicado a la investigación ,recopilación de datos y difusión de noticias relevantes al tema paranormal,ovni y parapsicológico.
martes, 15 de marzo de 2016
LA CUEVA DE LA CHEPA
martes, 14 de julio de 2015
EL VOLCáN DE FUEGO (COLIMA-MEXICO)
lunes, 4 de mayo de 2015
El hombre pez de Liérganes
EL HOMBRE-PEZ DE LIÉRGANES
Esta leyenda comienza en el año 1658, el año del nacimiento de Francisco de la Vega Casar en el pequeño pueblo de Liérganes, en Santander. A Francisco le gustaba mucho nadar y sobre todo pescar, oficio que había aprendido de su padre, pero tras la muerte de éste, tuvo que irse a Bilbao para trabajar como carpintero.
Un día, Francisco decidió ir con unos amigos a nadar en la ría de Bilbao. Allí estuvieron sumergidos durante todo el día. Pero a la hora de regresar a casa, Francisco no apareció; se había alejado demasiado de la orilla. Sus amigos lo buscaron desesperadamente pero no consiguieron localizarle por lo que supusieron que se habría ahogado debido a algún remolino de la ría. Aún así, tras avisar al jefe del taller donde trabajaba Francisco, montaron un equipo de búsqueda, pero todos los intentos fueron en vano; había desaparecido.
Durante el verano de 1679, unos pescadores que navegaban en las aguas de Cádiz vieron un pez muy grande. Sorprendidos por los movimientos del pez, decidieron pescarlo para averiguar qué tipo de animal era aquel. Al cabo de unos días consiguieron capturarlo con sus redes y lo arrastraron al muelle
Pero la sorpresa de los pescadores fue mayúscula cuando, al desenrollar la red vieron a un ser humano de gran estatura, piel pálida y cabello rojizo cuyo cuerpo poseía escamas de pez y sus manos se asemejaban a las patas de un pato. Inmediatamente lo durmieron y lo llevaron a un convento cercano.
Los monjes aseguraron que aquel hombre estaba poseído por el diablo y llevaron a cabo varios exorcismos, pero lo único que lograron fue que el hombre-pez pronunciara la palabra "Liérganes". Los monjes enviaron un emisario al pueblo de Santander para avisar del episodio. Al día siguiente Francisco fue trasladado de vuelta a su casa con su madre.
Pero Francisco no reaccionaba ante nada; no hablaba, no comía... Hasta que en 1687, su madre advirtió un ruido muy extraño y vio a Francisco salir corriendo y sumergirse en el río Miera sin que nadie pudiera detenerlo. Desde entonces nadie ha vuelto a saber nada sobre Francisco aunque aún hoy son muchos los que buscan algún indicio del hombre-pez.
Leyenda popular española.
sábado, 13 de diciembre de 2014
LA DAMA DE LOS 7 TEMPLOS
Se cuentan muchas historias. Cosas que pasan en las calles viejas y en el panteón viejo de San Luis Potosí. Sobre todo la leyenda de la dama del taxi. A decir verdad se le conoce de diferentes formas a esta leyenda.
Cuenta la leyenda que una madrugada a un taxista le hizo la parada una mujer justo afuera del pateón del saucito (el panteón mas viejo de San Luis). A el taxista se le hizo raro que a esas horas estuviera una mujer sola y por esos rumbos, asi que la subio.
Ella le pidio que la llevara a los templos: San MIguelito, San Sebastian, Tlaxcala y otros más. Ella se detenia afuera de la iglesa como rezando. Y terminando el recorrido, le pidió que la llevara otra vez a donde la habia subido. A el taxista se le hizo muy raro, pero asi lo hizo. Ya estando fuera del panteón, ella le dio una medalla de oro y una dirección diciendole que fuera a cobrar por el recorrido a la persona q le abriera.
Ya de mañana el taxista, así lo hizo, toco a la puerta lo atendieron, el explicó que una mujer le habia pedido ese recorrido por las iglesias, después le dio la dirección y la medalla, diciéndole que con esa medalla ellos sabrían de quien se trataba y que pagaría. Pero la persona que lo atendió le dijo que no podia ser posible pues ella ya habia muerto.
plaza de armas san luis potosi |
Nunca se ha podido saber si esta historia fue del todo real, pues el taxista mencionado, después de eso cayó enfermo y murio al poco tiempo. Pero de que es una historia muy sonada sobre todo entre los taxista lo es y la verdad que pasar por el panteón en las madrugadas es para poder creer tanto esa como otras historias más que se cuentan.
Fuente:
EL ZIPE (CHIAPAS-MEXICO)
sábado, 8 de noviembre de 2014
LA COCHA ENFRENADA(RELATO DEL SURESTE MEXICANO)
Mitos y Leyendas mexicanas
LA DONCELLA Y EL ARBOL DE LA CALAVERA (MITO MAYA)
Ixquic parirá a su tiempo a los dos guerreros gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, quienes una vez adultos se enfrentarán al poder de la enfermedad y la muerte en el tétrico reino subterráneo de Xibalbá.
LA DONCELLA Y EL ÁRBOL
DE LA CALAVERA
Cuando los señores de Xibalbá vencieron a los dos héroes Hun-Flunahpú y Vucub-Ilunahpú tomaron la cabeza del primero y la pusieron sobre el árbol jícaro que arraigaba a un lado del camino. Era un árbol seco que jamás había fructificado y nada más entrar en contacto con el cráneo se llenaron sus ramas de frutos sazonados y maduros. Al contemplar la riqueza de aquel árbol los señores de Xibalbá sentenciaron:
—¡Que nadie venga a coger esta fruta! ¡Que nadie venga a ponerse debajo de este árbol!
Y por su magia “la cabeza de Hun-Hunahpú no volvió a aparecer porque se había vuelto la misma cosa que el fruto del árbol que se llama jícaro. Sin embargo, una muchacha oyó la historia maravillosa” de los dos semidioses, hermanos gemelos, que murieron bajo el poder de los de Xibalbá, y tan prendada quedó al escuchar sus portentosas hazañas que decidió, en contra de lo ordenado por los señores del averno y de su propio padre, visitar tan peculiar árbol.
La doncella se llamaba Ixquic y fue precisamente a su padre, Cuchnmaquic, a quien “oyó la historia de los frutos del árbol”, a consecuencia de lo cual quedó tan intensamente impresionada que su admiración hacia los dos héroes creció notablemente, e inmediatamente se preguntó:
—¿Por qué no he de ir a ver ese árbol que cuentan? Ciertamente deben ser sabrosos los frutos de que oigo hablar.
Sin pensarlo más detenidamente, impulsiva como lo es la juventud de todos los tiempos, la doncella Ixquic se puso en camino, aventurándose en el evento en solitario, sin consentir que nadie la acompañara. Al fin llegó al pie del árbol
“que estaba sembrado en Pucbal-Chah’. Ante él, la doncella exclamó con entusiasmo:
—¡Ah! ¿Qué frutos son los que produce este árbol? ¿No es admirable ver cómo se ha cubierto de frutos? ¿Me he de morir, me perderé si corto uno de ellos?
Nadie le podía contestar porque se hallaba sola en el paraje. Sin embargo, la calavera de Hun-Hunahpú, que hasta entonces se había escondido entre las frutos como uno más de ellos, se hizo visible y de entre las ramas del jícaro le contestó:
—¿Que es lo que quieres? Estos objetos redondos que cubren las ramas del árbol no son más que calaveras.
Así dijo la cabeza de Hun-Hunahpú dirigiéndose a la joven e inmediatamente, casi con ansiedad, le preguntó:
—¿Por ventura los deseas?
La doncella contestó gravemente:
—Sí los deseo.
La calavera le habló otra vez:
—Muy bien. Extiende hacia acá tu mano derecha.
La muchacha, a la vez que aceptaba el reto, levantó la mano derecha y La mostró en dirección hacia donde estaba la calavera.
—Bien —dijo.
En ese mismo momento el cráneo desde lo más alto lanzó un chisguete de saliva hacia la doncella que le cayó sobre la palma de la mano que permanecía extendida.
Ixquic se miró rápidamente con atención su mano y al ver que la saliva ya no estaba en ella quedó profundamente sorprendida y admirada porque aquello que le estaba sucediendo no le era demasiado grato.
La voz de Hun-Hunahpú, a través de la calavera, le dijo desde lo alto del jícaro:
—En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia. Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera despojada de carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren espántanse los hombres a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos, que son como la saliva y la baba, ya sean hijos de un señor, del hombre sabio o del orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino que se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran. Esto mismo he hecho yo contigo. Sube, pues, a la superficie de la Tierra, que no morirás. Confía en mi palabra, que así será.
Todo este acaso maravilloso sucedió tan acertadamente porque así fue el mandato de Caculhá Huracán, Chipi-Caculhá y Raxa-Caculhá. “Y estos tres son el Corazón del Cielo”, que se llama Huracán.
Después de escuchar la voz de la calavera haciéndole todas las advertencias, Ixquic fue de regreso a su casa, habiendo concebido inmediatamente a dos hijos gemelos en su vientre solamente por la virtud de la saliva que recibió en su mano con el chisguete que aquélla le envió.
Ya en su hogar, la muchacha realizó su vida cotidiana con toda normalidad sin detectar su padre ninguna clase de transformación en ella. Sus labores caseras eran las mismas, su comportamiento idéntico, aunque mantenía dentro de sí una dulce melancolía que seguramente sería un favor que le hacían los dioses, ya que había sido escogida por ellos para llevar a cabo la misión de traer al mundo a los herederos de tan preclaros héroes que tan infame muerte tuvieron bajó el poder de los señores de Xibalbá y destinados para vencerlos sin remisión.
Cuando hubieron pasado seis meses de la insólita y sin gular concepción, su padre, Cuchumaquic, reparó en el estado de gravidez en que se hallaba su hija. Su secreto fue descubierto y el hombre se indignó profundamente, intenso fue el dolor que le invadió por el descubrimiento, y en su soledad maldijo a Ixquic y el desprecio más penetrante irrumpió dentro de su ser. Después de mucho meditar el hombre la situación en que se hallaba, sobre todo frente a la sociedad arcaica de aquellos tiempos y lugares, y sobre todo cumpliendo escrupulosamente la promesa de no hablarle a la muchacha, decidió reunirse con Hun-Carné y Vucub-Carné, los jueces supremos, precisamente los señores de Xibalbá que habían sido la perdición de los dos hermanos heroicos, que nacieron en la noche. “Esto es, antes que hubiera Sol, ni Luna, ni hubiese sido creado el hombre.”
Se congregaron en el consejo “todos los señores Hun Carné y Vucb-Camé con Cuchumaquic” y éste, muy contristado, lleno de dolor y también de rencor, les dijo con voz llena de aversión cuando compareció ante ellos:
—Mi hija está preñada, señores; ha sido deshonrada.
Los señores de Xibalbá, tras consultar entre ellos, se dirigieron al padre y dictaron sentencia:
—Está bien. Oblígala a declarar la verdad y si se niega a hablar castígala; que la lleven a sacrificar lejos de aquí.
Cuchumaquic, levantándose de su asiento y quedando cabizbajo, aceptó el juicio del consejo diciendo con voz trémula por el odio:
—Muy bien, respetables señores.
Luego marchó a su casa y, sacando fuerzas de su flaqueza porque su ira le ahogaba, rompió el silencio que mantuviera ante Ixquic y le preguntó severamente:
—¿De quién es el hijo que tienes en el vientre, hija mía?
La muchacha tercamente le contestó:
—No tengo hijo, señor padre, aún no he conocido varón.
Cuchumaquic, indignado aún más si cabe, rojo por la ira y por las palabras de la muchacha que él tomó como una
burla a su dignidad y a sus años, le dijo muy tranquilamente:
—Está bien. Definitivamente eres una ramera.
Con esta lacónica contestación le estaba indicando a su hija que se atuviera a las consecuencias, que lo que le ocurriera a partir de aquel momento ella misma se lo había bus cado. Entonces se dirigió a la mansión de los dioses del averno y ordenó a los búhos, que son los servidores de los señores de Xibalbá:
—Llevadla a sacrificar, señores Ahpop Achih, traedme el corazón dentro de una jícara y volved hoy mismo ante los señores.
Ahpop Achih era el título que tenían algunos señores y jefes quichés.
Los búhos eran cuatro —los Ah-Tucur, los malos— y se llamaban Chabi-Tucur, Huracán-Tucur, Caquix-Tucur y Ho-lom-Tucur.
Los cuatro mensajeros alados —uno rápido como una flecha (chabi), otro gigante y de una sola pierna (huracán),
otro como un guacamayo (caquix) y el último de cabeza grande (holom)— cogieron la jícara y el cuchillo de pedernal y se marcharon por los aires llevando a la muchacha en brazos para sacrificarla.
Llegaron hasta los pies de un árbol enorme, que se llamaba “árbol rojo de grana”, para allí ejecutar la sentencia de los de Xibalbá. Los búhos hablaron entre sí y convinieron que aquél era el lugar idóneo para realizar su amarga misión y se dispusieron a ejecutarla. lxquic, al ver que se iba a cumplir a manos de los Ah-Tucur la sangrienta y cruel orden que diera su padre, les suplicó:
—No es posible que me matéis, ¡oh mensajeros! , porque no es una deshonra lo que llevo en el vientre, sino que se engendró sólo cuando fui a admirar la cabeza de Hun-Hunahpú que estaba en Pucbal-Cha, Así pues no debéis sacrificarme, ¡oh mensajeros!
Los fieles servidores de los señores de Xibalbá se compadecieron de la doncella y, tras conferenciar entre ellos cuatro, se volvieron a ella y le expresaron justificándose, pidiéndole casi excusas:
— ¿Y qué pondremos en lugar de tu corazón? Se nos ha dicho por tu padre: Traedme el corazón, volved ante los seño res cumplid vuestro deber y atended juntos a la obra, traedlo pronto en la jícara, poned el corazón en el fondo de la jícara. ¿Acaso no se nos habló así? ¿Qué le daremos en la jícara? Nosotros bien quisiéramos que no murieras.
lxquic respondió a sus quejas de la siguiente manera:
—Muy bien, pero este corazón no les pertenece a ellos. Tampoco debe ser aquí vuestra morada, ni debéis tolerar que os obliguen a matar a los hombres. Después serán cierta mente vuestros los verdaderos criminales y míos serán enseguida Hun-Camé y Vucub-Camé. Así, pues, la sangre y sólo la sangre será de ellos y estará en su presencia.
Y como la doncella sabía que los señores deseaban su corazón para quemarlo, porque ésta era una antigua costumbre de purificación que se tenía en aquella época y en aquel territorio, siguió hablándoles a los cuatro mensajeros de esta forma:
—Tampoco puede ser que este corazón sea quemado ante ellos —luego les mostró el árbol a cuya sombra se guarecían
y les recomendó—: Recoged el producto de este árbol.
“El jugo rojo brotó del árbol, cayó en la jícara yen seguida se hizo una bola resplandeciente que tomó la forma de un corazón hecho con la savia que corría de aquel árbol encamado. Semejante a la sangre brotaba la savia del árbol, imitando la verdadera sangre. Luego se coaguló allí dentro la sangre, o sea la savia del árbol rojo, y se cubrió de una capa muy encendida como de sangre al coagularse dentro de la jícara. mientras que el árbol resplandecía por la obra de la doncella.”
Desde entonces aquel árbol tomó el nombre de “Árbol de sangre” y “Sangre de dragón”, porque su savia tiene idénticos color y densidad que la sangre.
Los Ah-Tucura así lo hicieron y cumplieron de esa falsa manera el mandato recibido por sus señores. Por ello la muchacha les dijo agradecida:
—Allá en la tierra seréis amados y tendréis lo que os pertenece.
Los mensajeros, prendados de la doncella y de la dulzura de sus palabras, se pusieron en connivencia con ella y antes de abandonarla con vida se despidieron de Ixquic con estas palabras:
—Está bien, niña. Nosotros nos iremos allá, subiremos a servirte; tú sigue tu camino mientras nosotros vamos a presentar la savia en lugar de tu corazón ante los señores.
En el reino de Xibalbá estaban reunidos todos los señores esperando la llegada de los mensajeros que debían de entre garles el corazón sangrante de Ixquic. Cuando llegaron ante su presencia Hum-Camé preguntó:
— ¿Se ha terminado eso?
Uno de los servidores, lleno de hipocresía y mintiendo con descaro, contestó con decisión, a la vez que les entregaba el tibor:
—Todo está concluido, señores. Aquí está el corazón en el fondo de la jícara.
Hum-Camé exclamó tomando la taza:
—Muy bien. Veamos.
Cogió el corazón entre sus manos del fondo de la jícara y lo levantó. Con este movimiento se rompió la corteza y empezó a verterse la sangre, que era de un color rojo muy vivo.
Hun-Camé, convencido de que tenía ante sí el corazón de Ixquic, ordenó a sus servidores:
—Atizad bien el fuego y ponedlo sobre las brasas.
Reavivaron la fogata e inmediatamente después tomaron el corazón y lo pusieron sobre las llamas. Pronto comenzaron los de Xibalbá a sentir el olor del mismo que producía al quemarse. Todos se levantaron y se acercaron al fuego para verlo arder. Los señores expresaban con satisfacción:
—Se nota muy dulce la fragancia de la sangre al quemarse.
Aprovechando que aquellos estaban absortos. y pensativos contemplando cómo el falso corazón de la doncella se convertía en humo, los búhos, los mensajeros de los dioses del averno, remontaron el vuelo desde el abismo —la morada de los de Xibalbá— hacia la Tierra y se convirtieron, como les había prometido al pie del “árbol de sangre”, en sus fieles servidores.
Así fue como los señores de Xibalbá fueron vencidos y engañados por la doncella; la doncella que llevaba en su entraña la vida de los hijos de aquellos héroes que murieron en el abismo y que estaban predestinados por la tríada de Corazón del Cielo para vencerlos, salvando idénticos obstáculos que no supieron superar sus mitológicos padres.
(CUALQUIER PARECIDO CON LA VIRGEN MARIA ES PURA COINCIDENCIA./JAJA)
jueves, 30 de octubre de 2014
El charro negro
miércoles, 22 de octubre de 2014
EL CUARTO SOL (RELATO NAHUATL-MEXICO)
Cuarto Sol
sábado, 13 de septiembre de 2014
EL LAGO ENCANTADO DE ZIRAHUEN
jueves, 11 de septiembre de 2014
La leyenda de la sallana
martes, 9 de septiembre de 2014
Leyenda de huitzilopochtli
Los surianos comenzaron a prepararse para matar a su madre, ellos sabían que no eran igual de poderosos que ella, pero contaban que debido a que ellos eran más, entonces podrían ganar la batalla, poco a poco se comenzaron a preparar para lo que sería la batalla donde matarían a su madre.
Uno de los surianos se arrepintió de esto, y le confesó esto a su madre, Huitzilopochtli también escucho esto desde el vientre de su madre.
Coyolxauhqui |
viernes, 4 de julio de 2014
LOS CHANEQUES
Los pobladores de este lugar aseguran que han visto ha estas pequeñas criaturas llamadas chaneques tratando de ocultarse dentro de la vegetación de este lugar aquí donde las aguas brotan de la tierra y no se distingue la separación entre el cielo y el suelo.
Se habla de unas cuevas ó cavernas aquí les llamamos canteras, estas canteras se encuentran debajo del agua y salen hacer sus travesuras, dicen que cuando comen se escuchan los cubiertos, las risas etc.
Son hombrecitos de 1 metro ó 1.20, se dice que tiene los pies al revés, tienen unas orejas muy grandes y no son de maldad, solo hacen travesuras.
Los chaneques se robaban a los niños y los perdían en el bosque, los padres para evitar esto colocaban una tijeras bajo la almohada de los niños, según la creencia esto los ahuyentaba. También cuentan las leyendas que si una persona se pierde en el bosque debe de colocarse la ropa al reves, ya que al hacer esto evitara que los chaneques los pierdan aún más.
Cuentan las leyendas que en algunos poblados los niños son llevados a dormir desde muy temprano ya que por las noches se puede escuchar como los chaneques juegan en las calles, y si alguien está despierto comienzan arrojar piedras al tejado y a la ventana.