Cuentan los más viejos de estas tierras, que por los caminos de copoya, había una cueva, a la que los locales conocían como la cueva de la gallina encantada.
Se dice que en ocasiones, salía una gallina de aquella cueva, la mayoría intentaba darle alcance, pero por más que intentaban capturarla, nunca lo lograban, no fue hasta que en alguna ocasión, alguien de quien no se recuerda el nombre, noto que la gallina tenía polluelos, con este descubrimiento, el abusado logro capturar a una de estas crías y llevarlo a su casa.
Cuál sería su sorpresa cuando este polluelo creció, que era capaz de dar muchos huevos y mejor aún muy buenas crías, que crecían en menos tiempo, así empezó el hombre a vender huevos y gallinas, pero por más que intentaba inventariarlas, estas parecían multiplicarse, sin dar tiempo a nada. Los dueños de aquel ejército de gallinas optaron por regalarlas también, donarlas a fiestas, celebraciones a la iglesia, pero aún así el número no parecía descender.
El hombre desesperado por el aumento inexplicable de su población de gallinas, busco a aquella que había iniciado ese caos y cuando la encontró, le dio muerte. Desde ese día la población de animales de granja disminuyo, hasta volver a los números aceptables.
Adaptación: Luis C. Pérez
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