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viernes, 27 de noviembre de 2015

La ciudad perdida de aztlán

Cuando Cortés alcanzó la meseta mexicana se encontró con una de las sociedades más mágicas e impresionantes en todo el continente americano. En la capital del Imperio de la Triple Alianza, Tenochtitlán, fue testigo de la majestuosidad de una urbe que superaba por mucho el de cualquier ciudad europea de la época.

Los líderes de la Triple Alianza y fundadores de Tenochtitlán eran los Mexicas, más comúnmente llamados Aztecas por sus míticos orígenes. Pues, en efecto, Azteca significa nada más y nada menos que “proveniente de Aztlan”.

De acuerdo con las crónicas aztecas, ellos habrían venido de tierras perdidas en el norte en las que habrían tenido su propia ciudad. En la misma lengua náhuatl se habla de “la región de las 7 cuevas” y de una isla al norte desde donde los mexicas habrían comenzado su migración en el año 1064. Sin embargo, la ciudad jamás ha podido hallarse y nadie sabe si existió en realidad.

Fuente
http://misterios.co/

En mi opinión yo creo que la mítica aztlán existió, existen miles de pueblos y ciudades en México  llevan ese nombre,los indígenas que las bautizaron no pusieron el nombre en vano,seguro les  evocaba a alguna parte de sus recuerdos y memoria colectiva.

Aztlan es el lugar místico de origen de los Aztecas. En su lengua, el Nahuatl, las raíces de Aztlan son las pabras: aztatl tlan(tli) que significa "garza" y "lugar de" respectivamente. 'Tlantli' propiamente significa "diente", y como una característica de un buen diente es que esta firmemente arraigado en su lugar y no se mueve, el prefijo de esta palabra es comúnmente usado en Nahuatl para denotr asentamientos o nombres de lugares, por ejemplo, Mazatlan (lugar del ciervo), Papalotlan (lugar de las mariposas) o Tepoztlan (lugar del metal). Se dice frecuentemente que la lengua Nahuatl language incluye tres niveles de significado para sus palabras o expresiones: literal, sincrético y connotativo. El significado connotativo de Aztlan, debido al plumaje de las garzas, es "Lugar de la blancura." Las descripciones míticas de Aztlan la ponen como una isla.

Cambie la terminación -tlan por -tecatl para identificar a un residente o persona de el lugar dado. Así, para los ejemplos de arriba tendríamos, la gente de Mazatlan sería Mazatecatl, alguien de Tepoztlan sería un Tepoztecatl y alguien de Aztlan sería un Aztecatl.

En los orígenes míticos de los Aztecas, ellos emergieron originalmente de los intestinos de la Tierra a través de siete cuevas (Chicomostoc) y se establecieron en Aztlan, desde donde subsecuentemente emprendieron su migración hacia el sur en búsqueda de una señal que les indicaría que se establacieran otra vez. Este mito coincide toscamente con la historia que se conoce de los Aztecas como una horda de bárbaros que migraban de lo que actualmente es el noroeste de México hacia la meseta central hacia el final del primer milenio DC, cuando civilizaciones de gran antigüedad estaban ya bien establecidas en la región. Es sabido que los Aztecas tenian un sector ("barrio") en la ciudad Tolteca de Tollan, y la influencia cultural de los Toltecas en la agitada época de los Aztecas fué subsecuentemente muy marcada. En el punto de vista de algunos eruditos (por ejemplo Nigel Davies), todo el desarrollo cultural de los Aztecas fué un esfuerzo por recrear la grandeza que conocieron en Tollan.

La localización exacta de Aztlan es desconocida, debería haber estado localizada cerca de los estuarios o en la costa noroeste de México, aunque algunos arqueólogos han ido demasiado lejos para localizar el actual pueblo de San Felipe Aztlan, Nayarit, como el lugar exacto.

En el folklore chicano, Aztlan es frecuentemente usado para nombrar esa porción de México que fué gobernada por los Estado Unidos después de la guerra México-Americana de 1846, en la creencia de que esta gran área representa el punto de partida de la migración de los Aztecas. En un amplia interpretanción, hay algo de verdad en esto en el sentido de que todos los grupos que se comvertirían en la gente de el centro de México que habla Nahuatl pasó por esta región en una época prehistorica, como esta atestigüado por la existencia de grupos de gente lingüísticamente relacionados a través de la región montañosa del pacífico de los Estados Unidos, el suroeste de Estados Unidos y el norte de México, conocido como el grupo Uto-Aztecan-Tanoan, e incluyendo gente como los Paiute, Shoshoni, Hopi, Pima, Yaqui, Tepehuan, Rarámuri (Tarahumara), Kiowas y Mayas.

sábado, 1 de noviembre de 2014

el señor del inframundo(Mexico)

                                 mictlantecuhtli el señor del inframundo

Cuentan los abuelos que los mexicas llamaban Mictlan al Inframundo, al lugar donde iban las almas de los muertos. En el Mictlan reinaban el dios Mictlantecuhtli y su esposa Mictlancíhuatl. Ambas deidades llevaban máscaras hechas de cráneos humanos. El dios tenía el pelo encrespado, los ojos en forma de estrella, adornos cónicos de papel en la frente y la nuca, en las manos enarbolaba una bandera y una estola de papel amate blanco, y orejeras hechas con huesos humanos. El alimento de Mictlantecuhtli y su esposa, consistía en pies y manos crudos, pinacates (escarabajo de la peste), atole, y pus que bebían en una calota. También gustaban de comer tamales pedorros, cuyos flatos provenían de los pinacates.

                                        
Mictlantecuhtli contaba con varios fieles servidores llamados mictecah. Ellos se encargaban de recibir al Sol de manos de las mocihuaquetque -mujeres muertas en su primer parto- para conducirlo en su camino por el Inframundo cuando caía la noche en la Tierra. Los mictecah eran almas que habían adoptado la forma de alacranes y arañas, animales temidos por los mexicas ya que anunciaban fatales enfermedades.

Al Mictlan llegaban las almas de aquellos que habían tenido una muerte común y corriente como la causada por alguna enfermedad, sin distinción de rango ni fortuna, y las almas de los esclavos aunque hubiesen muerto sacrificados en la fiesta dedicada a Huitzilopochtli, Dios de la Guerra y patrono de la Ciudad de México-Tenochtitlan. Solamente los guerreros muertos en batalla, las mujeres que perdían la vida durante el trabajo de parto, y aquellos muertos a causa de una enfermedad relacionada con el agua, estaban exentos de terminar en el Mictlan.

A los difuntos se les dedicaba un largo discurso en su lecho de muerte. Una vez finalizado, se procedía a arreglar al cadáver. Estas tareas correspondías a los ancianos sacerdotes, quienes prestos a ejecutar sus deberes, le envolvían con papeles, le ataban con sogas, y derramaban agua sobre su cabeza. Al terminar el embalsamamiento, los familiares montaban un altar doméstico para colocar la ofrenda mortuoria.


El fuego de la ofrenda al alma del difunto el camino que debía seguir para llegar al Mictlan. El aroma de las ofrendas y las oraciones de los deudos y sacerdotes, le ayudaban a fortalecerse para arribar con bien a su destino; ya que el viaje hacia el Mictlan duraba cuatro largos años. El viaje era agotador y agobiante, por eso el alma debía prepararse desde el momento mismo en que el futuro muerto entraba en agonía. Para darle fuerzas se le daba al agonizante una tonificante bebida llamada cuauhnexatolli, una especie de atole hecho con tequixquitl –la piedra mineral sazonadora- que proporcionaba fuerzas al alma. Cuando el agonizante moría y se le amortajaba y se le preparaba la ofrenda que había de llevar en su mortuorio viaje.

Consistía la ofrenda en vasos, ollas, cazuelas, contendedores de alimentos, vertederas, urnas funerarias, collares de cuentas de cristal, jadeíta, serpentina, piedras preciosas o semipreciosas, figurillas de dioses y hombres, títeres de barro articulados, sellos, maquetas de recintos sagrados y escenas de la vida cotidiana, papeles, manojos de teas, cañas de perfume, hilo flojo de algodón, hilo colorado, ropas de hombre y mujer, y muchos objetos más destinados a soportar el largo viaje de cuatro años al Mictlan. Pero sobre todo, era importantísimo llevar los obsequios para el dios Mictlantecuhtli, una vez que se hubiese llegado al más allá.


Un ser pequeñito e imprescindible debía ser agregado a la ofrenda mortuoria. Sin él los muertos nunca podrían llegar a su destino. Se trataba de un perro de pelaje rojizo que llevaba atado al cuello un collar de hilo de algodón, y que respondía al nombre de Xólotl, dios de los espíritus y señor de la Estrella de la Tarde, Venus. Sólo montado encima del can el muerto podía cruzar el río Chiconahuapan.


Antes de llegar al Mictlan, los muertos debían pasar por nueve lugares de muy difícil tránsito, los cuales se encontraban en niveles subterráneos situados hacia el lado norte de la Tierra, en los que siempre había un viento frío que arrastraba piedras y plantas espinosas. El primer nivel al que llegaba el difunto se llamaba Itzcuintlan, El Lugar de los Perros, ahí el muerto debía cruzar el río Apanohuayan, El Pasadero del Agua, con la ayuda del perro Xólotl. El alma continuaba su camino hasta llegar a Tépetl Monamicyan, El Lugar Donde Los Cerros Se Juntan, donde dos cerros se movían separándose uno del otro, y se cerraban continuamente para triturar al caminante en caso de no tener el suficiente cuidado. A continuación llegaba al Itztépetl, El Cerro De Obsidiana, cubierto de pedernales filosos a los que había que sortear. Luego el difunto accedía al Itzehecáyan, El Lugar del Viento de Obsidiana, lleno de nieve con aristas muy cortantes y peligrosas. El siguiente sitio a salvar era el Pancuecuetlacáyan, El Lugar Donde Tremolan Las Banderas, en el cual ocho páramos helados cortaban al viandante con terribles y filosos pedernales. Pasado satisfactoriamente tal sitio, llegaba al Temiminalóyan, El Lugar Donde La Gente Es Flechada, pues manos invisibles lanzaban flechas al infeliz difunto. Más adelante, el difunto encontraba el Teyollocualóyan, El Lugar Donde Se Come El Corazón De La Gente, pleno de animales salvajes que abrían el pecho del muerto para comerse su corazón, sin el cual caería en un río de profundas aguas negras. Cansado ya de tan terrible viaje, el caminante llegaba al Itzmictlan Apochcalocan, El Lugar De La Muerte Por Obsidiana y Del Templo Que Humea Con Agua, donde podía cegarse con una gris neblina y perder el camino correcto. Por fin, después de hablar pasado por tantos peligros, llegaba al último lugar, al Mictlan, donde el muerto se liberaba de su alma y lograba el descanso deseado y merecido, siempre y cuando hubiera llevado las ofrendas correspondientes para agradar y honrar a Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl.
Mictlan era un sitio espacioso, oscuro, del cual no se podía salir nunca más. A veces se le consideraba como un páramo infértil, yermo, donde nunca podía encenderse el fuego, pleno de dolor, sufrimiento, e insoportablemente hediondo. En otras ocasiones se le concebía como lugar que se iluminaba por las noches, cuando el Sol recorría su camino por el Inframundo y en la Tierra empezaba el crepúsculo.

Sonia Iglesias y Cabrera

martes, 2 de septiembre de 2014

LA MITICA AZTLAN

Cuando los invasores españoles se estaban organizando para emprender la conquista de México, el imperio azteca tocaba su máximo esplendor.
En la altiplanicie mexicana habían evolucionado en el curso de los siglos precedentes, otras culturas como los Olmecas, Toltecas yTeotihuanecas y el principado de los tepanecas, pueblo de lengua náhuatl. Los aztecas o mexicas fueron los últimos en llegar a la altiplanicie mexicana. Provenían de Aztlan o Aztatlan, un lugar legendario situado talvez en el nordeste del continente americano.



 Azteca es una palabra náhuatl que significa “pueblo que viene de Aztlan”.
La leyenda narra que, siete tribus vivían en siete cavernas. Eran los xochimilcos, los tlahica, los acolhua, los tlaxcalan, los tepaneca, los chalca y finalmente los mexicas.
Estas cavernas eran llamadas Chicomoztoc; pero a un cierto punto, fueron abandonadas y las tribus viajaron hacia Aztlan. 


¿Donde estaba situado este lugar? Siempre permaneció en el misterio. En 1887, el antropólogo mexicano Alfredo Chavero propuso que Aztlan estaba situado en la costa pacífica mexicana, cerca de Nayarit. Pero según otras fuentes, el legendario lugar era el actual lago Powell, en Utah. Finalmente, un mito que se repite a menudo relaciona Aztlan con la fantástica isla de la Atlántida, situada más allá de las columnas de Hércules y descrita por Platón.



La etimología de su nombre es incierta. Algunos piensan que significa: “lugar de los pájaros de plumas blancas”, mientras que otros sostienen que solo significa “lugar de origen”.
Después de la conquista española de México, la leyenda de Aztlan se difundió ampliamente. El Padre Diego Durán, eminente historiador sevillano, que vivió largo tiempo en Nueva España, describió Aztlan como un lugar mágico, situado en alguna parte del norte del continente americano, libre de enfermedades y de la muerte. En lo que se refiere a la historia de los aztecas, la localización física de Aztlan tuvo siempre una importancia menor que la emigración misma hacia la altiplanicie de México.
Se cuenta que la primera tribu nahuatl se dirigió hacia México hacia el siglo IX de la era cristiana. Cada una de las siete tribus formó una ciudad estado en el centro de México.

La última en emigrar fue la tribu de los Mexicas, empleando tres siglos para llegar a su destino. Cuando llegaron al valle de Anahuac, la mayoría de las tierras fértiles ya habían sido ocupadas, así que los Mexica se establecieron sobre las costas del lago Texcoco.
Los aztecas llegaron al altiplano de México hacia el siglo XI de la era cristiana.
Compitieron con los toltecas y con las tribus náhuatl de los tepanecos. El legendario rey de los aztecas, Tenoch, se refugió en un islote situado en el lago Texcoco, donde luego fue fundada la ciudad deTenochtitlán, o México, la capital del imperio, en 1325.
Fue el cuarto soberano, Itzcoatl, quien se liberó definitivamente del yugo de los tepanecos.
Antes de la conquista española, la ciudad de Tenochtitlán contaba con cerca de 550.000 habitantes, cifra bien difícil de encontrar en una ciudad europea en ese tiempo.
En lo que se refiere a la organización social, la civilización azteca estaba fuertemente estratificada: en el vértice estaba el rey, con la corte y la clase militar; luego seguía la nobleza y después, los artesanos y comerciantes. Los siervos y los esclavos ocupaban los niveles más bajos de la escala social. La esclavitud era por así decirlo “liviana”, ya que el esclavo no podía ser maltratado, ni vendido contra su voluntad.
Utilizaban un tipo de escritura ideográfica con caracteres jeroglíficos, pero estaba reservada solo para la alta nobleza. Para contar usaban un sistema penta-vigesimal basado sobre grupos de cinco unidades y sobre veintenas. Crearon el calendario azteca, para guiarse por los siclos cronológicos, el cual era una derivación de los sistemas olmeca y maya.

En base a cuidadosos estudios de la “piedra del sol”, un enorme círculo de roca que pesa toneladas, donde se encuentran pictogramas tallados y escenas de la cosmogonía azteca, fue posible remontarse al sistema cronológico de este pueblo que usaba un calendario sagrado de doscientos sesenta días; sin embargo, simultáneamente se basaban sobre el año solar dividido en trescientos sesenta y cinco días, valiéndose de un sistema de numeración vigesimal.
Su lengua era el náhuatl, y muchas de sus palabras fueron incorporadas al español. Por ejemplo: cacao, chocolate, aguacate, chili (ají picante), tomate.
Su economía se basaba en la agricultura, la caza, las cosechas de frutas y el artesanado. Cultivaban fríjoles, cacao, vainilla, tabaco, aguacate, piña y algodón que servía para tejer suaves cobijas.
Pero la principal actividad económica y la más próspera era sin duda la guerra contra las tribus indígenas vecinas, que habían sido sometidas y tenían que pagar tributos en oro y piedras preciosas. El comercio se basaba en el trueque, ya que no existían las monedas.
El artesanado estaba bien desarrollado. Se fabricaban máscaras de obsidiana, preciosas cerámicas, y pequeñas estatuas policromas que representaban a los Dioses. Desde el punto de vista religioso los aztecas eran politeístas y practicaban algunos cultos impregnados de sangre y crueldad. Una de las prácticas más crueles eran los sacrificios humanos con el fin de obtener los favores de sus Dioses; se perforaban a menudo las orejas, la lengua y los genitales para recoger sangre y ofrecerla durante los ritos religiosos. Pero el peor y más dramático era aquel en el que el corazón aún palpitante de la víctima, a menudo un niño, era extraído por el sacerdote para realizar una ofrenda en una alucinante y mística ceremonia. 

Sus Dioses, gobernaban regiones particulares del universo, y estaban asociados a puntos cardinales y a números simbólicos. El principio dominante del mundo espiritual azteca era el dualismo. La lucha continua del día y la noche, del sol y la luna.
Los aztecas disponían de un ejército numeroso y organizado.
¿Como fue posible para Hernán Cortés derrotar un imperio de tal grandeza con solo un centenar de hombres?

Obviamente el capitán español podía contar con sus armas de fuego y sus caballos, pero sin duda fueron su astucia y su habilidad para contraer alianzas con las tribus que se oponían al dominio azteca, lo que le permitió el éxito obtenido.
En los años sucesivos a la conquista, esta civilización fue estudiada por Fraile Bernadino Sahagún, nacido en León, en 1500. Llegó a México en 1529 y dedicó su vida al estudio de las culturas y de las lenguas indígenas. En su obra, “Historia General de las cosas de Nueva España”, llamada luego “Código Florentino”, se describen la cultura, las creencias, el arte, la lengua y las costumbres del pueblo azteca. En este libro, escrito en latín y español, el fraile agrega también una trascripción fonética de la lengua náhuatl.
Fraile Bernardino es considerado como el primer antropólogo del siglo XVI, en utilizar rigurosos métodos científicos de investigación en el estudio de dicha cultura.
 
YURI LEVERATTO  

fuente www.yurileveratto.com