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sábado, 30 de julio de 2016

EL GUIA DEL INFRAMUNDO


En tierra firme, en poder de los indios caribeños, hay unos perrillos pequeños que tienen en casa. Algunos son pelones y mudos, porque nunca, jamás ladran, ni gruñen, ni aúllan… Y tienen mucho aire de lobillos, pero no lo son. Son perros. Son mucho más esquivos que los nuestros, excepto con los de la casa donde están, que muestran amor a los que les dan de comer, en el halagar con la cola y saltan regocijados mostrando querer complacer a quien tienen por amo.

Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, cronista de las Indias (s. XVI).


Según la leyenda azteca, si alguien ha tratado mal a un perro en vida no podrá atravesar jamás el profundo río Apanohuaia, pues Xólotl, el dios gemelo malvado de Quetzalcóalt, se rehusaría a guiar a esta alma desgraciada y tampoco el fúnebre xoloitzcuintle, el “perro monstruo” o también “cánido de Xólotl” creado por el señor del Inframundo a partir de una minúscula astilla del Hueso de la Vida, cual Eva de los humanos pero sin costilla.


MICTLANTECUHTLI EL SEÑOR DE LOS INFIERNOS 



Tan apreciadas eran estas ancestrales (tienen más de ocho mil años) criaturas en la primitiva Mesoamérica precolombina que cuando el dueño moría enterraban a su mascota con él, como los guerreros escitas con sus caballos. Considerados sagrados por la tradición popular de aquellos días, eran consumidos como manjar en medio de un ritual solemne de sacrificio, representado en abundante iconografía, que señala el peregrinaje del fallecido siendo conducido por su perro hasta las frías tierras norteñas de Mictlán, uno de los más allás méxicas donde espera el descanso eterno. 



De aspecto anacrónico y perdido en el tiempo, entre ruinas antiguas y selvas sin nombre, noble y esbelto, espigado y de características grandes orejas avispadas, está en extinción a cuentagotas y según algunos sólo quedan unos quinientos ejemplares en México. La razón de su falta de crianza parece ser la “fealdad” (o eso opinan algunos mozos) que tiene en relación a otras razas, más peludas y coloridas, como los chihuahueños. Y sí, decimos bien: el perro monstruo es alopécico, calvo, carece de cubierta capilar, siendo “pelón” y faltándole algunas piezas de la dentadura a causa del fenotipo llamado Displasia Ectodérmica Canina. Por ello, al estar más expuestos a los contrastes diarios del exterior, pueden lesionarse con frecuencia aunque cicatrizan a gran velocidad como el superhéroe Flash. Tenemos entendido que son animales muy inteligentes, traviesos, y unas auténticas esponjas para el aprendizaje, convirtiéndose en candidatos ideales para concursos caninos. Y es que los patitos feos destacan en ámbitos tan variopintos como increíbles.

y si tienes un xoloitzcuintle trátalo bien,tal vez pueda guiarte a través de los infiernos,cuando mueras.

fuente:


sábado, 8 de noviembre de 2014

LA DONCELLA Y EL ARBOL DE LA CALAVERA (MITO MAYA)

Escena del "Popol Vuh", el poema mitológico maya, en que la doncella virgen Ixquic es fertilizada por los frutos de un árbol.

Ixquic parirá a su tiempo a los dos guerreros gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, quienes una vez adultos se enfrentarán al poder de la enfermedad y la muerte en el tétrico reino subterráneo de Xibalbá.


LA DONCELLA Y EL ÁRBOL

DE LA CALAVERA



Cuando los señores de Xibalbá vencieron a los dos héroes Hun-Flunahpú y Vucub-Ilunahpú tomaron la cabeza del primero y la pusieron sobre el árbol jícaro que arraigaba a un lado del camino. Era un árbol seco que jamás había fructificado y nada más entrar en contacto con el cráneo se llenaron sus ramas de frutos sazonados y maduros. Al contemplar la riqueza de aquel árbol los señores de Xibalbá sentenciaron:

—¡Que nadie venga a coger esta fruta! ¡Que nadie venga a ponerse debajo de este árbol!

Y por su magia “la cabeza de Hun-Hunahpú no volvió a aparecer porque se había vuelto la misma cosa que el fruto del árbol que se llama jícaro. Sin embargo, una muchacha oyó la historia maravillosa” de los dos semidioses, hermanos gemelos, que murieron bajo el poder de los de Xibalbá, y tan prendada quedó al escuchar sus portentosas hazañas que decidió, en contra de lo ordenado por los señores del averno y de su propio padre, visitar tan peculiar árbol.


La doncella se llamaba Ixquic y fue precisamente a su padre, Cuchnmaquic, a quien “oyó la historia de los frutos del árbol”, a consecuencia de lo cual quedó tan intensamente impresionada que su admiración hacia los dos héroes creció notablemente, e inmediatamente se preguntó:

—¿Por qué no he de ir a ver ese árbol que cuentan? Ciertamente deben ser sabrosos los frutos de que oigo hablar.

Sin pensarlo más detenidamente, impulsiva como lo es la juventud de todos los tiempos, la doncella Ixquic se puso en camino, aventurándose en el evento en solitario, sin consentir que nadie la acompañara. Al fin llegó al pie del árbol

“que estaba sembrado en Pucbal-Chah’. Ante él, la doncella exclamó con entusiasmo:

—¡Ah! ¿Qué frutos son los que produce este árbol? ¿No es admirable ver cómo se ha cubierto de frutos? ¿Me he de morir, me perderé si corto uno de ellos?

Nadie le podía contestar porque se hallaba sola en el paraje. Sin embargo, la calavera de Hun-Hunahpú, que hasta entonces se había escondido entre las frutos como uno más de ellos, se hizo visible y de entre las ramas del jícaro le contestó:

—¿Que es lo que quieres? Estos objetos redondos que cubren las ramas del árbol no son más que calaveras.

Así dijo la cabeza de Hun-Hunahpú dirigiéndose a la joven e inmediatamente, casi con ansiedad, le preguntó:

—¿Por ventura los deseas?

La doncella contestó gravemente:

—Sí los deseo.

La calavera le habló otra vez:

—Muy bien. Extiende hacia acá tu mano derecha.

La muchacha, a la vez que aceptaba el reto, levantó la mano derecha y La mostró en dirección hacia donde estaba la calavera.

—Bien —dijo.

En ese mismo momento el cráneo desde lo más alto lanzó un chisguete de saliva hacia la doncella que le cayó sobre la palma de la mano que permanecía extendida.

Ixquic se miró rápidamente con atención su mano y al ver que la saliva ya no estaba en ella quedó profundamente sorprendida y admirada porque aquello que le estaba sucediendo no le era demasiado grato.

La voz de Hun-Hunahpú, a través de la calavera, le dijo desde lo alto del jícaro:

—En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia. Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera despojada de carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren espántanse los hombres a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos, que son como la saliva y la baba, ya sean hijos de un señor, del hombre sabio o del orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino que se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran. Esto mismo he hecho yo contigo. Sube, pues, a la superficie de la Tierra, que no morirás. Confía en mi palabra, que así será.

Todo este acaso maravilloso sucedió tan acertadamente porque así fue el mandato de Caculhá Huracán, Chipi-Caculhá y Raxa-Caculhá. “Y estos tres son el Corazón del Cielo”, que se llama Huracán.

Después de escuchar la voz de la calavera haciéndole todas las advertencias, Ixquic fue de regreso a su casa, habiendo concebido inmediatamente a dos hijos gemelos en su vientre solamente por la virtud de la saliva que recibió en su mano con el chisguete que aquélla le envió.

Ya en su hogar, la muchacha realizó su vida cotidiana con toda normalidad sin detectar su padre ninguna clase de transformación en ella. Sus labores caseras eran las mismas, su comportamiento idéntico, aunque mantenía dentro de sí una dulce melancolía que seguramente sería un favor que le hacían los dioses, ya que había sido escogida por ellos para llevar a cabo la misión de traer al mundo a los herederos de tan preclaros héroes que tan infame muerte tuvieron bajó el poder de los señores de Xibalbá y destinados para vencerlos sin remisión.

Cuando hubieron pasado seis meses de la insólita y sin gular concepción, su padre, Cuchumaquic, reparó en el estado de gravidez en que se hallaba su hija. Su secreto fue descubierto y el hombre se indignó profundamente, intenso fue el dolor que le invadió por el descubrimiento, y en su soledad maldijo a Ixquic y el desprecio más penetrante irrumpió dentro de su ser. Después de mucho meditar el hombre la situación en que se hallaba, sobre todo frente a la sociedad arcaica de aquellos tiempos y lugares, y sobre todo cumpliendo escrupulosamente la promesa de no hablarle a la muchacha, decidió reunirse con Hun-Carné y Vucub-Carné, los jueces supremos, precisamente los señores de Xibalbá que habían sido la perdición de los dos hermanos heroicos, que nacieron en la noche. “Esto es, antes que hubiera Sol, ni Luna, ni hubiese sido creado el hombre.”

Se congregaron en el consejo “todos los señores Hun Carné y Vucb-Camé con Cuchumaquic” y éste, muy contristado, lleno de dolor y también de rencor, les dijo con voz llena de aversión cuando compareció ante ellos:

—Mi hija está preñada, señores; ha sido deshonrada.

Los señores de Xibalbá, tras consultar entre ellos, se dirigieron al padre y dictaron sentencia:

—Está bien. Oblígala a declarar la verdad y si se niega a hablar castígala; que la lleven a sacrificar lejos de aquí.

Cuchumaquic, levantándose de su asiento y quedando cabizbajo, aceptó el juicio del consejo diciendo con voz trémula por el odio:

—Muy bien, respetables señores.

Luego marchó a su casa y, sacando fuerzas de su flaqueza porque su ira le ahogaba, rompió el silencio que mantuviera ante Ixquic y le preguntó severamente:

—¿De quién es el hijo que tienes en el vientre, hija mía?

La muchacha tercamente le contestó:

—No tengo hijo, señor padre, aún no he conocido varón.

Cuchumaquic, indignado aún más si cabe, rojo por la ira y por las palabras de la muchacha que él tomó como una

burla a su dignidad y a sus años, le dijo muy tranquilamente:

—Está bien. Definitivamente eres una ramera.

Con esta lacónica contestación le estaba indicando a su hija que se atuviera a las consecuencias, que lo que le ocurriera a partir de aquel momento ella misma se lo había bus cado. Entonces se dirigió a la mansión de los dioses del averno y ordenó a los búhos, que son los servidores de los señores de Xibalbá:

—Llevadla a sacrificar, señores Ahpop Achih, traedme el corazón dentro de una jícara y volved hoy mismo ante los señores.

Ahpop Achih era el título que tenían algunos señores y jefes quichés.

Los búhos eran cuatro —los Ah-Tucur, los malos— y se llamaban Chabi-Tucur, Huracán-Tucur, Caquix-Tucur y Ho-lom-Tucur.

Los cuatro mensajeros alados —uno rápido como una flecha (chabi), otro gigante y de una sola pierna (huracán),

otro como un guacamayo (caquix) y el último de cabeza grande (holom)— cogieron la jícara y el cuchillo de pedernal y se marcharon por los aires llevando a la muchacha en brazos para sacrificarla.

Llegaron hasta los pies de un árbol enorme, que se llamaba “árbol rojo de grana”, para allí ejecutar la sentencia de los de Xibalbá. Los búhos hablaron entre sí y convinieron que aquél era el lugar idóneo para realizar su amarga misión y se dispusieron a ejecutarla. lxquic, al ver que se iba a cumplir a manos de los Ah-Tucur la sangrienta y cruel orden que diera su padre, les suplicó:

—No es posible que me matéis, ¡oh mensajeros! , porque no es una deshonra lo que llevo en el vientre, sino que se engendró sólo cuando fui a admirar la cabeza de Hun-Hunahpú que estaba en Pucbal-Cha, Así pues no debéis sacrificarme, ¡oh mensajeros!

Los fieles servidores de los señores de Xibalbá se compadecieron de la doncella y, tras conferenciar entre ellos cuatro, se volvieron a ella y le expresaron justificándose, pidiéndole casi excusas:

— ¿Y qué pondremos en lugar de tu corazón? Se nos ha dicho por tu padre: Traedme el corazón, volved ante los seño res cumplid vuestro deber y atended juntos a la obra, traedlo pronto en la jícara, poned el corazón en el fondo de la jícara. ¿Acaso no se nos habló así? ¿Qué le daremos en la jícara? Nosotros bien quisiéramos que no murieras.

lxquic respondió a sus quejas de la siguiente manera:

—Muy bien, pero este corazón no les pertenece a ellos. Tampoco debe ser aquí vuestra morada, ni debéis tolerar que os obliguen a matar a los hombres. Después serán cierta mente vuestros los verdaderos criminales y míos serán enseguida Hun-Camé y Vucub-Camé. Así, pues, la sangre y sólo la sangre será de ellos y estará en su presencia.

Y como la doncella sabía que los señores deseaban su corazón para quemarlo, porque ésta era una antigua costumbre de purificación que se tenía en aquella época y en aquel territorio, siguió hablándoles a los cuatro mensajeros de esta forma:

—Tampoco puede ser que este corazón sea quemado ante ellos —luego les mostró el árbol a cuya sombra se guarecían

y les recomendó—: Recoged el producto de este árbol.

“El jugo rojo brotó del árbol, cayó en la jícara yen seguida se hizo una bola resplandeciente que tomó la forma de un corazón hecho con la savia que corría de aquel árbol encamado. Semejante a la sangre brotaba la savia del árbol, imitando la verdadera sangre. Luego se coaguló allí dentro la sangre, o sea la savia del árbol rojo, y se cubrió de una capa muy encendida como de sangre al coagularse dentro de la jícara. mientras que el árbol resplandecía por la obra de la doncella.”

Desde entonces aquel árbol tomó el nombre de “Árbol de sangre” y “Sangre de dragón”, porque su savia tiene idénticos color y densidad que la sangre.

Los Ah-Tucura así lo hicieron y cumplieron de esa falsa manera el mandato recibido por sus señores. Por ello la muchacha les dijo agradecida:

—Allá en la tierra seréis amados y tendréis lo que os pertenece.

Los mensajeros, prendados de la doncella y de la dulzura de sus palabras, se pusieron en connivencia con ella y antes de abandonarla con vida se despidieron de Ixquic con estas palabras:

—Está bien, niña. Nosotros nos iremos allá, subiremos a servirte; tú sigue tu camino mientras nosotros vamos a presentar la savia en lugar de tu corazón ante los señores.

En el reino de Xibalbá estaban reunidos todos los señores esperando la llegada de los mensajeros que debían de entre garles el corazón sangrante de Ixquic. Cuando llegaron ante su presencia Hum-Camé preguntó:

— ¿Se ha terminado eso?

Uno de los servidores, lleno de hipocresía y mintiendo con descaro, contestó con decisión, a la vez que les entregaba el tibor:

—Todo está concluido, señores. Aquí está el corazón en el fondo de la jícara.

Hum-Camé exclamó tomando la taza:

—Muy bien. Veamos.

Cogió el corazón entre sus manos del fondo de la jícara y lo levantó. Con este movimiento se rompió la corteza y empezó a verterse la sangre, que era de un color rojo muy vivo.

Hun-Camé, convencido de que tenía ante sí el corazón de Ixquic, ordenó a sus servidores:

—Atizad bien el fuego y ponedlo sobre las brasas.

Reavivaron la fogata e inmediatamente después tomaron el corazón y lo pusieron sobre las llamas. Pronto comenzaron los de Xibalbá a sentir el olor del mismo que producía al quemarse. Todos se levantaron y se acercaron al fuego para verlo arder. Los señores expresaban con satisfacción:

—Se nota muy dulce la fragancia de la sangre al quemarse.

Aprovechando que aquellos estaban absortos. y pensativos contemplando cómo el falso corazón de la doncella se convertía en humo, los búhos, los mensajeros de los dioses del averno, remontaron el vuelo desde el abismo —la morada de los de Xibalbá— hacia la Tierra y se convirtieron, como les había prometido al pie del “árbol de sangre”, en sus fieles servidores.

Así fue como los señores de Xibalbá fueron vencidos y engañados por la doncella; la doncella que llevaba en su entraña la vida de los hijos de aquellos héroes que murieron en el abismo y que estaban predestinados por la tríada de Corazón del Cielo para vencerlos, salvando idénticos obstáculos que no supieron superar sus mitológicos padres.

(CUALQUIER PARECIDO CON LA VIRGEN MARIA ES PURA COINCIDENCIA./JAJA)
FIN

adaptacion de fragmento del popolvuh

martes, 8 de julio de 2014

LOS ALUXES



                                 LOS ALUXES

Estos míticos seres son constantemente comparados con los duendes por ser pequeños y traviesos. 

Las antiguas poblaciones mayas creaban a estos seres con barro virgen y en algunos casos se cuenta que se le derramaban algunas gotas de sangre para que este tenga un vinculo mas fuerte con su creador, el cual debía elaborarlo durante 7 semanas ya que solamente se podía hacer los viernes y no debían medir más de dos palmos, se le hacían oraciones y ofrendas, para que cobrasen vida y se dejaban en lugares ocultos, el cual debían proteger, estos eran usualmente puestos en las milpas para cuidar la cosecha de los animales y los ladrones, a los cuales les tiraban pedradas al entrar sin permiso en esos lugares, cuidado por aluxes.

                                         
Y cuando la cosecha no era buena o estaba en malas condiciones, estos cambiaban las cosechas con las más bonitas que encontraban. Al morir su creador estos traviesos hombrecitos quedaban al servicio de yum-kaax dios del maíz y cuando aquella propiedad era reconocida por otro dueño los aluxes les hacían maldad a las personas y a sus cultivos, bromas tan pesadas como apedrear su casa para no dejarlos dormir, maltratar a sus animales como sus perros o sus gallinas e incluso hacerse visibles para asustar a los niños, el nuevo propietario debía ofrecerles una comida tanto como oraciones, de las cuales la miel y el pozol de maíz eran sus favoritas, aceptando asi al nuevo amo al cual debían servir estos podían vivir cientos de años e incluso aun siguen por ahí esperando a alguien con quien jugar.
                                 
 Se cuenta que en la actualidad en pueblos mayas no tan desarrollados todavía crean a estos seres, para que cuiden sus tierras. Aunque es muy raro hoy en día encontrar aluxes en su forma de barro que sean autenticos.


   
Todavía podemos encontrar dos ejemplares en los cenotes de dzitnup cerca de Valladolid, estos cuidan el cenote de Samulá y están en una pequeña cueva a la cual es imposible llegar. Pero se pueden observar. 
Estos podrían tener cientos de años.

fuente.-http://www.mexigotours.com/

sábado, 17 de mayo de 2014

el misterio de la primera civilizacion de america

Cultura olmeca
Olmeca es el nombre que recibe una cultura que se desarrolló en Mesoamérica durante el Preclásico Medio. Aunque se han encontrado indicios de su presencia en amplias zonas de esta área cultural, se considera que el área nuclear olmeca —o zona metropolitana— abarca la parte sureste del estado de Veracruz y el oeste de Tabasco. Se desconoce a ciencia cierta la filiación étnica —esto es, quiénes son los descendientes de este pueblo—, aunque hay numerosas hipótesis que han intentado resolver la incógnita de la identidad de los olmecas. En ese sentido, es necesario hacer la aclaración de que el etnónimo olmeca les fue impuesto por los arqueólogos del siglo XX, y no deben ser confundidos con los olmeca-xicalancas, que fueron un grupo que floreció en el Epiclásico en sitios del centro de México como Cacaxtla.
Durante mucho tiempo se consideró que la olmeca era la cultura madre de la civilización mesoamericana. Sin embargo, no está claro el proceso que dio origen al estilo artístico identificado con esta sociedad, ni hasta que punto los rasgos culturales que se revelan en la evidencia arqueológica son creación de los olmecas del área nuclear. Se sabe, por ejemplo, que algunos de los rasgos propiamente olmecas pudieron haber aparecido primero en Chiapas o en los Valles Centrales de Oaxaca. Entre otras incógnitas que están pendientes de respuesta definitiva está la cuestión de los numerosos sitios asociados a esta cultura en la Depresión del Balsas (centro de Guerrero). Sea cual haya sido el origen de la cultura olmeca, la red de intercambios comerciales entre distintas zonas de Mesoamérica contribuyó a la difusión de muchos elementos culturales que son identificados con la cultura olmeca, incluidos el culto a las montañas y las cuevas, el culto a la Serpiente Emplumada como deidad asociada a la agricultura, la simbología religiosa del jade e incluso el propio estilo artístico, que fue reelaborado intensamente en los siglos posteriores a la declinación de los principales centros de esta sociedad.
Yacimientos arqueológicos en el área nuclear olmecaArtículo principal: Área nuclear olmeca Con todo y que la cultura olmeca tuvo una difusión que alcanzó la mayor parte de Mesoamérica —excepto en la región de Occidente, que siguió un desarrollo cultural más o menos autónomo hasta finales del Preclásico—, una de las regiones donde se han encontrado las evidencias más claras de la presencia de esta cultura es la parte sur de la Llanura Costera del Golfo, comprendida entre los ríos Papaloapan y Grijalva, que corresponde a la mitad norte del istmo de Tehuantepec. Actualmente, esta zona corresponde al sureste del estado de Veracruz y el poniente de Tabasco. Se trata de una zona de un clima cálido y muy húmedo, condiciones climatológicas que seguramente poseyó también en la antigüedad precolombina.
El área nuclear olmeca es irrigada por caudalosos ríos que bajan de las estribaciones de la Sierra Madre de Oaxaca y la Sierra Madre Oriental, como el Coatzacoalcos, San Juan y Tonalá. Debido a la humedad de la zona y de las fuentes de estos ríos, en temporada de lluvias los desbordamientos de las corrientes son una constante. Aunque en la actualidad la vegetación de esta región de la República Mexicana ha sido ampliamente modificada por la acción del hombre, antiguamente estuvo recubierta por una espesa selva tropical, que era el hábitat de numerosas especies que en la actualidad se encuentran a punto de desaparecer en el territorio mexicano, entre ellas el jaguar, las aves de plumajes preciosos como guacamayas y quetzales; reptiles de diversas especies, y mamíferos como el jabalí y el tapir.
La región posee suelos ricos en humus y de espesores considerables. El petróleo crudo brota a flor de suelo entre la vegetación. Sin embargo, carece de muchos de los materiales que son característicos de los objetos de estilo olmeca encontrados en esta zona y en otras partes de Mesoamérica. Entre ellos se incluye la obsidiana, el jade, la serpentina y el cinabrio. Para obtener piedra sólida para sus materiales, los habitantes de esta región recurrieron a las canteras de la Sierra de los Tuxtlas —conocida también como sierra de Santa Martha o de San Andrés—, que les proveyeron de basalto y otras rocas volcánicas que emplearon en la construcción y en la escultura. Sin embargo, estas fuentes de materiales pétreos se encuentran a más de cien kilómetros de distancia respecto a sitios como San Lorenzo y La Venta, lo que puede dar una idea del nivel de organización que se requirió para trasladar —sin animales de carga y sobre un suelo cenagoso— esos monolitos que se miden en decenas de toneladas hasta los centros políticos de la cultura olmeca.
La identidad de los olmecas [editar]El nombre "olmeca" significa en náhuatl "gente del país del hule". Este vocablo era utilizado por los mexicas para nombrar a varios pueblos, étnica y lingüísticamente diversos, que ocuparon la región de Veracruz y Tabasco a través de los siglos. En el lenguaje náhuatl, derivado de las palabras olli -refiriendo al caucho usado para la concepción de las pelotas del juego de pelota- y -mecatl, sufijo gentilicio. El término fue acuñado por Valliant y Saville —quienes lo emplean por primera vez al final de la década de 1920—[1] para designar a los portadores de la cultura que produjo las monumentales cabezas de piedra que se han descubierto en distintos yacimientos arqueológicos en la que actualmente es llamada área nuclear olmeca. Desde luego, el etnónimo es muy posterior a los propios aludidos: la memoria de la identidad étnica de los llamados olmecas fue desconocida incluso para los mesoamericanos precolombinos. Los primeros exploradores modernos aplicaron el nombre olmeca a las ruinas y el arte redescubiertos en la época de los aztecas, mucho antes de que fuera entendido que tales ruinas fueron abandonadas más de mil años antes de la época en que los aztecas les conocían como olmecas. No se sabe qué nombre los antiguos olmecas utilizaron para denominarse a sí mismos; algunas cuentas más recientes de Mesoamérica parecen referirse a los olmecas antiguos como los habitantes de "Tamoanchan", el país de la abundancia.
Se estima que los indicios más antiguos de la cultura olmeca son de alrededor de 1200 adC, y los más recientes son aproximadamente del año 500 adC. La civilización Olmeca se constituyó principalmente alrededor de 3 centros ceremoniales: San Lorenzo, La Venta y Tres Zapotes, además de manifestarse en otros sitios como Laguna de los Cerros. El centro olmeca más antiguo registrado es el de San Lorenzo (1150 adC aprox.), situado en la cuenca del río Coatzacoalcos, en el estado mexicano de Veracruz. El inicio del florecimiento de la cultura olmeca en este sitio comenzó alrededor del año 1150 adC, época de la que datan la mayor parte de las esculturas y elementos arquitectónicos que caracterizan a la cultura olmeca, muchos de los cuales se conservan en el sitio. San Lorenzo fue saqueado en el año 900 adC, y las esculturas monumentales sufrieron un intento de destrucción; algunas se enterraron, y otras fueron trasladadas al centro ceremonial La Venta.
LA VENTA,TABASCO
La Venta es el centro ceremonial más grande, está trazado sobre un eje Norte-Sur. Se han encontrado un gran número de tumbas con ajuares muy ricos, con cerámica y figurillas de piedra. También se han encontrado cabezas colosales y tronos. Se cree que pudo llegar a albergar hasta a 18.000 habitantes. Sufrió una gran decadencia y fue abandonado y destruido, aunque se desconocen los motivos.
TRES ZAPOTES,TABASCO
El centro ceremonial de Tres Zapotes fue el último en desarrollarse. Es el más conocido porque fue el que sobrevivió hasta una época más cercana, pero la civilización olmeca que se desarrolló aquí fue una cultura ya en decadencia, no el esplendor que vivió en los centros ceremoniales anteriores. Estos centros ceremoniales tenían función de ciudades, y en ellos se construyeron edificaciones de tierra y adobe, con lo cual han perdurado pocos restos. Se construyeron montículos con templos en la parte superior, lo que se podía considerar como un precursor de las pirámides mesoamericanas. También construyeron edificaciones en torno a patios centrales, característicos de las civilizaciones posteriores en la zona. Desde el 900 adC existen pruebas de bruscos cambios políticos como muestra el intento de destrucción de algunas de las cabezas olmecas. Teoría sobre su origen más allá del sol naciente Los Olmecas son una de las civilizaciones nativas americanas más antiguas, aparecieron repentinamente en Centro América más o menos en el 1200 al 1100 antes de Cristo. En esa misma época se había producido la caída de la Dinastía Shang en la lejana China (1766-1122 antes de Cristo). Algunos investigadores han relacionado los hechos, atribuyendo la cultura Olmeca a un desembarco de chinos en América. Se basan en diversas pistas.
CERAMICA DINASTIA SHANG
Nuevos estudios sobre la Dinastía Shang muestran que el último rey fue depuesto y asesinado por sus rivales en el año 1122 antes de Cristo. Sus seguidores se vieron obligados a hacerse a la mar, huyendo por el "Océano del Este", que es, obviamente, el Pacífico. Los que partieron eran aproximadamente 25.000, según se describe en el libro "Origen de la civilización Olmeca", de Mike Xu, editado en la Universidad de Central Oklahoma. Otras cuestiones muy significativas que se describen en este libro son las referidas a los símbolos que adornan estatuas, potes y objetos de alfarería Olmeca: Mike Xu encontró centenares de inscripciones que no son más que símbolos Shang tales como "Sol", "Lluvia", "Agua", "Artesano", "Sacrificio", "Salud", "Riqueza", "Tierra",
SABIAS QUE?
FIGURILLA CON ESPEJO DE ORIGEN OLMECA
...Aproximadamente después del año 800 a.C, los misteriosos Olmecas, antecesores de los mayas, y la primera civilización importante del Nuevo Mundo, que habitaba en las selvas costeras del Golfo de México, desarrollaron un método para encender el fuego con ayuda de espejos cóncavos de magnetita. Sin embargo, estos espejos solares sólo fueron empleados para el culto, ya que para la vida cotidiana, usaban el método de frotar maderas para obtener fuego.
Curiosamente, hacia el año 640 a.C, en Nínive, Asiria, se emplearon lentes talladas a partir de cristal de roca para hacer fuego. En el palacio de Asurnasirpal, un ejemplar de estas lentes, mide 3,5 X4 cm, tiene un grosor de 0,5 cm y una distancia focal de 11,25 cm. Un curioso paralelismo con los Olmecas, es el uso de espejos para los ritos ceremoniales,en Asia Oriental por los sacerdotes chinos de la dinastía Shang.
FUENTE/http://www.cielosur.com/ "Origen de la civilización Olmeca", de Mike Xu, editado en la Universidad de Central Oklahoma.