En Topeka, Kansas (Estados Unidos), habitaba una mujer hacia 1960 cerca del cementerio de la ciudad. Era llamada albina por los pobladores, debido a que tenía una falta crónica de melanina que hacía que su piel, más que blanca, tomara un ligero color azulado. Solía salir en las noches, para evitar el sol (que lastimaba mucho su piel) y pasear a su perro en los prados aledaños al cementerio.
De acuerdo con la historia que se cuenta, los habitantes de la región no eran muy amables con ella. La despreciaban y rechazaban por su extraño aspecto, llegando incluso a maltratarla ocasionalmente. Sin embargo, un día una turba de jóvenes, por motivos desconocidos, decidió ensañarse con ella más de lo normal. Fueron hasta su casa, de donde la arrastraron al cementerio y allí, en una tumba improvisada, la enterraron viva.
Aunque esta es la versión oficial, nadie fue procesado por este crimen, por lo que a veces se afirma que la odiada mujer murió, en verdad, de causas naturales, y no fue hasta luego de su muerte que su tumba fue vandalizada y su cuerpo profanado. En cualquier caso, la mujer jamás abandonaría este lugar a partir de aquel horrible día: su espíritu, según dicen, ronda la ciudad y el cementerio y se asegura de que ningún visitante nocturno pueda, jamás, olvidar su visita. Los avistamientos, tanto de locales como de visitantes, se cuentan por los cientos.
Apariciones de la Mujer Azul de Kansas.
La más reciente de sus apariciones ocurrió en el año 2013, cuando un niño llamado James George se encontraba en una tienda con su mamá. El pequeño se dirigió hacia un grupo de maniquíes, sin pensar mucho en los hombres de plástico hasta que uno de ellos, particularmente horripilante, volteó su rostro hacia él. Corriendo y llorando fue a buscar a su madre y le señaló el lugar de donde había salido la persona… y allí estaba: brillando con una tenue luz azul, la mujer albina se encontraba mirándolos fijamente. De acuerdo con el relato de los dos, se dirigió hacia ellos, los atravesó y salió por la puerta (o mejor, a través de la puerta).
Otra de sus apariciones, en este mismo año, cuando una joven llamada Jessica Streeter fue al cementerio con su novio con la idea de poder descansar de las miradas de los vecinos y tener una velada romántica en paz. La joven, que no conocía la leyenda, no tenía idea del horror en el que se convertiría su velada.
Mientras se besaban junto a su picnic, sentados en el suelo, vieron surgir de la nada la cabeza de la mujer, que los atacó, los arañó y, según el relato de Jessica, incluso intentó asfixiarla. Los jóvenes abandonaron sus pertenencias y salieron a toda velocidad, aterrorizados, del campo sagrado.
Los relatos de las apariciones de la mujer comenzaron en 1964, cuando un joven que se estaba probando ropa la vio ingresar al vestidor. Fue solo la presencia amenazante de su abuela, quien se enfrentó al fantasma sin temor, lo que le permitió salir incólume de esta situación. Nuevas apariciones se darían en 1968, cuando la mujer comenzó a realizar una especie de circuito en las noches de la ciudad. Uno de los vecinos la veía pasar todas las noches hasta que ella se dio cuenta de que el hombre la observaba. En este momento comenzó a pausar sus caminatas y a acercarse más y más a la casa, hasta que al final se quedaba un rato mirando a su familia dormir. Sin embargo, afirma el vecino, la mujer jamás lastimó a sus hijos.
De acuerdo con varios miembros de la ciudad, el fantasma sigue asustando a quienes se encuentran cerca al cementerio, en las noches.