La historia de los avistamientos de ovnis —y los contactos con ellos— sobre
las tierras que luego se convertirían en Rusia se remontan a miles de años
atrás. Hemos recolectado los episodios más interesantes de esta historia que
fascina a quien la escucha, muchos de los cuales nunca se habían presentando
antes al público occidental. Esta es la primera vez que se ponen a
disposición de Occidente. Sea lo que sea el fenómeno ovni, ciertamente no
se trata de un invento moderno. La historia que presentaremos a continuación
lo demostrará sin dejar lugar a dudas.
LOS OVNIS EN LA ANTIGÜEDAD
Alrededor del siglo VII a. de C., las tribus nómadas escitas migraron al
norte, hacia las fértiles tierras rusas. Algunas tribus comenzaron a cultivar
la tierra, otras intercambiaban pieles y miel con Constantinopla, y más
tarde estos mercaderes se convertirían en intermediarios entre otros asentamientos
en el extremo norte —habitados por tribus finesas— y el
Imperio romano. Los antiguos eslavos que se asentaron allí levantaron
aldeas y pueblos y los protegieron con kremlins (ciudadelas de madera)
construidas con la excelente madera de sus bosques. Los habitantes ocuparon
gradualmente una parte del territorio que, en la actualidad, está
comprendido entre San Petersburgo y Kiev. Las tribus eslavas estuvieron
unidas durante los siglos VIII y IX, cuando los vikingos (varegos o varyagi, en
ruso) comenzaron a migrar hacia el sur y establecieron sus puestos de avanzada para comerciar con los eslavos. Más adelante edificaron fortalezas a la
vera del río Neva y el lago Ladoga. Como veremos más adelante, en estas
regiones se reportaron avistamientos de ovnis durante siglos.
En el año 880, Oleg —el sucesor del poderoso Rurik el Normando,
conquistador del norte de Rusia— venció a los eslavos en el sur y convirtió
a Kiev en su capital. Mientras los varegos unían las tierras conquistadas, el
estado de Rus se convirtió en un reino muy poderoso en el mundo de esa
época.
Pero ya mucho antes de la época de Oleg se avistaban ovnis. En el
norte ruso hay antiguos monumentos de piedra que se erigieron en la
misma época que Stonehenge en Inglaterra y que las pirámides egipcias. Si
bien son más pequeñas que esas misteriosas construcciones, las espirales
laberínticas del mar Blanco no son menos enigmáticas. Estas se encuentran
en las islas Solovetsky y en toda la zona conocida como las costas de Tersk
(la porción austral de la península de Kola). Tal como demostraremos más
adelante en este libro, este fue también uno de los destinos de una de las
primeras expediciones de A. Barchenko, un protegido de la policía secreta
soviética, en los años veinte. Uno de los laberintos se encuentra cerca del
antiguo poblado de Umba, próximo a la aldea de Lesnoi. Durante muchos
siglos, los pobladores de la zona llamaron Babilonia a estos monumentos,
si bien en nuestros días nadie sabe cómo surgió ese nombre. ¿Será que existe
una conexión entre ellos y la antigua civilización sumeria? Nadie lo sabe
con certeza.
Los cazadores saam —descendientes de antiguas tribus nómadas y
dedicados a la cría de renos— avistaron ovnis sobre esa región en numerosas
ocasiones. Varios arqueólogos rusos que estudiaron las leyendas locales
consideraron a los laberintos un portal hacia un reino subterráneo. En
diversas partes del mundo antiguo —Egipto, China y Escandinavia— se
encontraron laberintos con espirales dobles similares a estos. En las culturas
antiguas, simbolizan el Sol. Lo que resulta aún más sorprendente, en las
antiguas monedas minoicas acuñadas en la isla de Creta —hogar de una de
las civilizaciones más misteriosas del Neolítico—, hay representaciones de
los mismos laberintos con espirales dobles.
Andrei Nikitin, arqueólogo, investigador y escritor ruso, menciona un
incidente muy curioso. Como arqueólogo de campo, había estudiado laberintos
de diversos tamaños en todo el norte ruso. En una ocasión, Nikitin
mostró sus dibujos de los laberintos a un físico, quien preguntó, asombrado:
¿por qué un arqueólogo habría de dibujar una antena de transmisióndirecta de frecuencia de banda ancha? El físico no podía creer que estuviera
frente al dibujo de una antigua estructura de piedra construída en las costas
de los mares del Norte miles de años atrás.
Rusia es exactamente como esos laberintos: está llena de secretos, enigmas
y misterios. Desde los albores de los tiempos, los ovnis surcan sus
cielos.
ZNAMENIYA: OVNIS SOBRE LA ANTIGUA RUSIA
En el año 904, el príncipe ruso Oleg inició su campaña contra los
griegos. Cuando salió de Kiev dirigido por él, su enorme ejército se componía
de varegos, eslavos, chudos, crivichos y muchas otras tribus. Los
griegos conocían a todas estas tribus como la Gran Escitia. Oleg, acompañado
por esta fuerza, avanzó a caballo, en barco y, aparentemente, en
aparatos voladores. Oleg contaba con 2 000 embarcaciones, una poderosa
presencia naval para la época. Llegó a Tsargrad (el nombre ruso de
Constantinopla), pero los griegos fortificaron el estrecho y cerraron su
ciudad. Oleg desembarcó sobre la costa y ordenó a sus tropas que vararan
las embarcaciones. La guerra continuó, y muchos griegos perdieron la
vida en ella. Palacios e iglesias desaparecieron por la fuerza del fuego y la
destrucción. Las tropas de Oleg torturaron, decapitaron y arrojaron al
mar a los prisioneros que habían capturado. Fue una guerra cruel —y
demasiado larga— en opinión del príncipe Oleg. Este decidió utilizar
otros medios para conquistar la ciudad y ordenó a su ejército que fabricara
ruedas para montar en las embarcaciones. Cuando el viento les fue
favorable desplegaron las velas y avanzaron hacia la ciudad. Al mismo
tiempo, los rusos lanzaron al aire unos supuestos caballos de color dorado
muy bien equipados. Desde estos caballos, los guerreros disparaban flechas
en llamas hacia Constantinopla. Pero, para elevarse en el aire con el
objetivo de bombardear una ciudad, los rusos tendrían que haber contado
con tecnología avanzada con la que definitivamente no contaban en
907. ¿De dónde habían sacado los rusos esos caballos? ¿Quién tenía interés
en ayudarlos a conquistar Constantinopla? Los emperadores León y
Alejandro acordaron la paz con Oleg, tras lo que aceptaron pagarle un
tributo y jurarle lealtad.
Invitaron al príncipe Oleg y a sus hombres a que ellos también hicieran
un juramento. De acuerdo con la religión que profesaban los rusos, losvictoriosos juraron por sus armas y por su dios Perún, así como por Volos,
el dios del ganado, con lo que confirmaron el tratado. Su gente llamaba «el
sabio» a Oleg, si bien no era más que un pagano, un gobernante que al
parecer tenía amigos poderosos.
Las crónicas rusas mencionan numerosos znameniya («signos», incluidos
signos en el cielo). El investigador ucraniano Valentin Krapiva y otros
estudiaron estos signos en profundidad antes de presentar su investigación.
He aquí algunos ejemplos de estos znameniya:
* 1028: Hubo en el cielo un signo con forma de serpiente. Era tan
grande que podía verse desde todas partes.
* 1111: Apareció una columna en llamas que se extendía desde el piso
hasta el cielo; los rayos iluminaban todo alrededor. Hubo un sonido atronador;
todos podían ver la columna.
* 1204: Apareció un gran signo en el cielo: en el Este aparecieron tres
soles, y cuatro soles en el Oeste. En el medio del cielo se pudo ver un signo
gigantesco con forma de luna. Este signo permaneció en el cielo desde la
mañana hasta el mediodía.
* 1317: Sobre la ciudad de Tver apareció un círculo que luego avanzó
hacia el norte. Este círculo tenía tres rayos: dos apuntaban hacia el este, y
uno, hacia el oeste.
* 1319: Por la noche, se divisaron pilares ardientes sobre Rusia, que se
extendían hacia el cielo. Algunas personas también vieron un arco celestial,
y otros vieron entes voladores que parecían caballos y estaban equipados
con faroles.
* 1403: Tres objetos con aspecto de soles aparecieron en el cielo y
emitieron rayos azules, verdes y carmesíes. Luego llegó algo que parecía
un arco. Este último objeto tenía forma de cruz, era de gran tamaño y
estaba justo en el centro de la Luna, donde quedó suspendido durante
casi media hora.
fuente/ extracto del libro Expediente
SOVIET UFO de PAUL STONEHILL Y PHILIP MANTLE