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martes, 28 de enero de 2014

LA ISLA BERMEJA EN REALIDAD EXISTIO? O FUE HUNDIDA POR LA C.I.A

Los mapas la mencionan desde el siglo XVI y Google Maps la sigue ubicando, pero su desaparición hizo que una zona marina rica en petróleo pasara de México a Estados Unidos


                                         La Isla fantasma, dibujada en un mapa de 1846
                                      


Tenía que estar ahí, pero resulta que no. México ha perdido la isla Bermeja, un reducido peñasco situado a unas cien millas al norte de laPenínsula de Yucatán, en aguas del Golfo de MéxicoGoogle Mapsdice que esta ahí, marinos y cartógrafos de épocas remotas la ubicaron y describieron y distintas misiones exploratorias se han acercado hasta donde se supone que debiera estar, pero nada, no hay rastro.
El enigma, en principio, no debería tener mayor trascendencia geopolítica. Se trata de un peñasco sin ninguna importancia aparente. Pero el valor asociado a la isla Bermeja es incalculable. No por lo que contiene, sino por lo que determina. De hallarse, permitiría desplazar hacia el norte el límite de las aguas territoriales de México colindantes con las de los Estados Unidos, lo que permitiría a los mexicanos hacerse con la soberanía de cuatro quintas partes de la zona del Hoyo de la Dona occidental, una región del Golfo de México con grandes reservas de petróleo, gases y minerales.

Polémico tratado

La cuestión de la misteriosa desaparición de la Isla Bermeja se convirtió en capital a finales del siglo pasado, cuando el presidente mexicanoErnesto Zedillo negociaba con su homólogo estadounidense, Bill Clinton, un Tratado sobre la delimitación de la Plataforma Continental. México ya había hecho movimientos diplomáticos en la ONU para asegurarse con el control de la Hoya de la Dona. La punta de lanza de la postura mexicana era el islote Bermeja, pero cuando en 1997 arrancaron las negociaciones, resultó que ya no estaba donde todos los mapas la venían situando desde el siglo XVI.Ante tan sorprendente extravío, el Gobierno mexicano ordenó una misión militar que localizara la isla. Era mucho dinero y mucho territorio lo que estaba en juego. El buque de la Armada «Onjuku» viajó hasta la latitud indicada en los mapas para corroborar la existencia de la isla. El sónar del «Onjuku» no pudo encontrar huellas del supuesto islote un amplio radio cercano a las coordenadas señaladas.Finalmente, Zedillo y Clinton firmaron el acuerdo el 28 de noviembre de 2000, quedando el área de interés y la enorme riqueza de sus fondos bajo control estadounidense. Algunas estimaciones calculan en más de 22.000 millones de barriles el petróleo que perdió México al verse privado de esa zona del Golfo que lleva su nombre.

Teorías conspirativas

El caso de la Isla Bermeja alimentó toda clase de especulacines conspirativas. Muchos no entendían como un pedazo de tierra citado por primera vez en 1570 y mencionado en publicaciones oficiales de fecha tan tardía como 1946 se había evaporado súbitamente. Un grupo de senadores del opositor PAN exigió la apertura de una investigación oficial, mientras crecían las voces apuntando a teorías sorprendentes. Se decía que la CIA habría podido volar la isla e incluso se apuntaba a la connivencia de los negociadores del tratado por parte mexicana con los intereses de los Estados Unidos. Los legisladores que exigieron una investigación oficial al respecto señalaron que «existen sospechas sobradas de que la inmersión fue provocada por la influencia del hombre». La pregunta en el ambiente era: «¿Son los gringos capaces de haber hundido la isla para quedarse con el petróleo?».La respuesta la darían los científicos. Jaime Urrutia, de los Institutos de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que con una bomba de hidrógeno se podría hacer desparecer una isla, pero consideraba tal posibilidad altamente improbable en este caso. Sí dijo que las islas pequeñas pueden desaparecer como consecuencia de la erosión causada por las olas.

Investigación oficial

El asunto terminó siendo objeto de una investigación parlamentaria, cuyos responsables encargaron un informe a la UNAM. En 2009, el buque universitario «Justo Sierra» repitió la travesía del «Onjuku» para terminar llegando a las mismas conclusiones. En ese lugar no existe ninguna isla ni vestigios de que haya existido nunca. Las misiones que han visitado el lugar y han sondeado el fondo marino lo describen como una planicie, por lo que puede descartarse que en esas latitudes hubiera ninguna isla antes. La explicación científica oficial, la que hizo suya el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), es la de que la Isla Bermeja nunca existió o fue confundida con otra. Lejos de comprar las versiones que apuntan a los manejos de los servicios secretos estadounidenses, se impone la idea de que el misterio obedece a un error cartográfico que se ha perpetuado a lo largo de los siglos.

viernes, 20 de diciembre de 2013

LA LEYENDA DEL MITICO MAPINGUARI

Su poderosa cola serviría como un tripode para estabilizarle al ponerse sobre sus cuartos traseros para alcanzar ramas. Mapinguari - El Perezoso Gigante
 

Emite un olor nauseabundo y ha sido divisado por numerosos nativos y cazadores Con dos metros de altura y un abundante pelaje rojizo, el mapinguari se ha convertido en una leyenda de la selva brasileña. Aunque nunca se ha capturado un ejemplar, un ornitólogo estadounidense plantea que se trata de los últimos especimenes de un animal supuestamente extinto hace unos 10 mil años. En lo profundo de la selva del Amazonas, existe una leyenda que ha atemorizado a generaciones de nativos. Su protagonista es el mapinguari, una imponente criatura de dos metros, que vaga por el territorio emanando un olor nauseabundo y lanzando alaridos que hielan la sangre. Aun cuando nunca se ha capturado un ejemplar, los encuentros cercanos relatados por pobladores han despertado el interés de los científicos, quienes creen que se trata de algo más que un animal mítico. La criatura, cuyo nombre en idioma indígena significa "defensor de los bosques", también ha sido avistada por cazadores que se aventuran en el Suroeste de Brasil. Muchos de estos testimonios llegaron a oídos de David Oren, un ornitólogo de la Universidad de Harvard (EE.UU.) que llegó a la zona en 1977 para estudiar las aves locales. Según contó el investigador a La Tercera, para él las historias no eran más que parte del folklore indígena. Hasta que a fines de los, 80, cuando realizaba una de sus investigaciones de campo, escuchó un terrible rugido que hizo huir a casi todos los que lo acompañaban: "Al escucharlo, quieres escapar. Aún hoy, el animal es avistado periódicamente y muchas personas piensan que se han topado cara a cara con el diablo".
Búsqueda incesante
David Oren reside en Brasil y desde hace 15 años dirige la búsqueda de estos animales, convencido de que son los últimos ejemplares vivos del "perezoso gigante de tierra". Esta especie se habría extinguido hace 10 mil años y sus fósiles han sido hallados desde la Patagonia hasta Estados Unidos, además de estar relacionada con los perezosos que pasan gran parte de su existencia en los árboles. El investigador, quien ahora trabaja para el grupo ecológico Conservación de la Naturaleza, explica que las descripciones del mapinguari revelan varios rasgos propios del perezoso gigante. Además de tener una estatura de dos metros, el cuerpo cubierto por abundante pelo rojizo y caminar alternativamente en dos o cuatro patas, Oren dice que "la criatura posee una poderosa dentadura y extremidades dotadas de grandes garras, para arrancar las ramas de las que se alimenta".

 Su dieta se bararía en ramas y otras plantas. El experto explica que el fuerte hedor del animal -descrito como una mezcla de heces y carne podrida- sería un mecanismo de defensa y, agrega, que sus fuertes aullidos "son similares al grito de un humano, pero con un profundo gruñido al final". El ornitólogo ha hallado docenas de huellas, pelos y excrementos cuyo origen no ha podido ser determinado por exámenes biológicos realizados en EE.UU. y Europa. Pese a ello, muchos de sus colegas ven esta historia como una fantasía similar a la del Monstruo del Lago Ness o Pie Grande. Sin embargo, Oren -cuyos estudios han aparecido en revistas científicas como Goeldiana Zoológica y Discover- señala que "es necesario que estas historias se conozcan para que cuando un cazador vuelva a dispararle a un mapinguari, los científicos puedan inspeccionar los restos". Escepticismo y apoyo Paul Martin, profesor de Geociencias de la Universidad de Arizona (EE.UU.) y experto en la teoría de que los humanos acabaron con criaturas como el perezoso gigante, considera la misión de Oren como casi imposible: "Mi espíritu romántico lo alienta, mientras que la parte científica no le da oportunidad. Sin embargo, los humanos simpatizamos con estas grandes criaturas, así que todos sentiríamos la emoción de un descubrimiento como éste". Una opinión más positiva es la de Claudio Padua, doctor en Ecología de la Universidad de Brasilia, quien señala que el Amazonas aún oculta miles de especies desconocidas y que sólo en la última década fueron descubiertas 10 nuevas razas de simios: "El mapinguari sería el hallazgo del siglo. Como científico, estoy preparado a aceptar que todo es posible hasta que haya prueba de lo contrario". A diferencia de los pocos perezosos modernos, los ejemplares gigantes pasaban gran parte del tiempo en el suelo, eran herbívoros y para alcanzar las ramas más altas de los árboles podían alzarse en sus piernas traseras.

 Se cree que la desaparición de estos animales se debió a la cacería humana o a un brusco cambio climático. Según David Oren, la selva del Amazonas habría sido el escondite perfecto para la criatura: "No se trata de una búsqueda de dinosaurios extintos hace millones de años sino de la posibilidad cierta de hallar un representante muy raro de una fauna que abundaba aquí 10 mil años atrás". El experto agrega que "hace sólo 27 años se supo que el pecarí del Chaco aún estaba vivo, mientras que los rinocerontes de Java fueron redescubiertos en Asia y dos nuevas clases de vacunos acaban de ser avistados en Vietnam. En la grandeza del Amazonas, el descubrimiento de un nuevo mamífero no puede ser considerado como improbable".

jueves, 28 de noviembre de 2013

EL ENIGMATICO MANUSCRITO VOYNICH QUE NI LA CIA HA PODIDO DESCIFRAR

El manuscrito de Voynich es un documento medieval elaborado en una escritura y lengua desconocida. Por más de cien años la gente ha intentado romper el código sin éxito alguno. La impresión total dada por las hojas del manuscrito sugiere que fue redactado para servir como farmacopea o para tratar asuntos en medicina moderna medieval o temprana. Sin embargo, los detalles desconcertantes de las ilustraciones han alimentado muchas teorías sobre los orígenes del libro, el contenido de su texto, y el propósito para el cual fue pensado. El documento contiene las ilustraciones que sugieren que el libro contiene seis capítulos: herbario, astronómico, biológico, cosmológico, farmacéutico, y recetas. Hace siglos que los eruditos tratan de descifrar los secretos de un antiguo libro, conocido como «manuscrito Voynich». Según creyeron algunos de los que lo han estudiado, anticipa muchos de los descubrimientos de la ciencia moderna. Desde 1912, año en que fue adquirido por el especialista en libros antiguos Wilfred M. Voynich , los expertos han utilizado, sin éxito, los métodos de la criptología moderna para tratar de revelar sus secretos. A finales de 1912 un vendedor de libros antiguos de Nueva York llamado Wilfred M. Voynich volvió a su ciudad natal de una visita a Europa con un pequeño manuscrito, cuidadosamente empaquetado. Tenía gruesas tapas de pergamino, separadas, debido al uso, de las 204 hojas de pergamino delgado de que constaba el manuscrito; Voynich calculaba que, originalmente, tenía 28 páginas más, que se habían perdido. Su formato era de cuarto grande, ya que medía unos 15 por 22 cm y el texto, escrito en caracteres apretados y con tinta negra, iba ilustrado con más de 400 pequeños dibujos en rojo sangre, azul, amarillo, marrón y verde brillante. Las ilustraciones mostraban curiosos arabescos y tubos que parecían intestinos, figuras femeninas desnudas, estrellas y constelaciones y cientos de plantas de extraño aspecto. El pergamino, la caligrafía y la historia conocida del manuscrito indicaban a Voynich que era de origen medieval, y la abundancia de especímenes vegetales sugería que podía tratarse de un herbario, un libro de texto mitad científico, mitad mágico, que describía las cualidades místicas y médicas de las plantas y su preparación. Pero esto era una simple conjetura, ya que estaba escrito en un lenguaje que Voynich no pudo identificar; aunque el texto podía ser descompuesto en «palabras», cuyas letras eran familiares a medias, no tenían sentido. Voynich sólo pudo suponer que estaban escritas en un idioma poco conocido, en un dialecto o en un código. ¿Magia negra? Una de las intrincadas y extraordinariamente confusas páginas del manuscrito Voynich. La abundancia de dibujos vegetales sugiere que podría tratarse de un herbario, pero muchos de los especímenes de plantas y arbustos resultaron ser inventados. Aunque Voynich no era criptólogo, tenía, indirectamente, algunas nociones de simbología. Su suegro había sido el profesor George Boole, el matemático inglés que fue uno de los primeros en usar símbolos matemáticos para expresar procesos lógicos: fue elegido miembro de la Royal Society por sus trabajos sobre la moderna lógica simbólica. Voynich también sabía que existían convincentes pruebas circunstanciales que sugerían que el autor de la extraña obra por él adquirida era Roger Bacon, monje franciscano del siglo XIII que había combinado sus estudios de filosofía, matemáticas y física experimental con la alquimia. Quizá Bacon había logrado inventar, 600 años antes que Boole, un sistema de lógica simbólica, o quizá simplemente había elaborado un código para camuflar sus investigaciones en torno a la piedra filosofal y el elixir de la vida, eludiendo así la acusación de practicar la magia negra, acusación que en la Edad Media solía tener fatales consecuencias. Mientras daba vueltas a todas esas posibilidades, Voynich se dirigió al mundo académico buscando una solución; hizo hacer docenas de copias del documento y se las envió a todos los especialistas que pudieran colaborar con él. Con cada copia, envió un resumen de lo que él sabía del manuscrito. Lo había comprado, pagando una cantidad no revelada, a principios de 1912, tras haberlo hallado en la biblioteca del Colegio Mondragone de los jesuitas, en Frascati (Italia). Antes de llegar allí, el manuscrito había permanecido custodiado durante 250 años en el Collegium Romanum de los jesuitas; había sido depositado allí por un célebre erudito y criptólogo jesuita del siglo XVII, llamado Athanasius Kircher, quien había intentado, sin éxito, descifrarlo. Según una carta fechada el 19 de agosto de 1666, Kircher había recibido el libro de manos de su antiguo alumno Joannes Marcus Marci, rector de la Universidad de Praga; el libro había formado parte de la biblioteca del Sacro Emperador Romano Rodolfo II, hasta su muerte en 1612. A todos los efectos, Rodolfo había cedido el gobierno de sus reinos de Hungría, Austria, Bohemia y Moravia a los jesuitas, prefiriendo dedicar su tiempo a patrocinar las ciencias y pseudociencias. Las que más le interesaban eran la botánica y la astronomía; creó un complejo jardín botánico y construyó un observatorio en Benatky, cerca de Praga, para el astrónomo danés exiliado Tycho Brahe. (El que era por entonces su ayudante, Johannes Kepler, bautizaría después sus Tablas rudolfinas en honor a su antiguo protector.)
Esta ilustración, que parece representar a un grupo de mujeres bañándose en tinta verde, es típica de los misteriosos dibujos del manuscrito. También podemos observar un ejemplo de la caligrafía del manuscrito. Pero los intereses más personales de Rodolfo se orientaban hacia la alquimia, y empleó mucho tiempo y mucho dinero en la instalación de un laboratorio alquímico al que invitó a alquimistas de toda Europa. Uno de ellos, Johannes de Tepenecz, firmó su nombre en un margen del manuscrito Voynich, según se descubrió posteriormente. Otro alquimista más famoso era el inglés John Dee, quien entre 1584 y 1588 vivió en la corte de Rodolfo como agente secreto de la reina Isabel I. Es posible que fuera Dee quien trasladara el manuscrito a Praga.
Dee, que había sobrevivido al encarcelamiento en tiempos de la reina María Tudor, en 1555, acusado de brujería, se transformó en favorito de su media hermana Isabel. Los experimentos necrománticos que realizó con su ayudante Edward Kelley suenan a superchería, pero poseía un profundo conocimiento de la teoría y de la práctica alquímicas, así como de astrología, astronomía, matemáticas, geografía y navegación celeste (una de sus obsesiones era hallar el pasaje noroeste hacia la India); pero sobre todo era un espía de capa y espada. Intentó la creación de claves secretas y estudió las que ya existían, en beneficio de su jefe, lord Burghley. Dee también admiraba mucho los trabajos de Roger Bacon, y coleccionó muchos de sus manuscritos. Tenía numerosos puntos en común con el monje franciscano; ambos se interesaban, por ejemplo, por las escrituras secretas. En cualquier caso, parece que fue el doctor Dee quien regaló a Rodolfo II el manuscrito de Voynich, diciéndole que era obra de Bacon. Sir Thomas Browne afirmaba que Arthur Dee, hijo del doctor Dee, le había hablado de un «libro que sólo contenía jeroglíficos, en cuyo libro su padre había ocupado mucho tiempo, pero no me dijo que lo hubiera descifrado».
Éstos son, entonces, los antecedentes del problema que Voynich planteó al mundo académico en 1912, problema que provocaría angustia en muchos círculos intelectuales de Europa y América, ya que, aunque los grupos de letras y «palabras» que allí aparecían daban la impresión de ser tan sencillos «como el nombre de un viejo amigo cuando lo tienes en la punta de la lengua» –como dijo un escritor– en realidad no lo eran.
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http://depositfiles.org/files/svwn2pqs8


The Voynich Manuscript by Pixelate

martes, 26 de noviembre de 2013

LA VERDAD SOBRE LA TIERRA HUECA


A principios de 1970, la Administración del Servicio de Ciencia del Medio Ambiente (ESSA), perteneciente al Departamento de Comercio de los Estados Unidos, proporcionó a la prensa unas fotografías del Polo Norte tomadas por el satélite ESSA-7 el 23 de noviembre de 1968. Una de las fotografías mostraba el Polo Norte cubierto por la acostumbrada capa de nubes; la otra, que mostraba la misma zona sin nubes, revelaba un inmenso agujero donde hubiera debido estar el Polo. El ESSA estaba lejos de sospechar que sus fotos rutinarias de reconocimiento atmosférico iban a contribuir a despertar una de las controversias más sensacionales y célebres de la historia de los OVNIS. En el número de junio de 1970 de la revista Flying Saucers, el editor y ufólogo Ray Palmer reprodujo las fotos del satélite ESSA-7 junto con un artículo en el que manifestaba que el agujero de la foto era real. Durante mucho tiempo, Ray Palmer y otros ufólogos habían creído que la Tierra es hueca, y que los OVNIS provienen y retornan a una civilización de seres superiores que está oculta en su interior inexplorado. En 1970, gracias al apoyo de una fotografía en que aparecía el enorme agujero del Polo Norte, Palmer pudo por fin asegurar que la super-raza subterránea existía y probablemente se podía llegar hasta ella a través de los agujeros de los polos Norte y Sur. En los números siguientes de Flying Saucers apoyó su teoría resucitando otra antigua controversia sobre la "Tierra hueca": la de las famosas expediciones del vicealmirante Richard E. Byrd a los polos Norte y Sur. El vicealmirante Richard E. Byrd, cuyas expediciones polares desataron la polémica sobre la teoría de la tierra hueca.

El primer testigo El vicealmirante Richard E. Byrd de la US Navy fue un distinguido aviador pionero y explorador polar que sobrevoló el Polo Norte el 9 de mayo de 1926 y dirigió numerosas expediciones a la Antártida, incluyendo un vuelo sobre el Polo Sur el 29 de noviembre de 1929. Entre 1946 y 1947, llevó a cabo la operación a gran escala llamada "High Jump" (Salto Alto), durante la cual descubrió y cartografió 1.390.000 km2 de territorio antártico. Las famosas expediciones de Byrd entraron por vez primera en la controversia de la Tierra hueca cuando varios artículos y libros -especialmente Worlds beyond the Poles (Mundos más allá de los Polos), de Amadeo Giannini- pretendieron que Byrd había en realidad volado no por encima del Polo, sino hacia dentro de los grandes agujeros que llevan al interior de la Tierra. Ray Palmer, basándose principalmente en el libro de Giannini, introdujo esta teoría en el número de diciembre de 1959 de su revista y, a raíz de ello, mantuvo una voluminosa correspondencia al respecto.
El mundo científico no fue inmune a esta teoría Leonard Euler, un genio matemático del siglo XVIII dedujo que la Tierra era hueca, que contenía un sol central y que estaba habitada; y el doctor Edmund Halley, descubridor del cometa Halley y astrónomo real de Inglaterra en el siglo XVIII también creía que la Tierra era hueca y albergaba en su interior tres plantas. Ninguna de estas teorías estaba sustentada científicamente, pero alternaban con varias obras de ficción sobre el mismo tema, las más importantes de las cuales eran Las Aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe (1833), en la cual el héroe y su compañero tienen un terrorífico encuentro con seres del interior de la Tierra; y el Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne (1864), en la cual un profesor aventurero, su sobrino y un guía penetran en el interior de la Tierra a través de un volcán extinguido en Islandia, y encuentran nuevos cielos, mares y reptiles gigantescos y prehistóricos que pululan en los bosque La creencia en una Tierra hueca estaba tan extendida que incluso Edgar Rice Burroughs, el célebre autor de Tarzán, se sintió obligado a escribir Tarzán en las entrañas de la Tierra (1929), en el que el famoso hijo de la selva va a Pellucidar, un mundo que se encuentra en la superficie interior de la Tierra y que está alumbrado por un sol central. La sombra más allá del tiempo (1936) de H.P. Lovecraft transportó el tema a la época actual describiendo una raza antigua y subterránea que dominó la Tierra hace 150 millones de años y que, desde entonces, en el refugio de la Tierra interior, ha inventado aviones y vehículos atómicos, y domina el viaje en el tiempo y la percepción extrasensorial. El enigma de la foto satelital resuelto ¿Y qué hay del enorme agujero que se podía observar en la fotografía de las regiones árticas? La explicación es ridículamente simple y se le podría haber ocurrido a cualquier niño inteligente que supiera algo sobre la rotación diaria de la Tierra. Por desgracia, los entusiastas de la teoría de la Tierra hueca tomaron dicha fotografía como "prueba" sin antes consultar con nadie mínimamente experto en el asunto. La fotografía es un mosaico de imágenes de televisión tomadas por el satélite durante 24 horas, que muestran la Tierra desde diversos ángulos. Las imágenes fueron procesadas por una computadora y unidas de modo que formasen una vista total de la Tierra como si el observador se hallase en un punto directamente encima del Polo. Durante esas 24 horas, todos los puntos en las latitudes ecuatoriales y medias recibieron luz solar durante algún periodo de tiempo, y aparecen iluminados en la fotografía compuesta. Pero las regiones cercanas al Polo estaban en ese momento sumidas en la oscuridad permanente del invierno ártico. Por ello hay una área no iluminada en el centro de la foto.