Y el problema es que el brote, lejos de estar controlado, puede expandirse en cualquier momento no sólo por toda África sino por el resto del mundo gracias a las actuales facilidades en el transporte aéreo internacional, puesto que no hay que olvidar que este peligroso virus tiene un periodo de incubación de hasta tres semanas, hecho que dificulta grandemente su detección, sobre todo en países con deficientes (cuando no inexistentes) sistemas sanitarios.
fuente/la ciencia y sus demonios
actualizacion
15 oct-2014
Artículo escrito originalmente por MICHAEL T. OSTERHOLM, director del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, para el New York Times
Michael T. Osterholm
La epidemia de Ébola en África Occidental tiene el potencial de alterar la historia, tanto como otras grandes plagas lo han hecho con anterioridad.
Se han producido más de 4.300 casos y 2.300 muertes en los últimos seis meses.
La semana pasada, la Organización Mundial de la Salud advirtió que, a principios de octubre, puede haber miles de casos nuevos cada semana en Liberia, Sierra Leona, Guinea y Nigeria.
Lo que no se ha dicho públicamente, a pesar de tantos debates y sesiones informativas realizadas en las agencias de salud pública del mundo, es que nos encontramos en aguas totalmente desconocidas y que la madre naturaleza es la única fuerza que tiene el control de la situación en estos momentos.
Hay dos posibles desarrollos para los acontecimientos a partir de ahora.
La primera posibilidad es que el Ébola se propague desde África Occidental hacia grandes ciudades situadas en otras regiones del mundo en vías de desarrollo. Y es que este brote es muy diferente de los 19 que se han producido en África en los últimos 40 años. Es mucho más fácil controlar los brotes de Ébola cuando se producen en aldeas aisladas, como había sucedido ahora.
Pero se ha producido un aumento del 300% en la población de África durante las últimas cuatro décadas y gran parte de esa población se concentra en los suburbios de las ciudades. ¿Qué sucederá si una persona infectada que aún no presente los síntomas de la enfermedad viaje en avión a Lagos, Nairobi, Kinshasa o Mogadiscio, o incluso Karachi, Yakarta, Ciudad de México o Dhaka?
La segunda posibilidad es algo que los virólogos están poco dispuestos a declarar públicamente, pero que sí consideran en privado: el virus Ébola podría mutar y convertirse en transmisible por vía aérea.
Hasta ahora, el Ébola sólo se transmite a través del contacto directo con fluidos corporales. Pero los virus como el ébola son cambiantes cuando replican, lo que significa que el virus puede variar genéticamente entre una persona infectada y la siguiente.
La super-evolución del actual virus del Ebola no tiene precedentes; se ha producido más transmisión del virus entre humanos en los últimos cuatro meses de lo que probablemente se produjo en los últimos 500 a 1.000 años. Y cada nueva infección representa billones de posibilidades de mutación genética.
Si se produjeran determinadas mutaciones, eso significaría que el simple hecho de respirar nos podría poner en riesgo de contraer el ébola. Las infecciones podrían propagarse rápidamente a todas las partes del mundo, como sucedió con el virus de la influenza H1N1 hizo en 2009, después de su nacimiento en México.
¿Por qué los virólogos y los funcionarios de la salud temen exponer esto públicamente? Lo cierto es que no quieren ser acusados de alarmistas, como si gritaran “¡Fuego!” enmedio de un teatro lleno, (como estoy seguro de que algunos me acusarán de hacer a mi mismo por culpa de este artículo).
Pero el riesgo es real y hasta que no se afronte, el mundo no estará preparado para hacer lo necesario para poner fin a la epidemia.
En el best seller de Richard Preston “The Hot Zone”, de 1994, se hacía la crónica real de un brote de ébola de una cepa diferente, el virus Ébola Reston, que se propagó entre monos en 1989 en un centro de cuarentena cerca de Washington. El virus se transmitió por vía respiratoria y el brote terminó sólo cuando se sacrificaron todos los monos. Debemos tener en cuenta que dichas transmisiones podrían ocurrir entre los seres humanos, si el virus llega a mutar.
Entonces, ¿qué debemos hacer que no estamos haciendo aún?
En primer lugar, necesitamos a alguien que se haga cargo de tome el “comando y control” de la situación.
Las Naciones Unidas es la única organización internacional que puede dirigir la inmensa cantidad de médicos, recursos sanitarios y ayuda humanitaria que debe provenir de diferentes países y ONG’s para sofocar esta epidemia. Hasta el momento solo ha desempeñado un papel de colaboración, com uno más y cuando todo el mundo dirige, en realidad, no dirige nadie.
Una resolución del Consejo de Seguridad, podría otorgarle a las Naciones Unidas la total responsabilidad para el control del brote, respetando la soberanía de las naciones de África Occidental “tanto como sea posible”.
Las Naciones Unidas podría, por ejemplo, encargarse de la seguridad de los vuelos y establecer los derechos de aterrizaje. Muchas líneas aéreas privadas se niegan a volar a los países afectados, por lo que es muy difícil enviar suministros y personal de vital importancia. Los países con más recursos deben garantizar cadenas de suministro para productos médicos, así como comida y agua para las zonas en cuarentena.
Las Naciones Unidas deben proporcionar el número de camas que se necesitan; la Organización Mundial de la Salud ha recomendado 1500, pero es posible que pronto se necesiten miles de camas más. También debe coordinar la contratación y formación por todo el mundo de personal médico y de enfermería, especialmente mediante la incorporación de residentes locales que ya han sobrevivido Ebola y que por lo tanto, ya no corren riesgo de infección. Muchos países se han comprometido a suministrar recursos médicos, pero las donaciones no resultarán eficaces si nadie se hace responsable de coordinarlas eficazmente sobre el terreno.
Por último, hay que recordar que el Ébola no es el único problema de África Occidental. Decenas de miles de personas mueren allí cada año debido a enfermedades como el sida, la malaria y la tuberculosis. Liberia, Sierra Leona y Guinea tienen una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo.
Debido a que la gente de esos países tienen ahora demasiado miedo de contraer el Ebola si acuden al hospital, muy pocos están recibiendo atención médica básica.
Además, muchos trabajadores de la salud han sido infectados por el Ébola, y más de 120 ya han muerto. Liberia solo dispone de 250 médicos, para una población de cuatro millones de habitantes.
Esta es una cuestión no solo humanitaria, sino de interés propio.
Si esperamos a que las vacunas y los nuevos medicamentos lleguen a poner fin a la epidemia de Ébola, en lugar de tomar iniciativas cruciales sobre el terreno ahora mismo, corremos el riesgo de que la enfermedad salga de África Occidental y alcance nuestros propios patios traseros.
Michael T. Osterholm-director del Centro de Investigación de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota