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martes, 26 de mayo de 2015

TATA DUENDE (BELICE)




Tal vez una historia herededa y con cierta similitud con las leyendas de los chaneques de la peninsula de Yucatán, ya que ambos paises tanto el sureste mexicano,como Belice comparten herencia maya de los pueblos originarios mesoamericanos.



El tata duende.

El mito del Tata Duendees uno de los relatos folclóricos más conocidos de esta región, tanto es así que este duende fue incluido en la estampilla nacional en conmemoración a los personajes folclóricos del país. Cuenta el mito de Tata Duente que en el corazón mismo de los bosques de Belice existe un espíritu en forma de un pequeño hombrecillo, el mismo no posee más de 1,20 m de altura, el mismo posee una larga barba, tiene toda la cara arrugada, posee un aspecto descuidado, dicen que carece de pulgares y lleva puesto siempre un traje compuesto de harapos o pieles viejas, este hombrecillo no es más que un duende y se lo conoce como Tata Duende, es un espíritu protector que siempre vela por el bienestar del bosque, de la naturaleza y de los animales, es realmente poderoso y posee un gran control sobre la magia, así como también sobre la hipnosis. Los habitantes de Belice aseguran que se puede sentir la presencia de Tata Duende ni bien se ingresa en la selva, además aseguran que una vez dentro se debe prestar especial atención a no dañar la naturaleza, de lo contrario se podría provocar la ira del duende, la cual aseguran que es completamente mortal debido a los grandes poderes que pose este espíritu, pero si uno es cuidadoso se puede transitar tranquilamente por aquellos parajes, pues el duende en realidad es tranquilo y solo ataca a las personas para defender la selva, así como todo lo que hay en ella.

leyenda popular de belice.

LA SUCIA (HONDURAS)

En el pueblo de Trujillo desde los años de 1800 era y aún es hoy, muy común oír relatos de apariciones de La Sucia; para algunos Siguanaba. Gran cantidad de trujillanos aseguran haberla visto, generalmente en los ríos de las afueras de la ciudad, por supuesto. La señora esa tiene varias formas y aspectos. Unos la han visto como una anciana desgreñada y andrajosa, con solo dos o tres dientes que sobresalen de sus arrugados labios; con enmarañado pelo y floja vestimenta que contribuyen en gran manera a su tétrico aspecto fantasmal.

Otros la han visto como una mujer elegante vestida con ropas de antaño, con un rostro desfigurado por lo que parece ser una enfermedad o cortadas de arma pun- zante. Esta es la versión de La Sucia que mi abuelo juraba haber visto o que, por lo menos, creyó haber visto. Nunca estuvo seguro.



En las afueras de Trujillo y entre los escombros de un convento destruido por las llamas de un incendio, vivio por muchos años La Sucia. Nada más que en este caso, todos sabiamos quien era La Sucia. Esta era Challita la loca que había hecho de aquellas viejas ruinas su hogar. Enajenada por a saber que extraños sortilegios, Challita vivia en su propio mundo apartada de todos. Mantenida por unos vecinos piadosos vivio en aquella desolación los últimos años de su vida. Por las noches se le veia en las lunas llenas deambular por los alrededores de aquellas ruinas; su figura andrajosa y desgreñada proyectada contra la brillante luna, se parecia no solo a La Sucia sino que a una alma en pena. Los rumores se habían propagado de que Challita era bruja. Nunca me atrevi a pasar solo por aquellas ruinas; le tenia terror a Challita la que en realidad tenia el aspecto de una bruja.

En una fresca madrugada de luna llena, mientras mi abuelo se dirigía a la hacienda de su padre situada en Silín, en las afueras de Trujillo, a supervisar el ordeño de ese día, en el lomo de su avispado macho y acompañado de su perro pastor alemán, al no más cruzar el río, el mulo al igual que el perro, comenzaron a mostrar señas de estar atemorizados, por algo o alguien que solo ellos podían ver u olfatear adelante del camino en la noche oscura. 
                                            
Ante los rebuznos inquietantes de su bestia mular rehusando a avanzar, y el aullar de su obviamente aterrorizado can, el que contribuía con su aparente cobardía a empeorar la situación, al tratar insistentemente de refugiarse debajo del mulo en que su amo cabalgaba, mi abuelo comenzó a preocuparse, creyendo que se trataba de algún hambriento jaguar, que andaba merodeando en busca de presa por aquellas latitudes en aquellas deshoras de la mañana. No pudiendo resistir el perro más el terror que se había apoderado de el, de repente, decía mi abuelo, dio marcha atrás y en un momento desapareció de su vista.

Azuzando al azorado mulo con sus espuelas, pudo mi abuelo a duras penas avanzar por el camino oscuro semialumbrado por los tenues rayos de una luna llena. Al llegar a una vuelta del carril que conducía al trecho final de la hacienda, decia mi abuelo, que en frente estaba parada una mujer vestida elegantemente de blanco, de la que a espaldas de la luna solo pudo adivinar la forma de un rostro sombrío rodeado de una larga cabellera. Enfurecido mi abuelo por lo que consideraba una indiscreción de la mujer aquella, que andaba a esas raras horas de la madrugada por aquellos lugares, le habló...

- ¿Quien diablos sos vos? - ¿No estás viendo que este macho me va a matar? -.

Sin responderle la mujer permaneció quieta por unos segundos y después, dice mi abuelo, que le respondio...

- ¿Que hora es, Jacobo?

Aunque mi abuelo sabia la hora aproximada porque solo momentos antes, al cruzar el río había oído las campanadas de las cuatro de la mañana de la iglesia de Trujillo, no le respondió y al contrario la conminó a apartarse para darle pasada al macho que a duras penas había logrado contener hasta ese momento.

- Yo sé que hora es. Son las cuatro - Respondió la mujer.

- Y si sabes que hora es... ¿por qué estás jodiendo preguntando babosadas? - Le contesto mi abuelo. - ¿"Como sabes mi nombre"? - "Si queres hablar conmigo", le dijo mi abuelo, "esperame aquí mañana que voy a venir en una bestia mansa".

- Bueno, - le contestó la misteriosa dama, - Aquí te espero mañana -.

Al mismo tiempo que pronunciaba estas palabras, decía mi abuelo, la mujer cruzó al otro lado de la valla de alambre que separaba el carril del potrero, sin darle la espalda y sin agacharse ni hacer ningún movimiento que delatara su aprehensión por la presencia de la cerca de peligroso alambre de púa. Cuando se encontraba del otro lado de la cerca, irrumpió en una estrepitosa y diabólica carcajada que le heló la sangre en las venas a mi abuelo. Fue hasta en ese momento en que enteramente se percató, decía mi abuelo, de la extraña apariencia de aquella mujer, que se le erizaron los pelos de la cabeza y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.

En preparación para el supuesto encuentro del día siguiente, mi abuelo todavía dudoso de que aquella mujer estuviera relacionada con un espanto, y que más bien era alguna de sus "amigas" tratando de azorarlo, se puso de acuerdo con el mayordomo de la hacienda, para que este, al siguiente día, se fuera por el otro lado del potrero, y tratara de sorprender a la mujer por detrás.

Al otro día y esta vez cabalgando en un macho viejo y manso, al llegar al mismo sitio del día anterior, esperó en vano a la mujer que nunca se apareció. Mi abuelo, hasta el día de su muerte nunca estuvo totalmente convencido de que aquel incidente había tenido algo que ver con lo sobrenatural y mucho menos con la tal Sucia. El siempre creyó que se trataba de alguna amante desdeñada que quería vengarse de él, haciendole pasar un mal rato.

Sin embargo, yo y todos los que escucharon el relato, sabíamos de quien se trataba. Se trataba nada más ni menos, que de la merita Sucia.


AUTOR
Hector A. Castillo

EL ESCORNAU DE AIGHAL (EXTREMADURA-ESPAñA)



Extremadura, a parte de sus riquezas arqueológicas, posee un amplio folklore compuesto por mitos y leyendas que, por desgracia, se están perdiendo. Se han conservado por tradición oral, de abuelos a nietos, pero pocos los recuerdan ya y menos aún son los documentos que los recogen.



El Escornau, un castigo divino


Una de estas preciosas leyendas es la del Escornau. Tuvo lugar en las proximerías del arroyo Palomero cerca de Ahigal, pequeño pueblo del norte de Cáceres. No se sabe con exactitud la fecha del origen del Escornau, pero las investigaciones lo sitúan en la misma época en la que se trasladó la antigua ermita de Santa Marina desde una pequeña villa llamada “Las Canchorras” a las proximidades del pueblo en torno al S. XVI.

Sobre qué era el Escornau existen varias versiones. Todas coinciden en que este ser fue enviado por Dios como castigo divino en virtud de las maldades que habían cometido los aighalenses hacia la población de pueblos vecinos y los actos sodomitas de los solitarios pastores con sus rebaños.


Un ser mitad toro, mitad caballo


Donde hay discrepancias es sobre la forma del Escornau. Su fisonomía varía según fuese el tipo de pecado por el que fue enviado. Una primera descripción, que sería la encargada de expiar los males de los aighalenses hacia sus vecinos, nos narra un engendro con los cuartos traseros de caballo y la parte delantera de toro de cuya frente crecería un largo y agudo cuerno con sección espiral. La otra versión del fantástico ser, enviado esta vez por el pecado de sodomía de los pastores, nos lo describe como una mezcla de carnero y jabalí con un cuerno similar al anterior. Según cuentan en Aighal, el cuerno podía llegar a medir hasta tres metros que el Escornau afilaba contra las rocas.

Según cuentan, no pocas fueron sus víctimas, tanto hombres como ganado, pero con las mujeres parecía tener especial detalle. Normalmente, el Escornau mataba a su víctima y la dejaba allá donde estuviera pero, cuando su objetivo era una mujer, la ensartaba con su cuerno y la paseaba orgulloso como vanagloriándose de su gesta.

La intervención divina

Los habitantes de Aighal, atemorizados, realizaron batidas para atrapar al animal pero nada consiguieron. Las balas y las flechas no conseguían atravesar su piel. Ante tal fracaso recordaron el dicho que reza: “lo que Dios te da, Dios te lo quita”. Y rezaron pidiendo clemencia.

Se excomulgó al engendro, hubo rogativas y procesiones como la de la cofradía de la Vera Cruz que fue atacada por el Escornau enfurecido por la tentativa, como si realmente le hiciera daño. Su fin parecía cercano, los aldeanos habían encontrado el modo de deshacerse de él. Días más tarde la cofradía del Rosario volvió a salir en procesión y el Escornao apareció de nuevo. Cuando se disponía a atacar a las mujeres que portaban el estandarte de la Virgen, Dios intervino paralizándolo, y el animal empezó a hincharse hasta explotar.

Según cuenta la tradición, este hecho ocurrió a la altura de la llamada “Canchu la sangri” que, si algún curioso quiere visitar, aún está manchada de la sangre del Escornau.

Con la iglesia hemos topado


El cuerno de la bestia fue recogido y llevado a la ermita del Cristo en Aighal, llegando a considerarse reliquia con poderes de curativos y de buena ventura. En el pueblo, los más ancianos, comentan que incluso los “quintos” llevaban el bolsillo limaduras del asta para que les diera suerte y conseguir un número que les librara del servicio militar.

Actualmente se ha perdido la pista del cuerno del Escornau. En el S. XIX, el obispo de la diócesis de Coria conoció la existencia del asta y de la veneración que los aighalenses le procesaban. Escandalizado por esta adoración casi pagana decidió llevarse el cuerno, privando a los descendientes de los cazadores de la bestia de parte de su historia.

audio a donde se hace referencia




FUENTE

lunes, 4 de mayo de 2015

El hombre pez de Liérganes


EL HOMBRE-PEZ DE LIÉRGANES

Esta leyenda comienza en el año 1658, el año del nacimiento de Francisco de la Vega Casar en el pequeño pueblo de Liérganes, en Santander. A Francisco le gustaba mucho nadar y sobre todo pescar, oficio que había aprendido de su padre, pero tras la muerte de éste, tuvo que irse a Bilbao para trabajar como carpintero.

Un día, Francisco decidió ir con unos amigos a nadar en la ría de Bilbao. Allí estuvieron sumergidos durante todo el día. Pero a la hora de regresar a casa, Francisco no apareció; se había alejado demasiado de la orilla. Sus amigos lo buscaron desesperadamente pero no consiguieron localizarle por lo que supusieron que se habría ahogado debido a algún remolino de la ría. Aún así, tras avisar al jefe del taller donde trabajaba Francisco, montaron un equipo de búsqueda, pero todos los intentos fueron en vano; había desaparecido.

Durante el verano de 1679, unos pescadores que navegaban en las aguas de Cádiz vieron un pez muy grande. Sorprendidos por los movimientos del pez, decidieron pescarlo para averiguar qué tipo de animal era aquel. Al cabo de unos días consiguieron capturarlo con sus redes y lo arrastraron al muelle

Pero la sorpresa de los pescadores fue mayúscula cuando, al desenrollar la red vieron a un ser humano de gran estatura, piel pálida y cabello rojizo cuyo cuerpo poseía escamas de pez y sus manos se asemejaban a las patas de un pato. Inmediatamente lo durmieron y lo llevaron a un convento cercano.

Los monjes aseguraron que aquel hombre estaba poseído por el diablo y llevaron a cabo varios exorcismos, pero lo único que lograron fue que el hombre-pez pronunciara la palabra "Liérganes". Los monjes enviaron un emisario al pueblo de Santander para avisar del episodio. Al día siguiente Francisco fue trasladado de vuelta a su casa con su madre.

Pero Francisco no reaccionaba ante nada; no hablaba, no comía... Hasta que en 1687, su madre advirtió un ruido muy extraño y vio a Francisco salir corriendo y sumergirse en el río Miera sin que nadie pudiera detenerlo. Desde entonces nadie ha vuelto a saber nada sobre Francisco aunque aún hoy son muchos los que buscan algún indicio del hombre-pez.

Leyenda popular española.

jueves, 19 de febrero de 2015

LA PATA-SOLA (TOLIMA/COLOMBIA)


La Patasola



La Patasola o Pata sola se trataba de una joven mal humorada y de malos sentimientos. Un día, llevaba a su pequeña hermana de la mano, tirándola y haciéndola tropezar con cuanto encontraba a su paso. Al cruzar un río, pisó una piedra lisa, cayó sobre su hacha y se cortó totalmente el pie. Con furia se levantó y acabó con la vida de su hermanita, a la que acusó de culpable.



Su espíritu habita entre la maraña espesa de la selva virgen, en las cumbres de la llanura. Con la única pata que tiene avanza con rapidez asombrosa. Es el endriago más temido por colonos, mineros, cazadores, caminantes, agricultores y leñadores.


 Algunos aventureros dicen que se presenta como una mujer bellísima que los llama y los atrae para enamorarlos, pero avanza hacía la oscuridad del bosque a donde los va conduciendo con sus miradas lascivas, hasta transformarse en una mujer horrible con ojos de fuego, boca desproporcionada de donde asoman unos dientes de felino y una cabellera corta y despeinada que cae sobre el rostro para ocultar su fealdad.

fuente:
variacion de leyenda popular colombiana

viernes, 13 de febrero de 2015

EL MONSTRUO DE LA PLAYA COCHORIT (GUAYMAS,SONORA-MEXICO)






                        




Se cuenta que en la region de guaymas y empalme hay un ser que sale del mar. hay una playa conocida como el cochorit y algunas otras mas en las que ha sido visto.......

Los veranos en esta región a veces se vuelven un infierno, ya que hace mucho calor, la gente se acuesta muy tarde y por lo general por las noches se van a las playas, a pasar el intenso calor, que ni la noche hace que se vaya del todo.



                        
                              VISTA DE PLAYA COCHORIT-EMPALME





Cuentan que hace tiempo,un grupo de amigos estaban en la playa conviviendo, inclusive no eran los unicos,mucha gente,estaba alli,con los estereos de los carros bailando y algunos otros simplemente charlando, cuando de pronto a la luz de la luna, algo se ve romper en el agua...

Cual será la sorpresa que de la playa sale un pez, o al menos un ser con la forma de pez, porque dicen tenia espinas en la cabeza, los ojos grandes, negros, sin vida, caminaba pesadamente, inclusive escurria agua del cuerpo de este ser.

todos estaban asustados, muertos de miedo y todos comenzaron a gritar y asustados comenzaron a lanzarle piedras, pero de la nada desaparecio con una rapidez que era casi imposible ya que caminada muy despacio.


Nadie lo vio si regreso al mar o que le paso, probablemente por el miedo y la confusión no lograron ver que paso con este ser.actualmente tambien se ha visto por otras playas , con las mismas características,asi que la proxima vez, piensenlo antes de meterse al mar a nadar por las noches. porque no se sabe si puedes ser atacado por animal, y reza por que ese animal... sea conocido.

fuente

http://www.mitos-mexicanos.com/

jueves, 12 de febrero de 2015

LAS BRUJAS DE NAICA (MEXICO)





Naica es una pueblo del estado norteño de Chihuahua situada en el Municipio de Saucillo y dedicada a la minería desde el siglo XVIII. Aparte de su destacada producción de plomo y de su famosa Cueva de los Cristales de Selenita, es conocida porque es una ciudad maldita plagada de brujas que se la pasan haciendo daño a los sufridos mortales. Si las personas no toman las debidas precauciones y se recogen en sus casas antes de la diez y media de la noche, es muy posible que se arrepientan de por vida, si es que la conservan. Las brujas, esas malas pécoras, salen de las minas abandonadas en forma de bolas de fuego voladoras, para llevarse a las niñas.






Monserrat era una muchacha rubia, espiritual, frágil, delgada y etérea como un nebuloso ectoplasma que vivía en Naica. Obediente y dulce, todo el pueblo la apreciaba y la quería, sus padres la adoraban. Tenía la niña la costumbre de llevar siempre una camelia en el pelo. Pesar de su corta edad, pues solo contaba con diez y seis años, trabajaba en la panadería de don Isidoro, un español panzón y apestoso que había llegado a la ciudad de Naica deseoso de “hacer la América” y lo había logrado. Monserrat era la encargada de hacer el pan de bizcocho en la panadería, pues habilidad no le faltaba ni tampoco conocimientos que adquirió de su abuela doña Catarina, buena repostera ya fallecida. Monse, como la llamaban de cariño, salía de su trabajo a las nueve de la noche y se dirigía tranquilamente a su casa.




 Una noche de Luna llena, Monse se desvió un poco de su camino acostumbrado, para ir al lago a ver cómo la Luna se reflejaba en su superficie. Tan extasiada se encontraba gozando del espectáculo que se olvidó de la hora. Cuando tomó conciencia de su impertinencia, la campana de la iglesia sonaba las doce de la noche. Montserrat observó que de las montañas mineras se desprendían bolas de fuego que se acercaban rápidamente a la ciudad, trato de corre pero no pudo, una de las bolas se acercó a ella, se transformó en una horripilante y repugnante bruja que la tomó por la cintura, le mordisqueo el cuerpo y se la llevó.




 Nunca nadie supo más de Monse, pero todos sabían que las brujas se llevaban a las mujeres jóvenes para convertirlas en futuras brujas. Ese fue el horrendo destino de la panaderita, confirmado cuando cerca de lago encontraron una camelia marchita… Monse se había convertido en una espeluznante bruja de Naica.




Por Sonia Iglesias y Cabrera

http://www.mitos-mexicanos.com/

viernes, 30 de enero de 2015

EL SILLON DEL DIABLO

La leyenda de La silla del Diablo se remonta al año 1550, cuando se fundó la primera cátedra de anatomía humana de España en la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, dirigida por Alonso Rodríguez de Guevara, quien llevó a cabo las primeras disecciones humanas en España, gracias a un permiso real. A dicha universidad asistió un joven de origen portugués llamado Andrés de Proaza, de 22 años de edad, con gran interés por la anatomía humana.


La leyenda relata que ese mismo año se denunció la desaparición de un niño de 9 años, mientras que los vecinos de la calle Esgueva de Valladolid declararon que desde el sótano de la casa del joven Andrés, cuyas traseras dan a la actual calle de la Solanilla, se oían gemidos, llantos y extraños ruidos y veían salir agua sanguinolenta a través del desagüe, que teñían de rojo las aguas de uno de los ramales del río Esgueva




Los vecinos alertaron a las autoridades de la ciudad. El hallazgo al abrir el sótano fue espeluznante: en una mesa de madera encontraron el cuerpo del niño desaparecido, despedazado tras haberle practicado en vida una autopsia. Además se hallaron cadáveres de perros y gatos en la misma postura que el cuerpo humano de la mesa.

Andrés confesó que tenía un pacto con el Diablo a través de una silla que estaba en su escritorio, en la que se sentaba a escribir sus terroríficas ideas, y sus espantosas notas de la nigromancia o autopsias que practicaba con los seres vivos que cazaba. Al sentarse en este sillón, el diablo le ofrecía toda la sabiduría del mundo en medicina y se comunicaba con él.



Al proceder a registrar los pisos superiores de su casa se encontró la silla, fabricada con madera de cedro, con respaldo y reposo de cuero y color marrón.

Proaza fue condenado por la Inquisición a morir en la hoguera. Sus inmuebles, y con ellos el sillón, fueron expuestos en subasta pública, pero nadie los adquirió debido a la fama de nigromante que acompañaba a su dueño.
El sillón se mantuvo en posesión de la Universidad de Valladolid.



Hasta el derribo del edificio histórico de la Universidad, el sillón se encontraba colgado patas arriba del techo de la capilla universitaria y a partir de entonces se trasladó al Museo Arqueológico de Valladolid. Con motivo del sexto centenario de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid formó parte de las piezas que se mostraron en una exposición conmemorativa en el Museo de la Universidad de Valladolid, cuando este museo estaba situado en el Palacio de Santa Cruz.

Se trata de una silla de brazos desmontables datable en la segunda mitad del siglo XVI, según la historiadora vallisoletana Eloísa Wattenberg García.
La leyenda que ha llegado hasta nuestros días relata que aquel que se sienta en la silla, muere a los dos o tres días o tal vez adquiere todo el conocimiento del mundo.

FUENTE

sábado, 8 de noviembre de 2014

LA DONCELLA Y EL ARBOL DE LA CALAVERA (MITO MAYA)

Escena del "Popol Vuh", el poema mitológico maya, en que la doncella virgen Ixquic es fertilizada por los frutos de un árbol.

Ixquic parirá a su tiempo a los dos guerreros gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, quienes una vez adultos se enfrentarán al poder de la enfermedad y la muerte en el tétrico reino subterráneo de Xibalbá.


LA DONCELLA Y EL ÁRBOL

DE LA CALAVERA



Cuando los señores de Xibalbá vencieron a los dos héroes Hun-Flunahpú y Vucub-Ilunahpú tomaron la cabeza del primero y la pusieron sobre el árbol jícaro que arraigaba a un lado del camino. Era un árbol seco que jamás había fructificado y nada más entrar en contacto con el cráneo se llenaron sus ramas de frutos sazonados y maduros. Al contemplar la riqueza de aquel árbol los señores de Xibalbá sentenciaron:

—¡Que nadie venga a coger esta fruta! ¡Que nadie venga a ponerse debajo de este árbol!

Y por su magia “la cabeza de Hun-Hunahpú no volvió a aparecer porque se había vuelto la misma cosa que el fruto del árbol que se llama jícaro. Sin embargo, una muchacha oyó la historia maravillosa” de los dos semidioses, hermanos gemelos, que murieron bajo el poder de los de Xibalbá, y tan prendada quedó al escuchar sus portentosas hazañas que decidió, en contra de lo ordenado por los señores del averno y de su propio padre, visitar tan peculiar árbol.


La doncella se llamaba Ixquic y fue precisamente a su padre, Cuchnmaquic, a quien “oyó la historia de los frutos del árbol”, a consecuencia de lo cual quedó tan intensamente impresionada que su admiración hacia los dos héroes creció notablemente, e inmediatamente se preguntó:

—¿Por qué no he de ir a ver ese árbol que cuentan? Ciertamente deben ser sabrosos los frutos de que oigo hablar.

Sin pensarlo más detenidamente, impulsiva como lo es la juventud de todos los tiempos, la doncella Ixquic se puso en camino, aventurándose en el evento en solitario, sin consentir que nadie la acompañara. Al fin llegó al pie del árbol

“que estaba sembrado en Pucbal-Chah’. Ante él, la doncella exclamó con entusiasmo:

—¡Ah! ¿Qué frutos son los que produce este árbol? ¿No es admirable ver cómo se ha cubierto de frutos? ¿Me he de morir, me perderé si corto uno de ellos?

Nadie le podía contestar porque se hallaba sola en el paraje. Sin embargo, la calavera de Hun-Hunahpú, que hasta entonces se había escondido entre las frutos como uno más de ellos, se hizo visible y de entre las ramas del jícaro le contestó:

—¿Que es lo que quieres? Estos objetos redondos que cubren las ramas del árbol no son más que calaveras.

Así dijo la cabeza de Hun-Hunahpú dirigiéndose a la joven e inmediatamente, casi con ansiedad, le preguntó:

—¿Por ventura los deseas?

La doncella contestó gravemente:

—Sí los deseo.

La calavera le habló otra vez:

—Muy bien. Extiende hacia acá tu mano derecha.

La muchacha, a la vez que aceptaba el reto, levantó la mano derecha y La mostró en dirección hacia donde estaba la calavera.

—Bien —dijo.

En ese mismo momento el cráneo desde lo más alto lanzó un chisguete de saliva hacia la doncella que le cayó sobre la palma de la mano que permanecía extendida.

Ixquic se miró rápidamente con atención su mano y al ver que la saliva ya no estaba en ella quedó profundamente sorprendida y admirada porque aquello que le estaba sucediendo no le era demasiado grato.

La voz de Hun-Hunahpú, a través de la calavera, le dijo desde lo alto del jícaro:

—En mi saliva y mi baba te he dado mi descendencia. Ahora mi cabeza ya no tiene nada encima, no es más que una calavera despojada de carne. Así es la cabeza de los grandes príncipes, la carne es lo único que les da una hermosa apariencia. Y cuando mueren espántanse los hombres a causa de los huesos. Así es también la naturaleza de los hijos, que son como la saliva y la baba, ya sean hijos de un señor, del hombre sabio o del orador. Su condición no se pierde cuando se van, sino que se hereda; no se extingue ni desaparece la imagen del señor, del hombre sabio o del orador, sino que la dejan a sus hijas y a los hijos que engendran. Esto mismo he hecho yo contigo. Sube, pues, a la superficie de la Tierra, que no morirás. Confía en mi palabra, que así será.

Todo este acaso maravilloso sucedió tan acertadamente porque así fue el mandato de Caculhá Huracán, Chipi-Caculhá y Raxa-Caculhá. “Y estos tres son el Corazón del Cielo”, que se llama Huracán.

Después de escuchar la voz de la calavera haciéndole todas las advertencias, Ixquic fue de regreso a su casa, habiendo concebido inmediatamente a dos hijos gemelos en su vientre solamente por la virtud de la saliva que recibió en su mano con el chisguete que aquélla le envió.

Ya en su hogar, la muchacha realizó su vida cotidiana con toda normalidad sin detectar su padre ninguna clase de transformación en ella. Sus labores caseras eran las mismas, su comportamiento idéntico, aunque mantenía dentro de sí una dulce melancolía que seguramente sería un favor que le hacían los dioses, ya que había sido escogida por ellos para llevar a cabo la misión de traer al mundo a los herederos de tan preclaros héroes que tan infame muerte tuvieron bajó el poder de los señores de Xibalbá y destinados para vencerlos sin remisión.

Cuando hubieron pasado seis meses de la insólita y sin gular concepción, su padre, Cuchumaquic, reparó en el estado de gravidez en que se hallaba su hija. Su secreto fue descubierto y el hombre se indignó profundamente, intenso fue el dolor que le invadió por el descubrimiento, y en su soledad maldijo a Ixquic y el desprecio más penetrante irrumpió dentro de su ser. Después de mucho meditar el hombre la situación en que se hallaba, sobre todo frente a la sociedad arcaica de aquellos tiempos y lugares, y sobre todo cumpliendo escrupulosamente la promesa de no hablarle a la muchacha, decidió reunirse con Hun-Carné y Vucub-Carné, los jueces supremos, precisamente los señores de Xibalbá que habían sido la perdición de los dos hermanos heroicos, que nacieron en la noche. “Esto es, antes que hubiera Sol, ni Luna, ni hubiese sido creado el hombre.”

Se congregaron en el consejo “todos los señores Hun Carné y Vucb-Camé con Cuchumaquic” y éste, muy contristado, lleno de dolor y también de rencor, les dijo con voz llena de aversión cuando compareció ante ellos:

—Mi hija está preñada, señores; ha sido deshonrada.

Los señores de Xibalbá, tras consultar entre ellos, se dirigieron al padre y dictaron sentencia:

—Está bien. Oblígala a declarar la verdad y si se niega a hablar castígala; que la lleven a sacrificar lejos de aquí.

Cuchumaquic, levantándose de su asiento y quedando cabizbajo, aceptó el juicio del consejo diciendo con voz trémula por el odio:

—Muy bien, respetables señores.

Luego marchó a su casa y, sacando fuerzas de su flaqueza porque su ira le ahogaba, rompió el silencio que mantuviera ante Ixquic y le preguntó severamente:

—¿De quién es el hijo que tienes en el vientre, hija mía?

La muchacha tercamente le contestó:

—No tengo hijo, señor padre, aún no he conocido varón.

Cuchumaquic, indignado aún más si cabe, rojo por la ira y por las palabras de la muchacha que él tomó como una

burla a su dignidad y a sus años, le dijo muy tranquilamente:

—Está bien. Definitivamente eres una ramera.

Con esta lacónica contestación le estaba indicando a su hija que se atuviera a las consecuencias, que lo que le ocurriera a partir de aquel momento ella misma se lo había bus cado. Entonces se dirigió a la mansión de los dioses del averno y ordenó a los búhos, que son los servidores de los señores de Xibalbá:

—Llevadla a sacrificar, señores Ahpop Achih, traedme el corazón dentro de una jícara y volved hoy mismo ante los señores.

Ahpop Achih era el título que tenían algunos señores y jefes quichés.

Los búhos eran cuatro —los Ah-Tucur, los malos— y se llamaban Chabi-Tucur, Huracán-Tucur, Caquix-Tucur y Ho-lom-Tucur.

Los cuatro mensajeros alados —uno rápido como una flecha (chabi), otro gigante y de una sola pierna (huracán),

otro como un guacamayo (caquix) y el último de cabeza grande (holom)— cogieron la jícara y el cuchillo de pedernal y se marcharon por los aires llevando a la muchacha en brazos para sacrificarla.

Llegaron hasta los pies de un árbol enorme, que se llamaba “árbol rojo de grana”, para allí ejecutar la sentencia de los de Xibalbá. Los búhos hablaron entre sí y convinieron que aquél era el lugar idóneo para realizar su amarga misión y se dispusieron a ejecutarla. lxquic, al ver que se iba a cumplir a manos de los Ah-Tucur la sangrienta y cruel orden que diera su padre, les suplicó:

—No es posible que me matéis, ¡oh mensajeros! , porque no es una deshonra lo que llevo en el vientre, sino que se engendró sólo cuando fui a admirar la cabeza de Hun-Hunahpú que estaba en Pucbal-Cha, Así pues no debéis sacrificarme, ¡oh mensajeros!

Los fieles servidores de los señores de Xibalbá se compadecieron de la doncella y, tras conferenciar entre ellos cuatro, se volvieron a ella y le expresaron justificándose, pidiéndole casi excusas:

— ¿Y qué pondremos en lugar de tu corazón? Se nos ha dicho por tu padre: Traedme el corazón, volved ante los seño res cumplid vuestro deber y atended juntos a la obra, traedlo pronto en la jícara, poned el corazón en el fondo de la jícara. ¿Acaso no se nos habló así? ¿Qué le daremos en la jícara? Nosotros bien quisiéramos que no murieras.

lxquic respondió a sus quejas de la siguiente manera:

—Muy bien, pero este corazón no les pertenece a ellos. Tampoco debe ser aquí vuestra morada, ni debéis tolerar que os obliguen a matar a los hombres. Después serán cierta mente vuestros los verdaderos criminales y míos serán enseguida Hun-Camé y Vucub-Camé. Así, pues, la sangre y sólo la sangre será de ellos y estará en su presencia.

Y como la doncella sabía que los señores deseaban su corazón para quemarlo, porque ésta era una antigua costumbre de purificación que se tenía en aquella época y en aquel territorio, siguió hablándoles a los cuatro mensajeros de esta forma:

—Tampoco puede ser que este corazón sea quemado ante ellos —luego les mostró el árbol a cuya sombra se guarecían

y les recomendó—: Recoged el producto de este árbol.

“El jugo rojo brotó del árbol, cayó en la jícara yen seguida se hizo una bola resplandeciente que tomó la forma de un corazón hecho con la savia que corría de aquel árbol encamado. Semejante a la sangre brotaba la savia del árbol, imitando la verdadera sangre. Luego se coaguló allí dentro la sangre, o sea la savia del árbol rojo, y se cubrió de una capa muy encendida como de sangre al coagularse dentro de la jícara. mientras que el árbol resplandecía por la obra de la doncella.”

Desde entonces aquel árbol tomó el nombre de “Árbol de sangre” y “Sangre de dragón”, porque su savia tiene idénticos color y densidad que la sangre.

Los Ah-Tucura así lo hicieron y cumplieron de esa falsa manera el mandato recibido por sus señores. Por ello la muchacha les dijo agradecida:

—Allá en la tierra seréis amados y tendréis lo que os pertenece.

Los mensajeros, prendados de la doncella y de la dulzura de sus palabras, se pusieron en connivencia con ella y antes de abandonarla con vida se despidieron de Ixquic con estas palabras:

—Está bien, niña. Nosotros nos iremos allá, subiremos a servirte; tú sigue tu camino mientras nosotros vamos a presentar la savia en lugar de tu corazón ante los señores.

En el reino de Xibalbá estaban reunidos todos los señores esperando la llegada de los mensajeros que debían de entre garles el corazón sangrante de Ixquic. Cuando llegaron ante su presencia Hum-Camé preguntó:

— ¿Se ha terminado eso?

Uno de los servidores, lleno de hipocresía y mintiendo con descaro, contestó con decisión, a la vez que les entregaba el tibor:

—Todo está concluido, señores. Aquí está el corazón en el fondo de la jícara.

Hum-Camé exclamó tomando la taza:

—Muy bien. Veamos.

Cogió el corazón entre sus manos del fondo de la jícara y lo levantó. Con este movimiento se rompió la corteza y empezó a verterse la sangre, que era de un color rojo muy vivo.

Hun-Camé, convencido de que tenía ante sí el corazón de Ixquic, ordenó a sus servidores:

—Atizad bien el fuego y ponedlo sobre las brasas.

Reavivaron la fogata e inmediatamente después tomaron el corazón y lo pusieron sobre las llamas. Pronto comenzaron los de Xibalbá a sentir el olor del mismo que producía al quemarse. Todos se levantaron y se acercaron al fuego para verlo arder. Los señores expresaban con satisfacción:

—Se nota muy dulce la fragancia de la sangre al quemarse.

Aprovechando que aquellos estaban absortos. y pensativos contemplando cómo el falso corazón de la doncella se convertía en humo, los búhos, los mensajeros de los dioses del averno, remontaron el vuelo desde el abismo —la morada de los de Xibalbá— hacia la Tierra y se convirtieron, como les había prometido al pie del “árbol de sangre”, en sus fieles servidores.

Así fue como los señores de Xibalbá fueron vencidos y engañados por la doncella; la doncella que llevaba en su entraña la vida de los hijos de aquellos héroes que murieron en el abismo y que estaban predestinados por la tríada de Corazón del Cielo para vencerlos, salvando idénticos obstáculos que no supieron superar sus mitológicos padres.

(CUALQUIER PARECIDO CON LA VIRGEN MARIA ES PURA COINCIDENCIA./JAJA)
FIN

adaptacion de fragmento del popolvuh

viernes, 7 de noviembre de 2014

EL MAGICO MUNDO DE LOS ESPEJOS



¿Quién no se ha sentido intrigado por el mágico mundo de los espejos. Un claro ejemplo es el clásico libro de Lewis Carroll, Alicia a través del espejo, secuela de su éxito Alicia en el país de las maravillas, en el que la pequeña Alicia descubre que detrás de la superficie del espejo existe un fascinante mundo alternativo, que los investigadores ahora vinculan a una desconocida dimensión. Te proponemos repasar diversas teorías sobre la naturaleza material o sobrenatural de los espejos.

1) Los espejos reflejan la realidad visible:

Es la versión materialista, que considera a los espejos como simples superficies reflectantes. No hay nada misterioso ni secreto que averiguar de ellos.




2) Los espejos son portales a otra dimensión:

Esta visión, largamente considerada, indica que existen universos paralelos que pueden visitarse utilizando a los espejos como vía de comunicación. El procedimiento para lograrlo nio es nada sencillo, se debe estar muy versado en invocaciones y formulaciones mágicas, y además poseer un valor a toda prueba, ya que poco o nada sabemos de las dimensiones con las que los analistas de lo oculto y hasta los científicos especulan: en qué consisten, por qué clase de criaturas están pobladas, si son una continuidad-espacio temporal o una anomalía, etc. Si has hallado la llave del camino entre las dimensiones a través de los espejos (naturalmente, nos gustaría saber de ella), úsala con cuidado.

3) Los espejos son escondite de espíritus y fantasmas:

Algunas teorías hablan de los espejos como lugares de refugio para seres sobrenaturales. Si bien pueden ser considerados portales a otra dimensión, también son escondite de fantasmas, demonios y demás seres del inframundo. En ocasiones, es posible obligarlos a salir de ese estado, pero quien lo haga, utilizando hechicería, debe estar preparado para poder controlar a la entidad, de modo que no debes tomarte la ejecución de este tipo de operaciones a la ligera.

4) Los espejos son herramientas de adivinación:

Las superficies reflectantes son elementos ideales para practicar alguna forma demancia o adivinación. El médium debe concentrarse y poner su mente totalmente en blanco para poder observar en la superficie del espejo imágenes que tengan que ver con la consulta. Muchas veces lso espejos devuelven imágenes muy nítidas e impresionantes, por lo que debes estar preparado para cualquier tipo de revelación.

5) Los espejos son cárceles del alma:

Esta creencia se narra en el volumen Pseudodoxia Epidemica de Thomas Browne, quien cuenta que en algunas regiones de Europa, al fallacer una persona en el interior de una casa, los espejos eran cubiertos con telas oscuras, para evitar que el alma de los recién fallecidos, tentada a permanecer en este plano de la realidad, fuera a tomar refugio en ellos, dado que allí se reflejan las últimas imágenes de las cosas queridas que atan a lo terrenal a los difuntos.

fuente

jueves, 30 de octubre de 2014

El charro negro

Si existe una nación en la cual el apetito por el misterio se cruza con la experiencia paranormal, se trata sin dudas del país azteca. La combinación de numerosos aportes culturales autóctonos, sumados al legado hispánico, alimentan un folklore que se remonta a períodos precolombinos y que no ha hecho sino acrecentar su influencia con el paso de los siglos, dando lugar a una enorme cantidad de mitos, leyendas y leyendas urbanas.
Un hombre alto, de aspecto elegante, de impecable traje negro compuesto por una chaqueta corta, una camisa, un pantalón ajustado y un sombrero de ala ancha deambula en la profundidad de la noche en los solitarios tramos que unen los pequeños pueblos del México rural sobre el lomo de un caballo enorme y de color azabache. Quienes han tenido trato con él lo presienten como el Diablo . No ignora a los hombres, a los que ofrece amable conversación, pero su clara preferencia son las mujeres, a las que seduce con mirada elocuente y palabras cálidas.
 Nada malo puede decirse del charro negro si el viajero se limita a permitir su compañía hacia su lugar de residencia; si se acerca el amanecer, se despedirá cortésmente y se marchará con tranco lento, al igual que si el sendero que recorre lleva a las cercanías de una iglesia. Pero si, por el contrario, la mujer cede a sus ofertas de aligerar el viaje y condesciende a montar el caballo, esa acción será el principio del fin: una vez sobre el animal, la infortunada descubre que es imposible apearse. Es entonces cuando el charro negro vuelve su montura y se aleja, con rumbo desconocido, sin hacer caso de los ruegos o los gritos de su víctima, a la que no se vuelve a ver jamás.

miércoles, 22 de octubre de 2014

EL CUARTO SOL (RELATO NAHUATL-MEXICO)




Cuarto Sol

Leyenda náhuatl
Los dioses estaban muy contentos por haber creado la tierra, el agua, el fuego y la región de los muertos (Mictlán). Pero se dieron cuenta de que el sol alumbraba muy poco y no calentaba. Se reunieron en consejo para crear de nuevo al sol. Tezcatlipoca se ofreció para ser el sol y empezó a alumbrar la Tierra, comenzando el primer Sol o la primera era.
Queatzalcóalt, al verlo, sintió deseos de ser él quien alumbrara al mundo así que corrió hasta donde estaba Tezcatlipoca y lo derribó del cielo con un fuerte golpe haciéndolo caer al agua. Queatzalcóalt se transformó en sol. Este fue el segundo Sol.
Tezcatlipoca se convirtió en tigre y derribó a Queatzalcóalt de un zarpazo, éste enfurecido soltó todos los vientos y los ciclones. La gente corría asustada y los dioses los convirtieron en monos. Como ya habían inventado dos veces al hombre, estaban muy desanimados pues su proyecto no terminaba de resultar exitoso. De repente Tláloc les manifestó que él sería el sol, que él alumbraría la tierra. Este fue el tercer Sol.
Todo parecía marchar bien pero, siendo el dios de la Lluvia Tláloc, hizo que cayera fuego del cielo, convirtiendo los ríos en llamas. Todo el mundo corría muerto de miedo y los dioses transformaron a las personas en aves para que se pudieran salvar. Los dioses se preguntaban qué hacer y fue cuando Queatzalcóalt propuso a Chalchiuhtlicue, diosa del Agua, para lucir como astro solar. Este fue el Cuarto sol. Tampoco dio resultado pues sólo hubo inundaciones y lluvias y los hombres solicitaban ser peces para salvarse. Los dioses los convirtieron en peces y en diversos animales acuáticos.
Como llovió durante días y días, el cielo cayó sobre la tierra. Queatzalcóalt y Tezcatlipoca se convirtieron en árboles para levantarlo. Los dioses quedaron muy tristes porque habían fallado en su intento de crear al sol y en consecuencia, habían acabado con la raza humana.

LA LEYENDA DE XTABAY (MEXICO)



La Mujer Xtabay

Los mayas de Yucatán son sin duda alguna, quienes mejor han conservado su idioma. Si no pueden interpretar, como tampoco lo ha hecho nadie en el mundo, sus complicados jeroglíficos, verdaderos retos ideográficos, si mantienen vivo su idioma lleno de firos y genuflexiones extraordinarios y en su fonética han sabido copiar el vuelo del murciélago dzib y lo que dice el pájaro Puhuy. Temen al temible Kahazbal y a los Aluxes, pequeños duendecillos del bosque y de las siembras, porque ellos, los mayas, no han permitido aún la corrupción idiomática que introdujeron los hispanos que vinieron a hacer confuso todo lo relativo al suelo que en mal día hollaron.
De esta forma se ha conservado intacta la hermosa leyenda, una de las más lindas, bellas leyendas yucatecas de las miles y miles que flotan como el perfume de la flor Xtabentún en el viento tibio de Mayab, o se esconden en las profundidades cavernosas de los cenotes de donde sale el agua fresca y clara y los cuentos que perduran en el alma yucateca. Esa leyenda es la que se refiere a la mujer Xtabay.
Bajo la luna del antiguo Mayapan, al socaire de los asombrosos templos de los itzaes, he oído repetida esta leyenda sin que nadie le quite o le aumente a su albedrío, sin que ninguno ose deformarla y así, como joya de milagrería se conserva para deleite de quien oye o de quien lee esta historia que como muchas no se ha borrado, no se borrará jamás, porque ha quedado inscrita en los libros antiguos y en las páginas sagradas del recuerdo Maya.
Dice pues la leyenda que la mujer tabay es la mujer hermosa, inmensamente bella que suele agradar al viajero que por las noches se aventura en los caminos del Mayab. Sentada al pie de la más frondosa ceiba del bosque, lo atraé con cánticos, con frases dulces de amor, lo seduce, lo embruja y cruelmente lo destruye.
Los cuerpos destrozados de esos incautos enamorados aparecen al día siguiente con las más horribles huellas de rasguños, de mordidas y con el pecho abierto por uñas como garras.
Muchos ladinos, gentes que desconocen el origen verdadero de la mujer Xtabay, han dicho que es hija del Ceibam que nace de sus torcidas y serpentinas raíces pero eso no es verdad, la auténtica tradición maya dice que la mujer Xtabay nace de una planta espinosa, punzadora y mala y si es que la Xtabay aparece junto a las ceibas, es porque este árbol es sagrado para los hijos de la tierra del faisán y del venado y muchas veces en cobijo y sombra, se acogen bajo sus ramas, confiados en la protección de tan bello y útil árbol.
Vivían en un cierto pueblo de la península yucateca dos mujeres siendo el nombre de una de ellas Xkeban o mejor decir su apodo ya que Xkeban quiere decir prostituta, mujer mala o dada al amor ilícito. Decían que la Xkeban estaba enferma de amor y de pasión y que todo su afán era prodigar su cuerpo y su belleza que eran prodigiosos, a cuanto mancebo se lo solicitaba. Su verdadero nombre era Xtabay.
Muy cerca de la casa que ocupaba esta bellísima mujer, habitaba en otra casa bien hecha, limpia y arreglada continuamente, la consentida del pueblo que llamaban Utz-Colel, que en la traducción hispana sería mujer buena, mujer decente y limpia. Erase esta mujer la Utz-Colel, virtuosa y recta, honesta a carta cabal y jamás había cometido ningun dezlis ni el mínimo pecado amoroso.
La Xtabay tenía un corazón tan grande, como su belleza y su bondad la hacía socorrer a los humildes, amparar al necesitado, curar al enfermo y recoger a los animales que abandonaban por inútiles. Su grandeza de alma la llevaba hasta poblados lejanos a donde llegaba para auxiliar al enfermo y se despojaba de las joyas que le daban sus enamorados y hasta de sus finas vestiduras para cubrir la desnudez de los desheredados.
Jamás levantaba la cabeza en son altivo, nunca murmuró ni criticó a nadie y con absoluta humildad soportaba los insultos y humillaciones de las gentes.
En cambio bajo las ropas de la Ut-Colel se dibujaba la piel dañina de las serpientes, era fría, orgullosa, dura de corazón y nunca jamás socorría al enfermo y sentía repugnancia por el pobre.
Y ocurrió que un día las gentes odiosas del pueblo no vieron salir de su casa a la Xkeban y supusieron que andaba por los pueblos ofreciendo su cuerpo y sus pasiones indignas. Se contentaron de poder descansar de su ignominiosa presencia, pero transcurrieron días y más días y de pronto por todo el pueblo se esparció un fino aroma de flores, un perfume delicado y exquisito que lo invadía todo. Nadie se explicaba de dónde emanaba tan precioso aroma y así, buscando, fueron a dar a la casa de la Xteban a la que hallaron muerta, abandonada, sola.
Más lo extraordinario era que si la Xkeban no estaba acompañada de personas, varios animales cuidaban de su cuerpo del que brotaba aquel perfume que envolvía al pueblo.
Entrada la Utz-Colel dijo que esa era una vil mentira, ya que de un cuerpo corrupto y vil como el de la Xkeban, no podía emanar sino podredumbre y pestilencia, más que si tal cosa era como todos los vecinos, decían, debía ser cosa de los malos espíritus, del dios del mal que así continuaba provocando a los hombres.
Agregó la Utz-Colel que si de mujer tan mala y perversa escapaba en tal caso ese perfume, cuando ella muriera el perfume que escaparía de su cuerpo sería mucho más aromático y exquisito.
Más por compasión, por lástima y por su deber social, un grupo de gentes del poblado fue a enterrar a la Xkeban y cuéntase que el día siguiente, su tumba estaba cubierta de flores aromáticas y hermosas, tan tapizado estaba el túmulo que parecía como si una cascada de olorosas florecillas hasta entonces desconocidas en el Mayab, hubiera caído del cielo. La tumba de la Xkeban duró todo el tiempo florecida y olorosa.
Poco después murió la Utz-Colel y a su entierro acudió todo el pueblo que siempre había ponderado sus virtudes, su honestidad, su recogimiento y cantando y gritando que habia muerto virgen y pura, la enterraron con muchos lloros y mucha pena.
Entonces recordaron lo que había dicho en vida acerca de que al morir, su cadáver debería exhalar un perfume mucho mejor que el de la Xkeban, pero para asombro de todas las gentes que la creían buena y recta, comprobaron que a poco de enterrada comenzó a escapar de la tierra floja, todavía, un hedor insoportable, el olor nausabundo a cadáver putrefacto. Toda la gente se retiró asombrada.
En su idioma maya dicen los viejos que aún cuentan la historia con todos los detalles que debió ocurrir en la leyenda, que hoy la florecilla que naciera en la tumba de la pecadora Xkeban, es la actual flor Xtabentún que es una florecilla tan humilde y bella, que se da en forma silvestre en las cercas y caminos, entre las hojas buidas y tersas del agave. El jugo de esa florecilla embriaga muy agradablemente, como debió ser el amor embriagador y dulce de la Xkeban.
Tzacam, que es el nombre del cactus erizado de espinas y de mal olor por ambas cosas, intocable, es la flor que nació sobre la tumba de la Utz-Colel, es la florecilla si bien hermosa sin aroma alguna y a veces de olor desagradable, como era el carácter y la falsa virtud de la Utz-Colel.
Esto es lo que ha dicho el maya y lo sigue repitiendo a través del tiempo, sin cambiarlo, sin ponerle ni quitarle, como deben conservarse las cosas nuestras, intactas, con las mismas palabras con que nacieron en el mito, en la leyenda, en el alma de quienes tan dulcemente han tejido estas historias.
No es pues la Xtabay, la mujer mal que destruye a los hombres después de atraerlos con engaños al pie de las frondosas ceibas, pero puede ser otro de esos malos espíritus que rondan por la selva al acecho del peregrino que cruza los caminos aún poblados de superstición y de leyenda.
Puede ser el ama errante de una de tantas vírgenes sacrificadas a la orilla del cenote sagrado, puede ser la vaporosa figura de una mujer que llora el engaño del amado.
Pero la Xtabay, jamás.
Esto dicen las mayas, esto han contado y seguirán contando los hombres de esa tierra en donde conservan el ritual de un relato y defienden sus costumbres de una intromisión que aniquilo su cultura.
http://mitosyleyendascr.com/

viernes, 26 de septiembre de 2014

EL CONEJO DE LA LUNA (LEYENDA AZTECA)





La Leyenda del conejo en la luna

Quetzalcóatl, un dios imponente y bueno viajaba por el mundo en forma de hombre, cansado por andar todo un día, noto que su apetito aumentaba, pero siguió en el camino, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomo.

El dios, decidió sentarse a la
orilla de un árboldonde contemplo a un conejo.



-¿Qué estás comiendo?, – le preguntó.

-Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?

-Gracias, pero yo no como zacate.

-¿Qué vas a hacer entonces?

-Morirme tal vez de hambre y de sed.

El conejito se acercó a Quetzalcóatl y le dijo;

-Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.

El dios benevolente y sorprendido por la reacción del conejito le dijo:

-Tú no serás más que un conejito, pero todo el mundo, para siempre, se ha de acordar de ti.

Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo. Después el dios lo bajó a la tierra y le dijo:

-Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.


LEYENDA AZTECA.

viernes, 19 de septiembre de 2014

LA CARRETA QUE SE OYE PERO NO SE VE



Corría el año de 1968…
La noche cayó desfallecida sobre las empedradas calles del barrio de Cantarranas. No había más señales de luces que las luciérnagas como faroles diminutos, casi inapreciables. Apenas se escuchaba el trayecto del agua deslizándose por las piedras del río San Marcos, mientras los fresnos y sabinos dilataban su espeso follaje, y en el ambiente comenzaban a brotar el aire fresco.
Al caer la tarde Don Félix Banda se despidió de Mencho el panadero, dirigiéndose a su casa ubicada cerca de la calle Melchor Ocampo. Era de no creerse. Por sí o por no, cerró bien los postigos de las ventanas y atracó las puertas con un barrote de ébano, sugiriendo a sus hijos que evitaran salir a esas horas “porque era noche de fantasmas”, al tiempo que  se dispuso a escuchar en la radio El Monje Loco, su programa favorito que transmitían por la XEW.
Poco antes de las once, cuando escucharon los ronquidos concluyendo que se había quedado dormido, los muchachos de Don Félix, con la despreocupada alegría de la juventud, salieron a platicar a la esquina de la cuadra desafiando las advertencias de su padre.


“¿Fantasmas? Esos son cuentos de viejos rucos y de ignorantes”, comentaron, mientras veían el cielo estrellado y se espantaban los mosquitos, abanicando las manos, cerca del rostro.
Cuando el reloj de la catedral del Sagrado Corazón anunció la media noche, los jóvenes, quienes se entretenían contándose historias y chismes, escucharon a lo lejos un sordo rechinido de carreta que golpeaba sus enormes ruedas metálicas sobre el empedrado de las calles. Luego invadió el ambiente un silencio sepulcral, mientras el viento dejaba de silbar y las ranas guardaron silencio. Entonces, prendieron sus linternas, y corrieron hacia donde se escuchaba la carreta, pero no vieron nada. Volvieron a la esquina y cuando se reponían del susto, a unos metros calle arriba, volvió el tétrico sonido pero ahora desplazándose rumbo a la panadería de Don Mencho, no sin antes retornar de nuevo la tranquilidad en aquél  espacio apartado del centro de la ciudad. Sin embargo, esto no fue suficiente  para atemorizar a los jóvenes deseosos de aventuras.
Varias noches los hijos de Don Félix y sus amigos trataron de descifrar aquél misterio, ocultándose entre los cercos de nopales para evitar ser descubiertos, por quien suponían era un noctámbulo conductor que deseaba jugarles una broma… pero fue inútil. Únicamente se escuchaba el ruido de la carreta.
Una tarde mientras comían, Don Félix  les comunicó a sus vástagos:
– No quisiera comentarlo, pero Mencho me platicó que la famosa carreta que se oye todas las noches pertenece a un señor que en 1938 fue asesinado a puñaladas por este rumbo, mientras acarreaba leña para sus panaderías. Desde entonces, el río San Marcos  esta conjurado.
Para colmo de males en ese tiempo sucedieron varios acontecimientos extraños. A Doña Albertina Reyes se le apareció un señor sin cabeza en el fondo de la noria, mientras intentaba sacar agua; y se asustó a tal grado que al correr a toda prisa tropezó cayendo sobre una nopalera. Bueno… eso es lo que dicen, por si o por no es mejor creerles. El caso es que la carreta siempre ha sido un misterio sin descifrar.
REDACTADO POR ISACC http://www.leyendasdeterror.net/
LEYENDA DEL DOMINIO PUBLICO